En el dinamismo de la fe hay un convencimiento fundamental: Dios sale al encuentro del hombre en su andadura histórica concreta. Nacemos para el amor y somos un proyecto de amor en las manos de Dios, el Amor con mayúsculas. A decir verdad, jamás el alma humana encontrará su descanso y su estabilidad mientras no se dé a sí misma en beneficio de los demás.
Dios sale al encuentro del pecador y quiere se “convierta y viva”. Él no condena a las personas sino que pone en evidencia todas las acciones, pensamientos y omisiones que están al margen de su proyecto liberador y redentor.
Pide perdón de todas las culpas a Dios y descubre que has pecado de pensamiento, palabras, obras y omisión. Y recuerda que “dónde abundó el pecado, sobreabunda la gracia” (Rom 5,20).