Jesús de Nazaret nos recuerda a menudo que la vida es un don que ha sido entregado para ser ofrecido y que la vida no merece vivirse si no es desde el servicio.
En cierta ocasión, cuando los hijos del Zebedeo le pidieron sentarse en su gloria uno a su derecha y el otro a su izquierda, Jesús les dijo unas palabras mágicas, que han sido el palpitar y el fundamento de millones de hombres y mujeres cristianos durante siglos: "Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del Hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mc 1, 42-45).
Estas palabras han marcado el sentido último de la autoridad en la Iglesia y deben ser para ti unas palabras determinantes que te harán descubrir si vas por el buen camino o debes de cambiar tu ruta casi 180 grados.