VIERNES DESPUÉS DE EPIFANÍA / 11-01-2019
VIERNES DESPUÉS DE EPIFANÍA / 11-01-2019
EVANGELIO DEL DÍA: Lc 5,12-16.
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida le dejó la lepra.
Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.
COMENTARIO:
Celebramos el Viernes después de la Epifanía. La vida cristiana será fructífera en la medida que nos enamoremos de Dios, el Eternamente Santo. Cuando Dios no es el valor más preciado y la perla más preciosa entonces nuestra vida cristiana se convierte en mediocre y vacía, lamentable y vaga, falsamente cumplidora e hipócritamente vacía.
En este Viernes después de la Epifanía del Señor leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 5,12-16). Jesús cura a un hombre enfermo de lepra y sigue manifestando su poder ante el mal que padecen y destruye a las personas.
El leproso se acerca a Jesús para pedirle ayuda, y cayendo de rodillas, le dijo: “Si, quieres, puedes limpiarme”. Jesús, conmovido extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Quiero: queda limpio”. Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. La simple petición confiada de aquel excluido de la comunidad y de la sociedad le es suficiente para que Jesús accede a la curación.
La fama de Jesús se extendía cada vez más, pero él "se retiraba a orar a lugares apartados".
Hagamos a Dios esta oración de San Ignacio de Loyola: Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me disteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es Vuestro: disponed de ello según Vuestra Voluntad. Dadme Vuestro Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén. (San Ignacio de Loyola).
www.marinaveracruz.net
EVANGELIO DEL DÍA: Lc 5,12-16.
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida le dejó la lepra.
Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.
COMENTARIO:
Celebramos el Viernes después de la Epifanía. La vida cristiana será fructífera en la medida que nos enamoremos de Dios, el Eternamente Santo. Cuando Dios no es el valor más preciado y la perla más preciosa entonces nuestra vida cristiana se convierte en mediocre y vacía, lamentable y vaga, falsamente cumplidora e hipócritamente vacía.
En este Viernes después de la Epifanía del Señor leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 5,12-16). Jesús cura a un hombre enfermo de lepra y sigue manifestando su poder ante el mal que padecen y destruye a las personas.
El leproso se acerca a Jesús para pedirle ayuda, y cayendo de rodillas, le dijo: “Si, quieres, puedes limpiarme”. Jesús, conmovido extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Quiero: queda limpio”. Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. La simple petición confiada de aquel excluido de la comunidad y de la sociedad le es suficiente para que Jesús accede a la curación.
La fama de Jesús se extendía cada vez más, pero él "se retiraba a orar a lugares apartados".
Hagamos a Dios esta oración de San Ignacio de Loyola: Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me disteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es Vuestro: disponed de ello según Vuestra Voluntad. Dadme Vuestro Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén. (San Ignacio de Loyola).
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