XXXI VIERNES DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO B/ 9-11-2018

XXXI VIERNES DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO B/ 9-11-2018

EVANGELIO DEL DÍA: Jn 2,13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.


COMENTARIO:

Celebramos el Viernes de la Trigésima Primera Semana del Tiempo Ordinario . Hoy la Iglesia celebra la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán. Según una tradición que arranca del siglo XII se celebra el aniversario de la Dedicación de la Basílica construida por el emperador Constantino en el Laterano.
La Basílica de Letrán es la Iglesia-madre de Roma, dedicada primero al Salvador y después también a San Juan Bautista. Esta celebración primero fue una fiesta en Roma; más tarde se extendió a toda la Iglesia con el fin de honrar a la que se considera "madre y cabeza de todas las Iglesias, en señal de amor y de unidad para con la Cátedra de Pedro.
En el Evangelio de este Lunes de la Trigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Juan (Jn 2,13-22).
San Juan pone al principio de la vida pública de Jesús el episodio simbólico de la purificación del templo de Jerusalén, dando a entender el comienzo de la era mesiánica. Ya no hay necesidad de otra mediación entre los hombres y Dios que no sea Jesús.
¡Señor mío, purifica mi mente, limpia mi lengua, sana mis sentimientos y hazme tuyo!


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