El patriarca Bartolomé I felicita a su amigo Joe Biden
Los EE.UU., dado que Kirill ya tiene a Putin consigo -¡y al revés!-, han declarado su apoyo a Constantinopla, cuyos Patriarca y Santo Sínodo supieron corresponder nombrando para el Arzobispado Ortodoxo Griego de América (el puesto que antaño ocupó Atenágoras) a uno de sus eclesiásticos de más relieve: el arzobispo Elpidóforos.
La llamada telefónica de Trump a Bartolomé I prueba que la Administración de los EE.UU. sigue de cerca el conflicto entre los patriarcados de Moscú y de Constantinopla, sobre todo a través de los embajadores norteamericanos en Kiev y en Estambul.
La gran amistad que, según propia confesión, une a Bartolomé I y a Biden hace suponer fundadamente que la próxima visita del patriarca de Constantinopla a EE.UU. en 2021 no distará mucho, sea con uno o con otro en la Casa Blanca.
Más allá de nuestro Patriarcado, hay millones de estadounidenses, así como ciudadanos de todo el mundo libre, a quienes ahora ofreces esperanza (podría decir convicción) de un futuro mejor, donde prevalezcan los valores e ideales eternos de una humanidad civilizada (Bartolomé I a Joe Biden).
La gran amistad que, según propia confesión, une a Bartolomé I y a Biden hace suponer fundadamente que la próxima visita del patriarca de Constantinopla a EE.UU. en 2021 no distará mucho, sea con uno o con otro en la Casa Blanca.
Más allá de nuestro Patriarcado, hay millones de estadounidenses, así como ciudadanos de todo el mundo libre, a quienes ahora ofreces esperanza (podría decir convicción) de un futuro mejor, donde prevalezcan los valores e ideales eternos de una humanidad civilizada (Bartolomé I a Joe Biden).
Queda ya lejos 1948, el año en que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 10 de diciembre en París la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se fundó el 23 de agosto en Ámsterdan el Consejo Mundial de Iglesias y el 1 de octubre el Arzobispo Ortodoxo Griego de América, Atenágoras, fue elegido patriarca de Constantinopla.
Atenágoras dejó en EE.UU. grandes amistades. No faltan biógrafos que aseguran su gran cercanía al presidente Truman, el cual incluso habría puesto (no todos lo sostienen) su avión presidencial para el traslado del nuevo Patriarca a Constantinopla. Las sucesivas Administraciones americanas, en todo caso, no han cesado desde entonces en sus atenciones a los sucesores. Al actual titular del Santo Trono, por ejemplo, le ha venido Dios a ver en sus diferencias con el patriarcado de Moscú, donde los apoyos provienen del inquilino del Kremlin, Vladimir Putin, que tampoco anda descalzo.
Kirill y Putin forman un tándem formidable decidido a llevar lejos lo de la Gran Rusia. Ahí tenemos, de momento, la anexión de la península de Crimea y algunas amargas escaramuzas militares en el mar de Azov y en el Estrecho de Kerch. Por lo que al ecumenismo panortodoxo se refiere, las cosas no ruedan bien tras la erección de una nueva Iglesia local autocéfala en Ucrania, separada del patriarcado ruso.
Antes del Concilio Panortodoxo de Creta (junio 2016), Kirill y varios patriarcas ortodoxos más, por él instigados, tensaron la cuerda al hacer caso omiso de la magna cumbre: creyeron que su ausencia iba a echar por tierra el gran evento sinodal promovido por el Patriarcado Ecuménico y se equivocaron. No se creían que Bartolomé I iba a resistir como lo viene haciendo, sobre todo a propósito de otorgar la atocefalía a Ucrania.
Ucrania, sobre todo con el presidente Petró Poroshenko, no quería perder la oportunidad de alzarse con esta bicoca, para lo cual acudió a quien podía extendérsela, a saber: el Patriarcado Ecuménico. Tan pronto como Bartolomé I anunció la proximidad del Tomos a las diversas Iglesias ortodoxas ucranianas, al patriarca Kirill y a su alter ego metropolita Hilarión les sobró tiempo para tomar un jet privado y volar de Moscú a Estambul para disuadir a Bartolomé I de su propósito.
Era tarde, porque la suerte estaba echada. A los pocos días, Kirill y su Santo Sínodo cometieron la torpeza de orillar el diálogo y, echando mano del garrote, excomulgar al mismo Patriarcado Ecuménico y a cuantos se pusieran de su parte.
Pero esto, que era un aviso a navegantes, no consiguió intimidar a un buen grupo de Iglesias ortodoxas autocéfalas a la hora de dar las espaldas a Moscú, reconociendo a Epifanio Dumenko, elegido primado de la nueva Iglesia local autocéfala de Ucrania, y cerrando filas así tras Bartolomé I.
En este tira y afloja los EE.UU., dado que Kirill ya tiene a Putin consigo -¡y al revés!-, han declarado su apoyo a Constantinopla, cuyos Patriarca y Santo Sínodo supieron corresponder nombrando para el Arzobispado Ortodoxo Griego de América (el puesto que antaño ocupó Atenágoras) a uno de sus eclesiásticos de más relieve: el arzobispo Elpidóforos. De ahí la llamada telefónica de Trump el domingo de Pascua ortodoxo (o sea el 19 de abril de 2020), poco después de las 9 p.m., a Bartolomé I para expresarle a él y a los ortodoxos en su jurisdicción sus más cordiales deseos para la Pascua.
El Patriarca agradeció al Presidente su llamada telefónica y, en general, el interés de su país en los problemas del Patriarcado Ecuménico. También le agradeció su aprecio al Arzobispado Ortodoxo Griego de América, dependiente del arzobispo Elpidóforos. Los dos líderes tenían previsto reunirse el mes de mayo, pero debido a la pandemia, la visita patriarcal a EE.UU. se pospuso hasta 2021.
La llamada de Trump prueba que la Administración de los EE.UU. sigue de cerca el conflicto entre los patriarcados de Moscú y de Constantinopla, sobre todo a través de los embajadores norteamericanos en Kiev y en Estambul. Y que el mismo Trump está al tanto de la sorda guerra que los ortodoxos rusos mueven contra Bartolomé y, en él y por su causa, al primado de la nueva Iglesia Ortodoxa de Ucrania, su beatitud Epifanio Dumenko.
Si Putin anda con su mirada proteccionista detrás de Kirill y del metropolita Onofrio, Trump sostiene los esfuerzos de Bartolomé I frente a Putin, Kirill y Erdogan. En tal sentido, la llamada telefónica de Pascua desde la Casa Blanca fue un signo impagable para lo que aquí se comenta.
La buena acogida dispensada al arzobispo Elpidóforos fue, por otra parte, una señal más de los buenos oficios entre Washington D. C. y Fanar. Relaciones, dicho sea de paso, más significativas si cabe desde el actual cisma entre Constantinopla y Moscú. Se comprende, por eso, la clarividencia pastoral de Bartolomé I colocando de Arzobispo Griego Ortodoxo en América a un candidato de manifiesta brillantez, por cuyo medio pasan ahora mismo las relaciones del Patriarcado Ecuménico en América, y con el que tanto tienen que ver también, después de todo, las políticas (Cf. Pedro Langa, La llamada telefónica de Trump a Bartolomé I: martes 2 de junio de 2020: http://equipoecumenicosabinnanigo.blogspot.com/2020/06/el-presidente-trump-llama-al-pratiarca.html).
Contra lo que muchos esperaban, hete aquí que las elecciones norteamericanas han venido a cambiar, parece, de inquilino en la Casa Blanca.
Bartolomé I, a pesar de no haberse confirmado la elección (algunas cancillerías ya lo dan por presidente), no ha tardado en reaccionar enviando una carta de felicitación a Joe Biden. Su texto completo (cf. Ortodox Times) dice:
«Estimado señor presidente electo, ya que conoce bien mis sentimientos hacia usted durante todos estos años de nuestra amistad, puede imaginar nuestra gran alegría y orgullo por su elección. La alegría y el entusiasmo por su victoria electoral son simplemente sentimientos personales.
También son compartidos por nuestro Patriarcado Ecuménico y sus eparquías en todo el mundo, y sobre todo por la Arquidiócesis Griega Ortodoxa de América con su encomiable Pastor, el arzobispo Elpidóforos, y sigo agradecido por el amor y la estima con que lo abrazaron.
Pero más allá de nuestro Patriarcado, hay millones de estadounidenses, así como ciudadanos de todo el mundo libre, a quienes ahora ofreces esperanza (podría decir convicción) de un futuro mejor, donde prevalezcan los valores e ideales eternos de una humanidad civilizada […] Los que lo miran son los sedientos de libertad religiosa, los que pisotean los derechos humanos y los que anhelan la libertad y la justicia. ¡Son tantos!».
El Patriarca de Constantinopla expresa su satisfacción y alegría por las iniciativas que Biden está dispuesto a asumir en relación a la cuestión del Cambio Climático y el Medio Ambiente. El candidato demócrata anunció su intención de adherirse a los Acuerdos de París, en el caso de confirmarse su elección.
Las agencias, en fin, hacían público el martes 10 de noviembre que el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, se reunirá con el Patriarca Bartolomé y el Patriarca Elijah de Georgia. El comunicado de prensa informa que el secretario de Estado Mike Pompeo visitará Francia, Turquía, Georgia, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Arabia Saudita del 13 al 23 de noviembre. Durante la gira diplomática, se reunirá con Su Santidad el Patriarca Ecuménico de Constantinopla.
Mike Pompeo sorprendió este martes al afirmar que habrá «una transición suave» hacia un segundo mandato de Donald Trump como presidente del país, apenas días después de que fuese proyectado como ganador el demócrata Joe Biden. La verdad es que no quedó claro si la declaración fue emitida con intención irónica, ya que iba acompañada de una sonrisa o si simplemente se estaba haciendo eco de la ofensiva que Trump y su equipo de campaña han lanzado con varias demandas judiciales por presunto fraude electoral - algunas de ellas desestimadas - en varios estados del país.
Pompeo remarcó que «El mundo debería tener toda la confianza de que la transición (sea) necesaria para asegurar que el Departamento de Estado es funcional hoy, y exitoso cuando el presidente que esté en el cargo el 20 de enero», en alusión a la fecha de toma de posesión presidencial.
Varios líderes mundiales, en todo caso, entre ellos la canciller alemana, Angela Merkel; los primer ministros de Canadá, Justin Trudeau, y del Reino Unido, Boris Johnson, y el presidente francés, Emmanuel Macron, han felicitado a Biden como futuro gobernante de EE.UU. La situación en EE.UU. se complica y estamos en una crisis institucional en la que hay tantas cosas que aclarar que pueden deparar sorpresas sobre el futuro presidente. Los católicos mucho más cerca de Donald Trump, el Vaticano aún no ha felicitado al presunto presidente electo de EE.UU., un silencio compartido con la Rusia de Vladimir Putin y la China de Xi Jinping. Cuando esto escribo llegan las agencias informando de la llamada del papa Francisco a Joe Biden ayer, 12.
La gran amistad que, según propia confesión, une a Bartolomé I y a Biden hace suponer fundadamente que la próxima visita del Patriarca de Constantinopla a EE.UU. en 2021 no distará mucho, sea con uno o con otro en la Casa Blanca.
Las razones que Bartolomé I aduce en su carta de felicitación inciden, en todo caso, en lo que viene siendo su perra temática del Cambio Climático y del Medio Ambiente, junto a la libertad religiosa y los derechos humanos. Y la inminente gira diplomática de Pompeo y su entrevista con él no hacen sino redundar en el tema central de este artículo, o sea la estrecha relación entre Washington D. C. y Fanar.