Aleister Crowley, la bestia negra


En medio de muchos viajes por Inglaterra, he podido parar unos días en Estbourne. Esta localidad costera tiene fama de ser el lugar más soleado del Reino Unido. Allí acostumbran a retirarse muchos jubilados británicos. Entre ellos está ahora el profesor Paul Wells de Liverpool, que ha estado enseñando teología en Francia, desde que llegó del Seminario de Westminster en Filadelfía, con su melena de “hippy” en los años setenta. Al recogerme en la estación de tren, pasamos por el impresionante colegio privado que ha dado fama a esta ciudad desde el siglo XIX. Su más famoso alumno –me dice Paul–, fue el padre del satanismo moderno, Aleister Crowley (1875-1947), que fue criado en una Asamblea de Hermanos.

El padre de Crowley fue educado en los cuáqueros –como el de Wells, cuya familia viene de la tradición pacifista del socialismo fabiano–, pero tuvo una conversión evangélica con los llamados Hermanos cerrados. Leía un capítulo de la Biblia cada día, a su esposa y a su hijo, después de desayunar. Era un predicador itinerante, cuando murió de cáncer, teniendo Crowley once años. Empezó a tener muchos problemas con su madre, que le mandó interno a varios colegios, donde se rebelaba contra todas las normas. Desesperada, la madre le envió a una familia de la Asamblea de Eastbourne, para que asistiera al famoso colegio, conocido por su estricta disciplina.

Crowley desarrolló aquí dos de sus mayores aficiones, el ajedrez y el alpinismo. Beachy Head es un impresionante acantilado, que no sólo sirvió de referencia a la aviación en la segunda guerra mundial, sino que es conocido por algo mucho más macabro. Es una de los mayores sitios de suicidio que hay en el mundo. Este mismo fin de semana, dos lo han hecho, pero van ya camino de cuarenta, este año. La prensa no dice nada, para no incitar a hacerlo, pero las iglesias de la localidad han organizado una capellanía de voluntarios, para recorrer toda la noche, el precipicio. En el borde mismo, hay una placa con el texto del Salmo 93:4 y las palabras: “Dios es mayor que todos nuestros problemas”.



Fue aquí donde Crowley se acabó de distanciar de los Hermanos, ya que se encontró en medio de una disputa de la familia, donde estaba alojado. Una de las hijas se comprometió con un joven que no era de la Asamblea. Para poder casarse, los padres insistieron que tenía que convertirse. Como no podía, se rompió el compromiso. Había tal tensión en la casa, que él dice que incluso fue agredido físicamente, por animar a la chica a escaparse con su novio. Finalmente, ella se quedó, pero a él, le mandaron con sus tíos.

MAGIA SEXUAL

La rabia de Crowley contra el cristianismo, le llevó a hacer todo lo contrario que le habían enseñado. Se convirtió en la bestia negra de la sociedad victoriana, por sus continuas provocaciones contra la religión y la moral. En su obsesión por las profecías de la Biblia, llegó a identificarse con la figura del Anticristo, anunciado en el Apocalipsis. En su complicada psicología, todo parece motivado por un odio a su madre. Como para ella, el mayor tabú era la sexualidad, crea una mentalidad enfermiza que busca la perversión sexual, a la que da un sentido mágico.

Al dejar Eastbourne, va a estudiar en Cambridge, donde hace una poesía de estética satánica. al estilo de Baudelaire, cada vez más pornográfica. “Mi propósito no es simplemente escandalizar, sino arrancar brutalmente el sentido de pecado”, dice. En 1898 se une a la Ordén Hermética de la Aurora Dorada, fundada en 1887. Su sistema venía de un libro encontrado por su fundador, Mathers, en una biblioteca de París. No tenía ningún ritual, sólo listas de ángeles y demonios a invocar, así como talismanes para consagrar y obtener todo tipo de poderes. Ya que aunque se dice siempre que hay dos escuelas de magia, la blanca y la negra, éstas fácilmente se entremezclan. Por eso Crowley en Londres tenía dos habitaciones que usaba como templos, una para magia blanca y otra para negra.

Después de romper con Mathers, Crowley se casa y en Egipto pasa una noche en la Gran Pirámide, invocando al dios con cabeza de ibis que representa la sabiduría. Su esposa recibe allí un mensaje de Horus, cuya estatua vieron que tenía en un museo el numéro 666. Así contactan con su Ángel Guardián: Aiwass, un mensajero de Set, dios destructor, que algunos llaman Satán. Este le dicta El Libro de la Ley, cuya máxima es que “no hay otra ley más allá de Ház lo que quieras”. Su misión ahora es enseñar que dios está dentro de nosotros (“no hay dios”) y que el alma o centro del hombre es la Verdadera Voluntad. En el libro presenta una parodia de la Santa Cena, que convertirá en un ritual sexual en la sociedad que origina el satanismo moderno: la Ordo Templi Orientalis.

ORÍGENES DEL SATANISMO MODERNO

La O.T.O. había sido fundada por masones alemanes en 1902, y propugnaba una sexualidad mágica, adorando un ídolo androgíno, Baphomet, supuestamente relacionado con los templarios. Su fundador, Reuss, había sido de la ejecutiva socialista con la hija de Marx, hasta ser expulsado por su afición al cabaret. Entre ellos estaba Rudolf Steiner, el secretario general de la Sociedad Teosófica, que luego fundaría la Antroposofía. El propósito de su magia no era buscar el placer sexual, sino un poder sacerdotal, que se concretaba también en dinero. Ya que Crowley relacionaba el éxito de estos rituales con la llegada de los donativos que mantenían la secta

Crowley pasó años en Nueva York, donde llega a tener bastante influencia. Allí hace propaganda alemana, hasta que al final de la guerra forma una comuna en Sicilia. Pero tras la muerte de dos de sus miembros, es expulsado por Mussolini, para morir como un heroínomano en Inglaterra. Sus últimas palabras, temblando entre lágrimas, fueron: “estoy perplejo”. Según la compasiva biografía que ha hecho John Symonds, cada cinco minutos se creía alguien diferente. Utiliza cientos de nombres y personalidades, en relación con sus visiones de anteriores reencarnaciones, y piensa que puede controlar la realidad por el pensamiento mágico. Por eso en Berlin se cree invisible en una cafetería, o andando entre la gente. En ese sentido el satanismo tiene algo de fenómeno patológico.

En su mente enferma, Crowley encuentra justificación para todo. Aunque a veces se refugiaba en la idea de que estaba en las manos de un demonio como Aiwass. Nunca admitió ningún error, aunque escribe que en su corazón se sabía culpable. Tuvo una vida de total indulgencia con todo lo que creía que Dios odiaba (magía, sexo y drogas), llegando a ofrecerse a las autoridades revolucionarias rusas para ayudar a destruir el cristianismo. Pero al final de su vida, aquí en Hastings, durante los bombardeos de la segunda guerra mundial, repetía las palabras del Salmo 23, buscando la protección de aquel Dios que había conocido de niño.

ROCK Y SATANISMO
El mito de Crowley está intimamente unido a todo lo que significa la contracultura juvenil de los años sesenta y setenta. Su cara aparece en la portada del disco de los Beatles, Sergeant Pepper. Pero será el guitarrista del grupo Led Zeppelin, Jimmy Page, el mayor responsable de la “crowleymanía” de los setenta. Page leyó “Magia en teoría y práctica” con sólo once años. Colecciona sus manucristos, primeras ediciones, pinturas, túnicas, sombreras, bastones y cartas tarot.

Page compra en 1970 la casa Boleskine, al lado del lago Ness, que Crowley adquirió para ciertos rituales mágicos. Page contrata a un satanista para decorarla con murales que la devuelvan su condición original. Cinco años después financia una librería ocultista en Londres, que lleva su astrólogo, reeditando las obras de Crowley. Y hace inscribir en el vinilo de su tercer disco, el lema de Crowley: “Ház lo que quieras”. El director de cine Kenneth Anger era discípulo de Crowley. Le pidió a Page y a los Rolling Stones, que participaran en su película “La rebelión de Lucifer”, para la que Jagger compone la “Invocación de mi Hermano Demonio”.



David Bowie hace también referencia a Crowley en su disco “El hombre que vendió el mundo”. Así como Bruce Dickinson del grupo Iron Maiden, que escribió incluso un libro sobre Crowley. Richard Ramírez es el bajista del músico más conocido hoy por sus provocaciones a la religión, Marilyn Manson. El define así el satanismo: "Es un proceso mental de ser tu mismo, de autopreservación. No implica necesariamente adorar al diablo. La palabra satanás simboliza la máxima rebelión”.

LA IGLESIA DE SATANÁS
Anton Szandor LaVey nació en Chicago en 1930, aunque vivió la mayor parte de su vida en San Francisco, donde fué domador de leones, fotógrafo de sucesos y organista profesional, antes de fundar en 1966 la Iglesia de Satán, siendo conocido por sus seguidores como el papa negro. “Los sábados por la noche –recuerda LaVey– podías ver a cantidad de hombres contemplando con lujuria a aquellas muchachas semidesnudas que bailaban en la feria. Cuando al día siguiente, por la mañana, tocaba el órgano en el servicio dominical de los evangelistas, volvía a ver a esos mismos hombres, ahora convertidos en padres de familia, acompañados junto con sus esposas e hijos. Descubrí entonces que la iglesia cristiana se asienta en la hipocresía.”

LaVey escribió una Biblia Satánica en 1969. En los últimos años hizo algunos discos, pero no le gustaba el rock, que no consideraba útil para sus propósitos. Muchos creen que aparece en la película “La semilla del diablo”, pero no tuvo nada que ver con la película de Polanski. En su sepultura, “sólo lamenta las veces que ha sido demasiado amable”. La hija de LaVey, Karla, fue sumosacerdotisa de la iglesia de su padre, pero fundó su propia denominación en San Francisco en 1999.

El Templo de Set es otra división del grupo de LaVey, encabezada por Michael Aquino en 1975. La simbología nazi identifica esta secta. Hoy hay otras muchas que son generalmente escisiones de las anteriores, pero tienen más relación entre sí de lo que parece. La mayor parte están en Europa y EE.UU., agrupadas bajo la Orden Estelar Antigua Mystical-Kindi.



¿QUÉ ES EL SATANISMO?
La mayor parte de la gente no entiende realmente qué es el satanismo, empezando por los propios cristianos, que tienen a veces ideas extrañas sobre el ocultismo. Ya que los satanistas no adoran a Satanás, porque como dicen ellos mismos, “en el satanismo cada uno es su propio dios”. Es algo chocante, ya que el nombre de Satán es onmnipresente en el satanismo, pero hay que darse cuenta que ellos lo entienden “más como un símbolo, que como una entidad sobrenatural”. Filosóficamente, podríamos considerar al satanismo como epicúreo, ya que pretende “gozar de la vida de la manera más intensa posible y convertir la voluntad en la única ley”.

Ese aspecto nihilista del satanismo es el que Julio Caro Baroja observa en las personas que asistían a misas negras en el País Vasco: "Son en general gentes hasta cierto punto sofisticadas, con una pequeña o gran tendencia a la hipertrofia del yo y una curiosidad morbosa por ciertas psicopatías, sexuales sobre todo”. Es gente, para el antropólogo, que “en suma poco tiene que ver desde todos los puntos de vista con las brujas campesinas de la Europa medieval y de los siglos XVI y XVII”.

LA GRAN MENTIRA
El diablo lleva diciendo desde el principio que nos libraremos del mal, si nos entregamos a él, pero en realidad lo que hace es anastesiar nuestra conciencia. Sus palabras suenan bien, y siguen atrayendo a todo aquel que se siente desesperado, al descubrir como Crowley, que no puede dominar sus pasiones. Es por eso que el satanismo nace de la Iglesia, y no del mundo ateo, porque es una expresión de apostasía, no de ignorancia. Es la subversión de la moral cristiana, llamando al dominio propio, pecado, y al abandono, redención. Y como en el Edén, nos lleva a la desintegración moral, la locura, e incluso una muerte temprana.

“Lo que entiendo del sistema de Crowley”, dice el músico Jimmy Page, “es que la represión es la mayor obra del pecado”. Por eso, era tal vez conocido por llevar una colección de látigos en su equipaje para humillar a sus seguidoras, con el mismo placer que mostraba su maestro. “Crowley no tenía una gran opinión de la mujer”, dijo el guitarrista de Led Zeppelin, “y yo creo que no estaba equivocado”. El satanismo se basa en la búsqueda de una “auténtica voluntad”, que deja los instintos libre de toda restricción moral. Las drogas, el alcohol, o los rituales sexuales, son en este sentido medios para conseguir una conciencia de autoliberación.

El hombre toma así el lugar de Dios. Cree que no está sujeto a nadie y se autorrealiza por la obediencia a su voluntad soberana (“no hay más ley que haz lo que quieras”). Pero lo que el satanismo llama “verdadera voluntad” no es sino el auténtico “mensaje de redención” de la serpiente en el Edén (Génesis 3), por el que “siendo como Dios”, estaremos más allá del bien y del mal.

El verdadero Evangelio nos trae, sin embargo, un mensaje de victoria frente al mal, por lo que Cristo ha hecho en la cruz. No se trata por lo tanto de aceptar el mal, sino de librarnos de su poder y su culpa, por la fe en su muerte y su resurrección. Así que “¡ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz” (Isaías 5:20). Pero Jesús dice: “la verdad os hará libres” (Juan 8:32).

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