José de Segovia John Todd y los Illuminati
Este mundo caído no se mueve por la inteligencia del mal, sino por la necedad y el egoísmo de una sociedad fragmentada en que todos buscan su propio interés.
| José de Segovia
Las teorías conspiratorias nos atraen porque nos hacen sentir importantes. Si los problemas que tenemos no son prueba de nuestra fragilidad e impotencia ante la vida, sino que somos víctimas de un drama oculto de grandes proporciones, no sólo nos sentimos menos solos, sino que en nuestra vanidad queremos encontrar significado a la banalidad del mal. La verdad es que este mundo caído no se mueve por la inteligencia del mal, sino por la necedad y el egoísmo de una sociedad fragmentada en que todos buscan su propio interés, como John Todd (1949-2007).
Si las redes están hoy llenas de grupos donde los solitarios encuentran consuelo en saberse conocedores de la gran conspiración de los Illuminati, es porque ese conocimiento oculto, transmitido por unos pocos, cree haber sido descubierto por esas mentes preclaras que han visto la luz que los demás ignoran. Esta mentalidad gnóstica tiene también su versión cristiana, como en la antigüedad. De ella es de la que vamos a hablar ahora, la que lleva del pastor Jedidiah Morse (1761-1826) a las publicaciones de Jack Chick (1924-2016), basadas en las revelaciones de Todd sobre los Illuminati.
Todd pretendía haber sido satanista, criado en una familia dedicada a la brujería, pero convertido al cristianismo en 1972. Lo que pasa es que luego fue condenado a treinta años de prisión por violación y abuso de menores, hasta morir en un psiquiátrico en el 2007. Sus seguidores creen que su muerte y encarcelamiento también fue resultado de una conspiración. El objeto de estas reflexiones no es decir lo malo que era Todd, sino profundizar en la confusión entre fantasía y realidad que se da en ciertos círculos evangélicos.
Aunque ahora es más fácil que nunca obtener información por Internet, uno se encuentra habitualmente en las redes con noticias falsas y teorías conspiratorias. Es cierto que mucho está todavía en inglés, pero el problema de muchos no es que no sepan, ¡es que no quieren saber! El mundo está lleno de ignorantes con tantos prejuicios que no merece siquiera la pena intentar iluminarles. En el caso de los creyentes, además, la fe se une a la credulidad en un sentimiento de amenaza que les hace ver enemigos por todas partes. En su fanatismo buscan su identidad en un tribalismo que les libre del caos del mundo actual. Y su discurso se alimenta del mismo victimismo de todos. Todos sufren de un mal para el que intentan encontrar explicación, no sólo en la Biblia, sino en una realidad oculta.
¿Quiénes son los Illuminati?
En principio, los Illuminati no son más que un grupo escindido de la masonería bávara en el siglo XVIII. Todo lo demás es fantasía esotérica. Los únicos Illuminati que hay en la historia nacen en la parte católica del sur de Alemania, después de la Reforma. Allí se hicieron fuertes los jesuitas. Con ellos se educó Adam Weishaupt (1748-1830), que tenía un abuelo librepensador, influenciado por la Ilustración francesa, el barón de Ickstatt. Tras estudiar derecho, Weishaupt llegó a ser profesor de la Universidad de Ingolstadt en 1772. Fue el primer laico en ser catedrático de derecho canónico en lo que hoy es Alemania. La oposición de sus colegas y algunos miembros del gobierno bávaro le llevó a buscar apoyo en la masonería.
Todd se hizo portavoz de los miedos del cristianismo conservador que favoreció la elección de Ronald Reagan.
Los que confunden a los masones con los Illuminati tienen que saber que estos nacen precisamente en oposición a la masonería. Tras su decepción con la masonería, Weishaupt funda, con otros cinco, en 1776 un grupo llamado los Perfectibilistas, que luego serían los Illuminati. A pesar de su distanciamiento de la masonería, imita sus rituales de iniciación, basados en los supuestos cultos de Mitra. Especula sobre las matemáticas y la limpieza de espíritu, pero sigue la estructura jerárquica de los jesuitas. Le encarga al barón de Knigge los estatutos y grados, que toma de la masonería, pero los dos se enfrentan.
La promulgación de una serie de edictos contra las sociedades secretas hace que los Illuminati desaparezcan con el arresto de uno de sus cabecillas en 1786 y el exilio de Weshaupt, que vuelve al catolicismo-romano antes de morir en 1830. Nada más se supo de ellos hasta que un pastor protestante norteamericano, Jedidiah Morse, defensor de la ortodoxia en las iglesias congregacionales de Nueva Inglaterra, frente al unitarismo, hiciera tres sermones en 1798, tras leer el libro de John Robinson, Pruebas de la conspiración. Defensor del federalismo, Morse creía que los oponentes estaban influenciados por los Illuminati, que creía que eran los responsables de la revolución francesa. Es así como la mente conspiranoica se implanta en los Estados Unidos en relación con la ortodoxia protestante.
El padre del inventor del telégrafo era un geógrafo que había estudiado teología en Yale y era doctor por la Universidad de Edimburgo. Discípulo de Jonathan Edwards, dedicó gran parte de su vida a combatir el liberalismo en la religión. Se opuso a la elección del unitario Henry Ware como profesor de Yale y fundóel seminario de Andover. Organizó la conocida Iglesia Congregacional de Park Street, en Boston, como bastión de la ortodoxia, pero como tantos defensores de “la sana doctrina” acabó víctima de una paranoia que veía conspiraciones ocultas por todas partes.
¿Brujería y satanismo?
Si cierto protestantismo se relaciona con la masonería en el siglo XIX, hay otro tan opuesto a él que lo relaciona con la brujería y el satanismo en el siglo XX. Para denominarlo utilizan el antiguo nombre de los Illuminati, como si todavía existieran. Su asociación nace en la literatura que se populariza a finales de los años 1970 en círculos fundamentalistas con las publicaciones en forma de cómic de Jack Chick. Una de sus primeras influencias fue John Todd, que le revela que su familia había tenido relación con la brujería durante varias generaciones con el nombre de Collins y que él había sido satanista, pero no uno cualquiera. Decía ser, desde 1971, un gran druida sumo sacerdote de lo que llamaba el Concilio de los 13, que supuestamente trabajaba para los que llamaba los Illuminati. Su primera misión era algo tan pintoresco como infiltrar de brujería el ejército en la guerra de Vietnam. La siguiente tarea les resultará más conocida: llevar una de las principales casas de discos para introducir el satanismo entre los jóvenes por medio del rock.
La primera noticia que tenemos de Todd es de 1968. Tenía entonces 19 años. Estaba casado con una mujer llamada Linda y tenían una niña de 4 años llamada Tanya. Vivían con unos familiares en Phoenix (Arizona), cuando pidió a un pastor llamado James Outlaw de la Iglesia Pentecostal Unicitaria que le rebautizara en el nombre sólo de Jesús. Le dijo haber sido boina verde, o sea miembro de las fuerzas especiales del ejército de los Estados Unidos en Vietnam y haber estado dedicado a la brujería hasta que se convirtió en una iglesia pentecostal al sur de California. Outlaw recuerda que Todd desapareció uno meses, pero volvió luego sin su mujer. Le dijo entonces que el Señor les había dado una profecía por la que debían separarse y buscar otra pareja. El pastor le aseguró que estaban equivocados, pero ayudó a Todd encontrar trabajo en un restaurante mexicano. Volvió a desaparecer y no tuvo más noticia de él hasta finales del año 1972 o principios del 1973.
Todd se relaciona entonces con el movimiento de la Gente de Jesús, cuando muchos hippies se convirtieron al cristianismo. Tiene que ver con el ministerio de un café-bar evangelístico llamado Puerta Abierta, que llevaba alguien llamado Ken Long. Outlaw le presentó a Todd. Long creía que Todd hacía milagros. De hecho, le pareció ver curar una pierna. Entonces era parte de la Gente de Jesús, pero cuando Todd le pide que le case con una chica de San Antonio llamada Sharon Garver, Long era ya pastor bautista independiente en Phoenix de la tradición conocida como de la Libre Voluntad o Albedrío. Todd seguía en el café, donde varias chicas le acusan de intentar seducirlas. Dos le confesaron a Long haber tenido relaciones sexuales con él y cuatro le dijeron que estaba todavía en la brujería. Por lo que Long le expulsó de su ministerio.
En 1973 aparece entonces en un programa cristiano de una televisión local en Phoenix (Arizona). Dijo que los Illuminati estaban financiando iglesias fundamentalistas, como la de Long. Pretendía haber sido brujo de la familia Kennedy (“JFK no fue realmente asesinado, le acabo de visitar en su yate”) y que había sido testigo del apuñalamiento de una chica por el senador demócrata McGovern, opuesto a la guerra del Vietnam. Tuvo tanto éxito en el programa, que los espectadores donaron hasta veinticinco mil dólares y se le invitó a trabajar en él, pero Todd prefirió la invitación de un evangelista más conocido, Doug Clark, para participar del programa Profecías maravillosas, de Faith Broadcasting Network. John y Sharon se trasladan a Santa Ana. Son ya todo un fenómeno en el entorno carismático del sur de California.
¿Víctima o fraude?
Como suele ocurrir en el mundo evangélico, nadie hacía preguntas. Iba de un ministerio a otro, según le convenía o tenía problemas con la gente que estaba, que no pasaba nada. Al contrario, donde iba le recibían con los brazos abiertos, porque se consideraban mejores que los otros. No fue hasta 1979 que un periodista de investigación llamado Gary Metz hizo un reportaje sobre él para la prestigiosa revista Christianity Today –fundada por el evangelista Billy Graham y dirigida por el interesante pensador Carl Henry–, seguido de otros en la publicación de la Gente de Jesús de Chicago, Cornerstone. Yo estaba suscrito a las dos, pero es ahora cuando he tomado contacto con Metz, para hacerle preguntas sobre ello. Para los conspiranoicos, Gary es un agente de la CIA, pero para pertenecer a un servicio secreto, sorprende que no es difícil dar con él en las redes.
Cuando Metz consulta su documentación militar, descubre que Todd no tenía más funciones que de mecanógrafo y ni siquiera estuvo en Nam. Lo que dice el informe médico del ejército es que Todd sufría una “inestabilidad emocional con fantasía pseudológica que le hacía difícil distinguir la realidad de la fantasía”. Cuando Todd negó que ese papel existiera, Metz lo publicó. El documento dice que estuvo sólo veinticinco días en Alemania, no en Vietnam. Todd dice que fue allí después, pero tuvo una discusión con un oficial que había estado con él en Nam y le mató de un disparo. Metz no encuentra registro alguno de esa muerte. La razón de su baja militar es “desorden mental de carácter y conducta”.
Su esposa Sharon le cuenta a Metz que Todd “no empezó a hablar de los Illuminati hasta que no escuchó unas cintas después de su conversión”. Ella cree que tomaba drogas y seguía practicando el ocultismo. Para entendernos, hay que explicar que el tipo de brujería que se populariza en el siglo pasado con el nacimiento del satanismo moderno, es una magia sexual. Aleister Crowley (1875-1947) –criado en Asambleas de Hermanos cerradas, pero enfermizamente identificado con todos los personajes condenados en la Biblia, como Caín, Judas o el mismo Anticristo– pasa de una educación represiva a una liberación sexual, por medio de la magia. Por eso cuando Todd quiere atraer a la brujería a familiares de Sharon o chicas del café, lo que quiere es tener prácticas sexuales con ellas. Su propia cuñada dice que Todd le ha dejado embarazada.
John deja a Sharon en 1976 y se marcha a Dayton. Allí conoció a Sheila Spoonmore. Vivieron dos años juntos, antes de casarse, cuando padres de hijas adolescentes le denunciaron por corrupción de menores. Una chica de 16 años dijo que le había hecho seguir un rito de iniciación mágica, desnuda, hasta forzarle a tener sexo oral con él. Estuvo dos meses en prisión de una pena de medio año de cárcel. Salió con cinco años de libertad condicional, porque tenía ataques epilépticos. Vuelve a Phoenix, donde reaparece en el mundillo evangélico en 1977. Long le vuelve a buscar un trabajo de cocinero, ya que ha abandonado el ocultismo. En dos semanas, ya había desaparecido con nuevas denuncias de chicas.
El extraño mundo de Chick
Estos periodos de ausencia en el mundo cristiano, muchos lo ven como momentos de vuelta a la brujería, pero los testimonios son siempre de gente que se considera engañada por él y prefiere verle como un instrumento diabólico de decepción. La verdad es que fueron iglesias y ministerios cristianos los que quisieron utilizar su testimonio, porque les parecía espectacular. Son ellos los que dieron altavoz a sus delirios y hambre enfermiza de atención, que cuando luego todo se volvió en contra de él, intentaron aprovecharse de ello. Un buen ejemplo es Mike Warnke, el cómico cristiano que pretendía haber sido satanista, que llegó incluso a escribir el prólogo de un libro en contra de Todd –escrito por Darryl Hicks y David Lewis–, antes de que el propio Warnke fuera desenmascarado por la propia revista Cornerstone.
Culpar a Todd de todo es no comprender que él no es más que el síntoma de un mal más profundo. Es así como a partir del año 1978, su causa es abrazada por el cristianismo evangélico conservador que se da en los círculos más fundamentalistas, opuestos al pentecostalismo. Para ello Todd tiene que silenciar su pasado en medios carismáticos y extender la conspiración de los Illuminati a organizaciones cristianas de predicadores a los que se oponen estos ministerios fundamentalistas, como es el caso de Billy Graham, Oral Roberts, Pat Robertson, Jerry Falwell, Jim Bakker, Demos Shakarian o Morris Cerullo. Participa en la campaña contra el senador Strom Thurdmond, que tiene que salir del comité de la universidad fundamentalista de Bob Jones por ser acusado de masón. Según él, la policía misma está llena de masones que sirven a los Illuminati. ¡Por eso tenía tantos problemas con ella!
Nace entonces su alianza con Jack Chick, que había usado ya información suya en 1974 para un cómic de la colección grande a todo color Los Cruzados: La cruz quebrada. Ahora usará su testimonio para otros dos de la misma serie, Ángel de Luz y ¿Hechizado?. Su nombre aparece arriba en la primera página de cada cómic y en el último es incluso un personaje llamado Lance Collins, el apellido que aseguraba tener realmente su familia. En ese tercero le intentan incluso asesinar, como empieza a decir a partir de ahora. Este último, menos conocido en el mundo hispano, ya que no se tradujo, porque trata del llamado “rock cristiano” –algo poco conocido en el medio evangélico latino, donde predomina la denominada “música de alabanza”, ¡aunque en otros folletos se traduce como reguetón! –, que Todd creía que era una invención satánica para atrapar a los jóvenes cristianos con su “ritmo demoniaco”. Según él, los Illuminati dieron ocho millones de dólares al pastor Chuck Smith, de Calvary Chapel, para promocionar la música de los hippies convertidos al cristianismo.
Todd predice que los Illuminati tomarán el mundo en 1979, tras un gran desastre económico. Según él, Jimmy Carter es el Anticristo que tomaría medidas que llevarían a una tercera guerra mundial: primero, quitaría el derecho a las armas (algo que para el cristianismo norteamericano es tan sagrado como la Biblia); segundo, quitaría la exención de impuestos a los ministerios cristianos (una de las explicaciones por las que hay tantas organizaciones religiosas en Estados Unidos); tercero, ordenaría el “genocidio” para los que promueven la conversión de miembros de otras religiones (pena de muerte para la evangelización); cuarto, establecería la ley marcial (privilegio del presidente); y quinto, prohibiría el abastecimiento de comida y medicinas (la obsesión de los que buscan la supervivencia en la América profunda). En una palabra, Todd se hace portavoz de los miedos del cristianismo conservador estadounidense, que favoreció la elección de Reagan.
¿Niño de Dios?
Cuando uno busca imágenes de Todd en un buscador no encontrará más que una foto con bigote en blanco y negro de los años 1970, así como la ilustración de la portada de una publicación suya sobre Los Illuminati y la brujería. Es una edición de los Niños de Dios en 1980, cuando se llamaban ya la Familia Internacional. La relación de Todd con David Berg (Moisés David) tiene que ver con Doc Marquis (1956-2018). Este escritor cristiano pretendía haber sido miembro de los Illuminati desde que era niño. Dejaría la organización en 1979, como según él, quería hacer Sharon Tate, cuando fue asesinada por Manson en 1969, que era también Illuminati ¡Claro! Estos le intentaban matar también a él, decía.
"La mente conspiratoria está en contradicción con la mente cristiana que nos presenta el Nuevo Testamento".
Marquis empezó a dar charlas para los antiguos Niños de Dios en la casa de Friendswood (Texas), que pertenecía al llamado Hermano Tomás –televangelista que apoyó a la Familia en Houston, pero luego se convirtió en uno de sus enemigos, aunque la casa sigue siendo de ellos–. La publicación de Todd en el año 1980 va acompañada de los dibujos de Jacob Sailor, el nombre que usaba el ilustrador de las Cartas que Moisés David editaba como True Comix, “sólo para adultos”. Berg hacía entonces dos tipos de publicaciones, las que difundían sus miembros para un público amplío y las que sólo llegaban a las manos de los seguidores que entendían el contenido sexual de estas cartas. Al autor de las ilustraciones se añade que el texto de Todd va acompañado de comentarios de M&M, las iniciales del departamento de literatura de la Familia Internacional –literalmente Mail Ministry–.
Cuando Todd fue arrestado en 1987 por la violación de una estudiante de la Universidad de Carolina del Sur, es acusado también de abuso de menores en una escuela de karate donde trabajaba. La sentencia era de treinta años, pero fue liberado en el 2004 para seguir un tratamiento en el departamento de salud mental de este estado. Murió estando ingresado, a finales del 2007. Parece que al final de su vida volvió al pentecostalismo unicitario del comienzo. Negaba la Trinidad e insistía en que el único bautismo válido era sólo en el nombre de Jesús. Todavía en 2006, Chick continúa publicando cómics sobre él, como “el ex-gran druida sumo sacerdote”.
El carácter sexual de los delitos de Todd hace pensar que podría tener alguna conexión con la peculiar combinación de cristianismo evangélico y sexo libre que hay en los Niños de Dios, pero no hay más prueba para ello que su publicación de 1980. Es cierto que es en plena época de exploración sexual en el entorno de Berg. Y a partir de 1979 se pierde la pista de Todd, que se traslada supuestamente al medio rural de Montana. ¿Quién sabe a lo que se dedicaría entonces? Es cierto que la Familia Internacional no publica autores que no fueran Niños de Dios, ¡ni siquiera Doc Marquis! Yo no creo que Todd fuera de los Niños de Dios, pero tuvo relación con ellos. Cuánta, es uno de los muchos misterios de Todd, que aún quedan por resolver. Lo increíble es que todavía haya evangélicos que le defiendan.
Sin temor
Es hora ya de llegar a algunas conclusiones. En primer lugar, debo decir que tras estudiar el tema en profundidad, no veo ninguna evidencia para la conspiración de la que habla Todd. Es más, creo que la mente conspiratoria está en contradicción con la mente cristiana que nos presenta el Nuevo Testamento. Si alguien podía estar paranoico por los ataques que recibía, ese era el apóstol Pablo. Sin embargo, no muestra temor, sino confianza en el Dios en que ha creído y el Cristo que dice a sus seguidores que no tengan miedo.
El clima de sospecha en que viven muchos cristianos desconoce que el amor de Dios por su pueblo se muestra también en amor entre sus discípulos (Juan 17:20-23). Es la apologética final, como decía Schaeffer. Es cierto que hay un conflicto espiritual e ideas equivocada del cristianismo, pero eso no tiene nada que ver con las especulaciones de Todd, sino con la verdad de Jesús, tal y como la proclamaron los apóstoles. Tenemos que examinar todas las cosas a la luz de la Escritura (Hechos 17:11). Hay que probar todas las cosas, para retener lo bueno (1 Tesalonicenses 5:21).
El cristiano tiene que creer en la Biblia como Palabra de Dios, pero no tiene ninguna obligación de creer lo que alguien diga en nombre de ella. Una cosa es la fe y otra la credulidad. El mundo cristiano está lleno de testimonios dudosos de lo que algunos eran antes de su conversión. Estas historias no son la Biblia. Tenemos derecho a dudar de ellas e investigarlas, como cualquier enseñanza que lleve el nombre de cristiana. Eso no quiere decir que esas personas no tengan fe, ni sean realmente creyentes. Nadie está libre de mentira. A menudo nos engañamos a nosotros mismos y acabamos creyendo nuestras mentiras.
La mentalidad conspiratoria ignora la realidad profunda del mal que la Biblia llama pecado. Por muy inteligente que el mal parezca, no hay conspiración perfecta. Una de las evidencias claras de lo que la Biblia llama pecado es la necedad que acompaña una y otra vez al ser humano en su condición caída. Somos estúpidos. Cometemos los mismos errores una y otra vez.
No hay crimen perfecto. Nuestro ego nos hace creernos más listos de lo que somos, pero nuestra torpeza hace que fracasemos continuamente. Tenemos una fragilidad tal que, si no fuera por la misericordia de Dios, estaríamos perdidos. Y sin su sabiduría, no entenderíamos nada. Y esa está en Cristo Jesús, el Único cuya Verdad no debemos dudar nunca.