José de Segovia Little Richard descansa ya de su lucha
Nadie puede dudar de lo genuino de la fe de Little Richard. Te parecerá poco ejemplar y contradictoria, pero no podía ser más auténtica.
| José de Segovia
Little Richard (1932-2020) se fue a casa de su Salvador, este sábado a los 87 años. Criado en la iglesia bautista, comenzó como cantante de gospel, antes de convertirse en el más salvaje y exuberante de los pioneros del rock. Tiene un encuentro con Dios en 1957 y deja sus gritos, pelucas y maquillaje. para entrar en una escuela bíblica. Vuelve a perder el rumbo con el sexo y la droga en los años 1960, hasta buscar de nuevo la santidad en 1977. Así se debate una y otra vez entre el ministerio cristiano y la vida loca, pero encuentra finalmente la paz en Cristo, estos últimos años.
El arquitecto del rock´n´roll con canciones como Lucille o Long Tall Sally venía de una pobre familia afroamericana de Macon (Georgia). Richard Penniman –que es como se llamaba realmente– era el tercero de doce hermanos. El padre era albañil y diácono de la iglesia bautista, pero se dedica también al comercio clandestino de alcohol en un club nocturno, donde es disparado por su mejor amigo. Maltrató a Richard, que le parecía afeminado, hasta echarle de casa a los 15 años. Vuelve con su madre, tras la muerte de su padre, asesinado. Con ella iba a la Iglesia Bautista Nueva Esperanza y con su abuela a la Iglesia Metodista Episcopal Africana.
La mayoría de los pioneros del rock son bautistas o pentecostales, pero incluso los bautistas, como Elvis o Richard, frecuentan las reuniones de “avivamiento” de las “iglesias de santidad”, donde se “bailaba en el Espíritu” y se “hablaba en lenguas”. Muchos estudiosos de la historia del rock han analizado, por eso, la relación entre sus conciertos y los cultos a los que iban desde niños. Antes que ellos ya estaba la Hermana Rosetta Tharpe con su guitarra eléctrica. Fue ella la que descubrió a Little Richard para el mundo del gospel en 1947. Esa es la música que hace hasta conocer el éxito con Tutti Frutti en 1955, la canción que para muchos da origen al rock´n´roll.
Compleja sexualidad
Aunque para muchos es un icono gay, la realidad es que calificar a Little Richard de homosexual es simplificar demasiado su complicada sexualidad. Aunque la letra original de Tutti Frutti hacía referencia a esa práctica que él consideraba “antinatural”, el delito por el que es arrestado y condenado ese mismo año, por “conducta sexual impropia”, no tiene nada que ver con la homosexualidad. Las dos mujeres con las que estuvo unido han dicho que no lo era. Más bien, su tendencia parece ser la de voyeur de sexo heterosexual. Sin embargo, practicó la bisexualidad, a menudo en un contexto de orgías. En unas entrevistas reconoce ser “gay”, en otras “bisexual”, pero “omnisexual” es la expresión que utiliza en su autobiografía de 1984.
Todo esto lo califica una y otra vez de “perversión”. Nunca lo acepta como normal. El creía que “Dios hizo a los hombres, hombres, y a las mujeres, mujeres”. Por lo que “tienes que vivir como Él quiere que vivas”. No justificó su pecado, ni sugirió que la santidad no fuera necesaria para ser cristiano. Hacía lo que no quería hacer, según el lenguaje de Romanos 7. Vivía en tal conflicto que decía: “Me levantaría de una orgía e iría a buscar mi Biblia”.
De hecho, cuando tiene esa experiencia de Dios en 1957 –durante su gira australiana con Gene Vincent y Eddie Cochran– y entra en la escuela bíblica de Oaskwood, tiene un incidente de exhibicionismo con un estudiante que, al ser denunciado por su padre –diácono de una iglesia bautista–, tiene que abandonar el centro. Conoce entonces a su esposa en una reunión evangélica y se casan en 1959. Ernestine Harvin era una secretaria de Washington. Juntos adoptaron un niño de un año, hijo de alguien de la iglesia que había fallecido. Estaba tan unido a su padre, que acabó siendo su guardaespaldas. Es quien ha dado la noticia de su fallecimiento.
Conflicto continuo
Como todos los pioneros del rock, Little Richard no concebía que se pudiera hacer rock siendo cristiano. Esa era la música del diablo, para ellos. Ese problema hace que se debata una y otra vez entre el gospel y el rock´n´roll, como si fueran cosas antitéticas. Cuando se hace adicto a la cocaína a principios de la década de 1970, había abandonado la música espiritual, para seguirle de nuevo el juego al diablo, creía él. En 1977 deja los escenarios para ser evangelista de la Iglesia del Remanente Universal de Dios. Insiste en la necesidad de la Ley y condena el rock:
“Muchos de los ritmos de la música hoy vienen del vudú, de los tambores vudú. Si estudias la música con sus ritmos, como yo he hecho, verás que es cierto. Yo creo que este tipo de música está alejando a la gente de Cristo. Es contagiosa. Creo que Dios quiere llevar a la gente del rock´n´roll a la Roca de la Eternidad, para poder recibir la vida eterna.”
Su trasfondo legalista, por el que insiste una y otra vez en los Mandamientos de Dios, viene en parte de su tío, que era pastor adventista, pero también del colegio bíblico donde fue, que tenía esa misma orientación. El problema es que no sólo el sexo y la droga le atraían, sino también el dinero y la fama. Cuando deja el rock al principio, aceptó participar en ocasiones en conciertos de músicos que le admiraban, como los Beatles o los Stones. Si Elvis era el ídolo de Lennon, Richard lo fue de McCartney y Jagger ha dicho que fue su mayor inspiración. Era difícil resistir sus elogios.
Descanso final
Nadie puede dudar de lo genuino de la fe de Little Richard. Te parecerá poco ejemplar y contradictoria, pero no podía ser más auténtica. Eso sí, era una fe en conflicto. La cuestión es si no es esa la experiencia apostólica. El Nuevo Testamento habla siempre de la lucha de la fe. Los que compadecen a Little Richard por su conflicto atormentado, más bien deberían admirar el valor por el que se enfrenta a sí mismo, la honestidad por la que llama a las cosas por su nombre y no justifica nunca su pecado. No me da pena, sino envidia, su valor por no tener miedo a hablar siempre de dónde está la salvación.
Cuando estuvo en el festival Crossroads de Gijón en 2005, pidió las llaves de una iglesia para ir a orar a solas y regaló a todos los asistentes un libro evangelístico. Tras su última actuación en Las Vegas, en 2014, dijo que no quería volver a cantar rock´n´roll, sino ser “santo como Jesús”. Su última entrevista fue con una cadena cristiana de televisión en 2017. Sale vestido de traje y corbata, afeitado y sin maquillaje, para hablar de la esperanza de la fe, sentado en una silla de ruedas:
“Quiero ser salvo por Jesús, hacer lo que Dios quiere que haga. No quiero jugar con Él. Él es el Dios verdadero, Salvador real, el Príncipe de Vida. Seas quien seas, Dios te ama. Sólo tienes que decir: “¡Dios, tómame como soy! Yo soy pecador. Todos hemos pecado y estamos lejos de la gloria de Dios. Yo he probado todo, pero no has probado nada hasta que pruebas a Jesús. El te mostrará el camino, porque Él es el Camino. Te dará paz y vida eterna. No queda mucho para llegar a casa.”