Un cuarto de siglo con Los Simpson


Veinticinco años después, Los Simpson siguen siendo uno de los programas de televisión más vistos en todo el mundo. Su filosofía es ahora, objeto de estudio en muchas universidades. El libro del periodista judío Mark A. Pinsky, El evangelio según Los Simpson, investiga la dimensión religiosa de esta serie animada. La obra ha sido traducida por la editorial mexicana Selector.

Este título pertenece a una popular serie de libros en lengua inglesa, que publica una editorial protestante llamada Westminster-John Knox, que tiene una amplia distribución comercial en Estados Unidos. La colección comenzó en 1965 con la obra de un pastor evangélico presbiteriano ya fallecido, Robert L. Short (1932-2009). Su libro “The Gospel According to Peanuts” comentaba las tiras cómicas en periódicos de personajes como Charlie Brown o Snoopy, que hacía el dibujante Schulz (1922-2000), perteneciente a una de las denominaciones pentecostales americanas que lleva el nombre de Iglesia de Dios.

El siguiente libro más conocido de la serie es tal vez “El evangelio según los Simpson”, que tuvo una gran repercusión en los medios de comunicación norteamericanos. Su autor es un periodista judío que ha trabajado para el ejército israelí y está especializado en información religiosa. Aunque no es cristiano, Pinsky conoce muy bien a los evangélicos, sobre los que ha escrito un libro mostrando la complejidad y pluralidad de este movimiento. Tiene otro título en esta colección sobre “El evangelio según Disney”, que no ha sido todavía traducido al castellano.

INTERESANTE SERIE
El único volumen de esta serie que se ha publicado en España es “El Evangelio según Hollywood”, escrito por Greg Garrett, un profesor episcopal de la universidad protestante más importante de Estados Unidos –Baylor, un centro de origen bautista que hay en Waco, Texas–. La obra traducida por la editorial católica Sal Terrae en Santander, el año 2008, es la única que hay disponible en nuestro país de un catálogo que abarca estudios sobre “El Evangelio según América”, Bruce Springsteen, Harry Potter, Oprah, la ciencia-ficción, Star Wars, los Beatles o Tolkien.

Es cierto que no todos los escritores son evangélicos, en el sentido conservador del término –ya que hay judíos como Pinsky, pero también unitarios universalistas como Symynkywicz, que escribió un libro sobre Springsteen–, pero hay títulos con mucha claridad sobre la fe cristiana –como el del británico Steve Turner acerca de los Beatles–, que merecerían ser traducidos al castellano. Esperamos que este libro sobre Los Simpson pueda tener alguna distribución en España, pero seguro que no decepcionará a nuestros lectores mexicanos.



IMAGEN PROVOCATIVA
Cuando el creador de Los Simpson, Matt Groening, era boy-scout, cuenta en una entrevista que robó una Biblia de la habitación de un hotel, y subrayó todo aquello que le parecía sucio. Cuando lo descubrió su jefe de exploradores, Groening dijo que para aplacar su furia le contó que había dicho a Dios: "Sé que me perdonarás por no creer en Ti". La imagen provocativa de esta serie de animación contrasta con sus continuas referencias a la iglesia, la oración y la Biblia. Pero ¿en qué consiste el evangelio según Los Simpson?

Para entender el Evangelio según Los Simpson hay que darse cuenta que abarca desde la sanidad por fe hasta las misiones, pasando por el unitarismo o los parques de atracciones cristianos. Esta curiosa mezcla de fascinación y sospecha está muy bien reflejada en los dos personajes que representan más claramente la religión en la serie: Ned Flanders y el Reverendo Lovejoy...

¿SAN FLANDERS?
Flanders es un irritante evangélico que vive al lado de los Simpson. A pesar de ser algo reprimido (“di cualquier cosa, que no lo habré hecho”), y a menudo fanático (“yo guardo hasta la comida kosher, por si acaso”), Ned es un verdadero cristiano, que muestra su fe por sus obras. Homer le describió una vez como alguien “más santo que Jesús”. El Reverendo Lovejoy es, sin embargo, un pastor que representa casi todas las denominaciones en su Primera Iglesia de Springfield, donde van los Flanders, los Simpson, y casi todo el pueblo. Tiene el aspecto pomposo y sedante de un tele-evangelista de valium. Su fundamentalismo es a veces incendiario (“la ciencia ha fracasado de nuevo ante las aplastantes evidencias de la religión”), pero otras frío y profesional (“hago lo que puedo con un material como éste”). Homer le ha descrito en una ocasión como “el tipo que da esos sermones en la iglesia, capitán cómo-se-llame”...

Cuando, en un episodio, Flanders tiene que adoptar a los hijos de los Simpson, descubre que todavía no han sido bautizados, por lo que llama angustiado al Reverendo. Éste, irritado por haber sido molestado cuando estaba disfrutando de sus trenes en miniatura, responde con desprecio: “Ned, ¿has pensado en alguna de las otras principales religiones? Son prácticamente lo mismo”. Inmediatamente su tren se estrella, soltando humo. Ned coloca entonces un cartel en la puerta que dice “nos hemos ido a bautizar”, y se dirige al río. Allí los niños son finalmente “rescatados” por Homer, que logra evitar que el agua caiga de un cáliz dorado. Aunque el intento de Ned de un bautismo forzado es poco admirable, sin embargo, es interesante que su sinceridad no se ponga en cuestión. Es una persona auténtica, que a veces se muestra fuerte, pero también tiene sus debilidades...

El Reverendo Lovejoy, sin embargo, es un claro representante de lo peor de la religión organizada. Su fe es algo nominal y vacío. Se enorgullece de haber vuelto a poner la maqueta en el vestíbulo de la iglesia, como uno de sus grandes actos de fe. Y cuando un cometa amenaza destruir Springfield, Homer se lamenta diciendo: “En momentos así me gustaría que fuera un hombre religioso”. Pero el Reverendo corre histérico por la calle, gritando: “¡Se acaba todo!, ¡ya no hay más rezos!”. Sin embargo, Ned ha construido un refugio al que invita a todo el pueblo. Y cuando está tan lleno que no se puede cerrar la puerta, se ofrece como mártir. Le dice entonces a su hijo: “Si me vuelvo loco de miedo, quiero que dispares a papá si intenta volver adentro”. La gente sale entonces avergonzada, y lo único que destruye el cometa es el refugio...



LA OFENSA DE LA CRUZ
Para uno de los autores de Los Simpson, Steve Tompkins, “la calidad del humor está en proporción indirecta con las verdaderas creencias de la persona”. Ya que “cuánto más se muestren, menos divertido resulta”. Su papel es provocar, dice Mark Pinsky –el escritor de este libro, que ha grabado todos los episodios de la serie y mantenido entrevistas con varios de sus autores–. Uno de ellos, Al Jean, dice que se considera “alguien que cree en las enseñanzas de Jesucristo, pero no es un gran aficionado de la religión organizada”. Él comenzó a trabajar en la serie en 1989, por lo que ha escrito con Reiss más de doscientos episodios. “Desde muy temprano mostramos a los personajes yendo a la iglesia”, dice. Pero “la gente es muy sensible con estas cosas”, por lo que evitan siempre las imágenes de Cristo, sobre todo en la cruz.

Marge dice a los niños que deben ir a la iglesia, para “aprender moral y decencia”. Así sabrán “cómo amar a su prójimo”. Pero la escena siguiente muestra al Reverendo en el púlpito con una cita apócrifa del Antiguo Testamento, llena de violencia sangrienta. Ya que el evangelio según Los Simpson es eso: la necesidad de vivir en paz y amor con tus vecinos… Pero la realidad es otra. Y es ahí de donde parte el verdadero Evangelio. No de bonitos deseos y buenas obras, sino de la impotencia del hecho de que no podemos vivir como debiéramos.

El cristianismo no consiste por lo tanto en los sacrificios de Flanders, ni en la vida cómoda del Reverendo, sino en el sacrificio que Cristo hizo una vez y para siempre. Esa es la única buena obra que nos salva. Por lo que no se trata de ser buenos, sino nuevos. Y eso es algo que sólo el Espíritu de Dios puede hacer por medio de nuestra confianza en la justicia de otro, Cristo Jesús, que llevó nuestras contradicciones bajo el peso de esa cruz que no pueden mostrar Los Simpson, porque su mensaje sigue siendo demasiado ofensivo.

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