José de Segovia El evangelio según los Beatles (4): ¿Todo lo que necesitas es amor?
Ellos fueron una “buena noticia” para muchos, a los que su mensaje de amor sigue inspirando hasta el día de hoy, pero ¿es esa “la buena noticia” de Jesús?
Si hay una frase que resume “el evangelio según los Beatles” esa es “todo lo que necesitas es amor”. Medio siglo después de su separación nos damos cuenta de que ellos fueron una “buena noticia” para muchos, a los que su mensaje de amor sigue inspirando hasta el día de hoy, pero ¿es esa “la buena noticia” de Jesús?
“Desde luego que John no quería decir que los Beatles eran literalmente mayores que Jesucristo –dice Paul McCartney el año 2004–. El sólo se refería a la falta de asistencia a la iglesia”. Aunque como Ringo Starr observa el año 2000, “no había más gente que iba a verlos, que a la iglesia”. Muchos seguidores del grupo, de hecho, nunca creyeron que Lennon hubiera dicho tal cosa.
La amiga a la que Lennon dijo eso en una entrevista, Maureen Cleave conoció a los Beatles por una entrevista que les hizo en 1963. Era algo mayor que ellos, para ser una fanática del grupo, pero se ganó tanto su confianza, que valoraban mucho su opinión y cambiaron incluso las letras de A Hard Day′s Night y Help!, por sugerencia suya. Había nacido en la India. Era hija de un comandante del ejército británico y una irlandesa, que cuando tenía seis años fue con su madre a Bombay y su barco fue torpedeado por los nazis. Al ser rescatada, fue llevada a Belfast, donde se crió hasta estudiar Historia en Oxford y empezar a trabajar en el periódico Evening Standard en 1959.
La entrevista con John Lennon en 1966 fue la primera de una serie con cada uno de los Beatles y el manager Brian Epstein. Hablaba con ellos en su propia casa de muchos temas, sin ningún objetivo promocional. La vida y enseñanza de Jesús siempre había intrigado a Lennon, que se había criado en la iglesia. A Lennon le entusiasmaban la historia y la poesía, pero también la religión y la mitología celta. El músico le enseñó a Maureen su nueva casa, una mansión que imitaba el estilo Tudor en St. John′s Hill, Weybridge. Tenía una gran colección de objetos y juguetes, que iban desde una armadura y un traje de gorila a una gran Biblia –que había comprado recientemente en Chester– y un enorme crucifijo de altar.
Búsqueda de sentido
En 1963 Paul McCartney dice a la revista Playboy: “Ninguno de nosotros –los Beatles– cree en Dios, pero somos más agnósticos que ateos”. Pocos meses después tienen su primera experiencia con el LSD. La droga les ofrece la posibilidad de nuevas experiencias, cuando se estaban ya empezando a cansar de tanto éxito. “Tenemos todo lo que se puede comprar con dinero –dice Ringo–, pero cuando haces eso, las cosas dejan de tener valor después de un tiempo”. Entonces “buscas otra cosa, una nueva experiencia”.
George Harrison dice que la única cosa que merece la pena buscar en la vida es las respuestas a las últimas preguntas: ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿a dónde voy? “Hemos conseguido dinero y fama –dice George–, fue divertido un tiempo, pero desde luego no es la respuesta a lo que es la vida”.
Paradójicamente, mientras los Beatles buscaban el sentido a la vida más allá de lo material, ellos se convierten a su vez en un sentido para la vida de millones de fans alrededor del mundo. Como explica un padre a la revista Time en 1967, “parecían saber más que nosotros”. Por eso “imitábamos su forma de vestir y su conducta”, dice. “Estudiábamos sus entrevistas, para seguir su opinión”.
La religión de la droga
Cuando los Beatles graban Revolver, John y George empiezan a interpretar sus experiencias con el LSD en clave budista e hinduista. Había sin embargo una diferencia entre ellos. Mientras que Harrison lo ve como una confirmación de que todos somos divinos, para Lennon parece demostrar todo lo contrario, que la divinidad no existe. John piensa que lo único que podemos saber seguro es que estamos aquí. No cree en ese sentido que haya un propósito último para el universo.
Maureen Cleave recuerda que una vez en el apartamento de John Riley –el dentista que les introduce al LSD en Londres–, Lennon se preguntaba si Jesús no podía haber tenido experiencias trascendentes similares al LSD, pero que luego la Iglesia las hubiera reducido a un árido dogma. Le pareció entonces entender la Biblia de nuevo.
Lennon se preguntaba sobre las palabras de Jesús acerca del “Reino de Dios dentro de ti”. Tal vez había que explorar dentro de uno mismo, en vez de mirar al Cielo. ¿No se referiría a una experiencia mística, cuando dice que “la verdad nos hará libres”? ¿O a una disolución del yo, cuando hablaba de su unión con el Padre?
"Si el amor es la sola regla, cualquier otro sentimiento, aunque sea muy justo, estará en conflicto con el amor".
Paul McCartney no prueba el LSD hasta finales de 1966, después de hacer Revolver. Sin embargo, fue él el primero en darlo a conocer en una entrevista con la revista Time. Su experiencia, la describe también en términos religiosos: “Esto me abrió los ojos al hecho de que hay un Dios”. Aunque “es obvio que Dios no está en una pastilla, pero explica el misterio de la vida”. Para él, “es verdaderamente una experiencia religiosa”.
Paul cuenta al dominical británico The People: “No sabía de qué hablaba la gente cuando decía que Dios está dentro de ti, que es el amor y la verdad. La única imagen que tenía de Él era la de un anciano en el cielo con una larga barba. No estoy diciendo que voy a dedicarme a la Iglesia o algo así. Para mí, es algo mucho más personal que eso. Dios es una fuerza de la que todos somos parte. Pero significa que ahora creo que la respuesta a todo es el amor”
El evangelio según los Beatles
Esta idea del amor, proclamada en All You Need Is Love, se convierte en el verdadero evangelio según los Beatles. No ya que Dios es amor, como dice la Biblia (1 Juan 4:8), sino que el amor es Dios. Este es el credo que muchos mantienen todavía hoy, como el verdadero sentido de la vida, pero ¿es esto realmente bíblico? ¿Es amor todo lo que necesitamos?
En una época como la nuestra, en que muchos ya no quieren saber nada de la Iglesia, nadie duda en pensar que, si Dios existe, tiene que ser Amor. Dios es presentado, así como el que todo lo tolera, cuya bondad y benevolencia son incapaces de castigar la injusticia. Dios ya no es amor, sino que el Amor es Dios. Es cierto que el amor está en el centro de la enseñanza bíblica sobre Dios, pero se expresa siempre en el marco de otras realidades bíblicas, como la justicia, la ira y la santidad de Dios. Si el amor es la sola regla, cualquier otro sentimiento, por muy justo que sea, no puede sino estar en conflicto con el amor. Se le atribuye así a Jesús una enseñanza que no es realmente la suya.
Muchos contraponen por eso su enseñanza de amar a los enemigos (Lucas 6:27) con el Antiguo Testamento. Los orígenes veterotestamentarios de este mandato son en general poco conocidos (Levítico 19:18; 1 Samuel 24:18-20; Proverbios 25:21-22), pero la verdad es que ni Jesús, ni los apóstoles (Romanos 12:17) enseñaron nada nuevo, en relación con la venganza personal (Pr. 20:22). No es verdad que el Dios del Antiguo Testamento sea un Dios de venganza, y el de Jesús un Dios de amor.
La cuestión no es restar importancia al amor, sino entender que, en la Biblia, Dios es uno. Él es a la vez amor y justicia. Lo uno no excluye a lo otro, ni se opone a lo otro. La buena noticia que necesitamos no es el evangelio según los Beatles, sino el mensaje de la Cruz, por el que el amor y la justicia se besan. Es por eso por lo que no se puede comprender a Cristo, mientras no se entiende su cruz. Ya que es en definitiva el corazón del Evangelio.
El evangelio de la cruz
La cruz contrasta con la amable ternura y ñoñería de la Navidad. Aquí no hay estrellas, magos o pastores, sino la historia brutal de un hombre colgado de una cruz, traicionado por sus amigos y rechazado por su pueblo, que es condenado a muerte, a pesar de ser inocente. Mayor cobardía, egoísmo, brutalidad y conveniencia, que en este atroz relato, es difícil de encontrar. Sin embargo, la Biblia nos dice que Dios allí “estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Corintios 5:9).
La muerte de Jesús manifiesta la justicia y santidad de Dios, sin la cuales no puede existir su amor, bondad y misericordia. El problema es que no creemos en la justicia de Dios, porque no pensamos que tengamos culpa de nada. La Ley de Dios sin embargo nos declara culpables: “No hay justo ni aún uno” (Romanos 3:10). Si dudas de la gravedad de tu mal, no tienes más que pensar en la muerte, que es “la paga del pecado” (Ro. 6:23), pero el regalo de Dios es “vida eterna en Cristo Jesús”...
Dios muestra así su amor para con nosotros, “en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). La cruz muestra por lo tanto su amor y justicia (Gálatas 3:13; 2 Corintios 5:21), ofreciendo su perdón por medio del verdadero arrepentimiento y la fe no fingida, que sólo Dios puede producir en nosotros por su gracia. Esa “locura de la cruz” se convierte así en nuestra auténtica esperanza...