Miniserie sobre el mundo de adolescentes en la educación y en los hogares Ausencia de referentes espirituales, la otra tragedia de 'Adolescencia'

"Jamie no asesinó a Katie; fuimos todos. Es el trasfondo de esta miniserie, que sigue acaparando la atención de críticos, psicólogos, familias, colegios, etc. Pululan comentarios, análisis psicológicos, sociológicos, tecnológicos, etc., sobre 'Adolescencia'"
"Sin embargo, ni en estos ni en las secuencias de la miniserie, ni en las entrevistas a actores y productores aparece un solo referente explícito a la dimensión espiritual del ser humano"
"La serie evidencia una ecuación de la vida real: adolescencia+diversidad de ausencias+falta de espiritualidad=tragedia. No deja de extrañar, por tanto, que aún hay padres e hijos que se preguntan ¿para qué la espiritualidad?"
"La serie evidencia una ecuación de la vida real: adolescencia+diversidad de ausencias+falta de espiritualidad=tragedia. No deja de extrañar, por tanto, que aún hay padres e hijos que se preguntan ¿para qué la espiritualidad?"
Jamie no asesinó a Katie; fuimos todos. Es el trasfondo de esta miniserie, que sigue acaparando la atención de críticos, psicólogos, familias, colegios, etc. Pululan comentarios, análisis psicológicos, sociológicos, tecnológicos, etc., sobre ‘Adolescencia’. Sin embargo, ni en estos ni en las secuencias de la miniserie, ni en las entrevistas a actores y productores aparece un solo referente explícito a la dimensión espiritual del ser humano. La serie evidencia una ecuación de la vida real: adolescencia+diversidad de ausencias+falta de espiritualidad=tragedia. No deja de extrañar, por tanto, que aún hay padres e hijos que se preguntan ¿para qué la espiritualidad?
Comencemos por aproximarnos a lo que podemos entender por espiritualidad: el camino para alcanzar la experiencia plena de la Vida (R. Panikkar). También es válido que entendamos ‘Vida’, por Realidad, Misterio Divino, Dios, Realización, Cielo, etc. Este es el propósito de la existencia de un ser humano. Cuando este emprende un camino hacia su plenitud, asume entonces una espiritualidad; de allí que existan diversidad de espiritualidades en la historia y culturas de la humanidad. Sin embargo, las espiritualidades, las doctrinas religiosas y las visiones culturales, evidencian que son insuficientes ante todas las incógnitas humanas.

En consecuencia, la espiritualidad que necesitamos asumir en este momento de la historia ha de ser integral; es decir, que sea una espiritualidad que asuma todas las dimensiones del ser humano, y no deje por fuera ninguno de sus aspectos: su corporalidad, su psicología, su espíritu, su sentido comunitario y su integración con el cosmos; en todos estos aspectos está presente el Misterio Divino. Así es como, el arte del camino espiritual consiste en armonizar progresivamente sus diferentes dimensiones.
En este proceso, el encuentro entre las diferentes disciplinas, culturas y tradiciones aportan al itinerario integral del menor. Por ejemplo, la espiritualidad, apoyada en una psicología evolutiva, brinda un sendero que evidencia y facilita los pasos del crecimiento interior del niño. Inicialmente puede vivir su percepción de lo religioso desde su sensibilidad, ayudado por su pensamiento mágico, y luego por la comprensión del lenguaje mítico, que le permite entender, integrase y relacionarse con la familia, el mundo y la sociedad. Evoluciona igualmente el conocimiento del propio cuerpo mediante diversos ejercicios y dinámicas, así como su distinción sexual hombre-mujer.
Llegada la adolescencia uno de los principales beneficios del camino espiritual consiste en descubrirle su propia identidad, con todos los rasgos, tanto psicosomáticos, como sociales, cósmicos y divinos. La percepción de la presencia divina, que hace posible esta ‘magia’ maravillosa, se logra mediante ejercicios sencillos de meditación sobre la propia corporalidad y la gratitud por las propias capacidades. La identidad masculina o femenina se evidencian en un trabajo de espiritualidad integral, que asume cuerpo-alma-espíritu mediante diversas prácticas. La actitud crítica y rebelde del adolescente no se excluye de este proceso, pues este ha desarrollado aún más su capacidad cognitiva, busca superar el lenguaje mítico y pide un mayor protagonismo en su propia formación.
Allí emerge el camino de una orientación que se vale tanto del ambiente escolar académico, como de las dinámicas familiares y de las nuevas dinámicas adolescentes, que son el objeto de esta miniserie. La espiritualidad integral siempre orienta desde la totalidad del ser humano -como el dedo que señala la luna-. Indica al adolescente su contingencia, sus posibilidades, sus límites y horizontes. Esto, parece, le faltó a Jamie en la miniserie. Dado que son las que permiten el propio redescubrimiento, se convierten en liberadoras; y la libertad también educa en las limitaciones.

El oportuno ‘¡No!’, también es salvador, aunque sea temporalmente frustrante, porque ayuda a aclarar horizontes. Esto habla de la presencia de una autoridad. El adolescente aprende que cuando hay límites, autoridad y normas, aún hay libertad. Así se es capaz de asumir las consecuencias de los propios actos. Jamie tan solo quería “asustarla, darle un escarmiento, bajarla de ese pedestal”; pero quien no tiene límites tropieza con la muerte. Somos libres en sociedad, en el contacto con la creación y en el manejo de nuestra existencia, y libres ante Dios; pero hay consecuencias de nuestras acciones; de ellas somos responsables.
La búsqueda de modelos para el crecimiento y la maduración de los adolescentes, posee en la espiritualidad infinidad de posibilidades; desde las más alegres hasta las más sacrificadas; desde las más sencillas hasta las más protagonistas; desde las más exóticas hasta las más propias.
Las figuras espirituales más importantes como Jesús de Nazaret, Buddha, Moisés, etc., están cargadas de rechazos, frustraciones y necesidades de posponer la retribución o el reconocimiento. Y con ellas, se evidencia que la autoridad es importante para que todo ser humano haga su proceso espiritual: de la heteronomía (ley impuesta por una autoridad), se pasa a la autonomía (capacidad para tomar decisiones propias, cuando se es adulto), hasta llegar a la ontonomía (verdadera ley del amor que todo lo armoniza: la sagrada interconexión Dios-Hombre-Cosmos). Por estas ausencias, Jamie, a pesar de saber que había asesinado a su compañera, insistió por meses “yo no lo hice”.
El adolescente no ha desarrollado aún su total capacidad neurológica, por ello, su incapacidad de centramiento y de concentración en lo importante. Ya es sabido que el lóbulo frontal del cerebro se sigue deteriorando en las personas gracias a las pantallas, y no madura en los niños y adolescentes. La espiritualidad integral considera estas limitantes. El ingreso de niños y adolescentes a los espacios virtuales que rápidamente despiertan diversidad de perspectivas, y que requieren de acompañamiento por parte de adultos sanos, implica un desarrollo espiritual de armónica integración entre las partes que convergen en la sociedad: hombres, mujeres, adultos, niños, ancianos, familia, colegio, Iglesias, clubes, entornos naturales, mascotas, etc. Los adultos, por su parte, parecen muchas veces ignorar la fuerza de las redes sociales en los menores, donde un emoji puede ser un golpe contundente.
En este escenario urge la enseñanza espiritual de adentrarse en el silencio, las tareas meditativas y las prácticas contemplativas, que siguen siendo la vía más directa para el desarrollo de estas capacidades humanas. El silencio no es algo que yo hago; el silencio es una dimensión profunda de mi ser; para llegar a ella requiero de entrenamiento; esa es la dimensión del espíritu.
La espiritualidad cuando es integral, siempre sigue los vientos del amor, con sus características de cercanía, aceptación, acogida, entrega, compromiso. Más allá de los espacios religiosos que cada uno profese, es necesario el conocimiento espiritual del amor, mediante prácticas de compasión, misericordia y servicio. Son necesarias experiencias espirituales y grupales del amor. La falta de espacios para interacción temprana en este tipo de experiencias espirituales, crearán una brecha más grande, que impedirá la capacidad de acogida mutua.

No se pueden limitar las ‘experiencias amorosas’ de los adolescentes al noviazgo o enamoramiento personal y privado. Las figuras religiosas y espirituales masculinas no siempre han de ser presentadas como ‘poderosas’, ni las masculinas como ‘atractivas a la mujer’ e incluso, dominantes, pues también han de comunicar una adecuada imagen de la vulnerabilidad y la necesidad. La espiritualidad ayuda a integrar la fragilidad en todo el proceso de desarrollo personal. De tal manera que la experiencia de la Vida, se va haciendo progresiva hasta hacerse plena.
Finalmente, y sin que tenga tono de mea culpa (ya es hora de pasar del infantil ‘por mi culpa’, al adulto ‘asumo mi responsabilidad’):
-Los formadores del ámbito religioso en espacios familiares, educativos y comunitarios, han de superar el adoctrinamiento, y recuperar la salvación, como experiencia gozosa y liberadora de la Vida.
-La espiritualidad es integradora. De allí la importancia de tener experiencias de todas las dimensiones del ser humano: experiencias de conocimiento de la propia corporalidad; experiencias del conocimiento de los dinamismos del alma, (emocionales, cognitivos, y demás inteligencias), y experiencias del espíritu, a las que se llega mediante las prácticas del silencio.
-Un camino de espiritualidad integral implica experiencias de encuentro con el cosmos: salidas al campo, encuentro con la fauna y la flora, contemplación del paisaje, siembra y cosecha, degustación de frutos, aprecio por el agua, caminar descalzos, etc. Esto lleva al milagro del ‘nosotros’, al sentarnos junto al fuego y reír amorosamente; pero también a la apertura silente al Misterio divino. De esto necesitan en la ‘Adolescencia’.
