Debatidos y aprobados los objetivos de la ACG para el próximo cuatrienio La Acción Católica General busca una nueva forma de presencia social
(José M. Vidal, Compostela).- En el tercer día de Asamblea, que se está celebrando desde el jueves en Santiago de Compostela, la Acción Católica General busca, por medio de su clásico método del 'ver, juzgar y actuar' y con sendas mesas redondas, los cuatro ámbitos de presencia a los que está llamada a santificar: familia, trabajo, cultura y política.
En la mesa de la familia, cuatro participantes, el obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión de Familia de la CEE, Mario Iceta, la escritora y terapeuta familiar, Mari Patxi Ayerra, y un matrimonio de Toledo, formado por Jesús Manuel y su mujer, Mercedes.
Con su verbo fácil y lleno de humor e ingenio, Mari Patxi Ayerra conecta con facilidad con el auditorio y transmite mensajes serios con formas seductoras y ejemplos de la vida diaria. "Lo más bonito que me ha pasado en la vida es vivir en romance con Dios y con mi marido. Primero con Dios, aunque quizás mi marido se vaya al oírlo y baje mi cotización en bolsa", comenzó, divertida.
Y hace un canto a la familia, "la institución que ha sobrevivido a más cambios en la historia", porque "todo ser humano lleva en la chepa una familia, que es donde se hace individuo y persona". Y es que "Dios tiene para cada uno de nosotros un sueño: nuestra familia, el lugar donde se nutren los afectos, no los estómagos".
Por eso, a su juicio, es importante "decir el amor en familia" y, desgraciadamente, "hay "familias donde no se atreven a decir el cariño". Como cualquier otra institución, la familia va cambiando. "Yo tengo 77 años, estoy casada y tengo 3 hijos y 6 nietos. En mi época, intentamos dejar de ser mujeres-florero y, ahora, las chicas jóvenes son mimosinas-pink y van siempre vestidas de rosa".
Ayerra es partidaria de "enseñar a los niños a no tener tanto y a compartir lo que tienen". Desde los juguetes a la ropa. Y evitar el 'me aburro', que es algo que la aterra. Y, como es lógico, en una familia católica, "enseñar a conocer a Dios", porque a "Dios se le conoce en la vida familiar y con Él se vive mejor".
A su juicio, "vivir es un arte y nuestra tarea es convertir nuestra vida en una obra de arte". Y, para eso, es fundamental la familia, porque, al final, "todos repetimos comportamientos y costumbres aprendidas en la familia".
Mercedes es la coordinadora del grupo de mujeres separadas que viene funcionando en la diócesis de Toledo y que, recientemente, fue recibido por el Papa Francisco, que les pidió que sean "hospital de puertas abiertas".
Por su parte, el obispo de Bilbao centró su intervención en glosar la Amoris Laetitia (de la que se está convirtiendo en un consumado experto), para, desde ella, "ver la familia con ojos de discípulos" y, así, poder hacer frente a los desafíos actuales que la institución plantea.
Y es que, según Mario Iceta y en contra de lo que suele sostenerse, "la familia no está en crisis, lo que está en crisis es la cultura actual". Una cultura a la que describió con los siguientes rasgos: individualistas, inestable, cambiante y con afectividad narcisista". Y concluyó con una metáfora: "En este desierto, es imposible plantar tomates".
En medio de esta cultura de lo provisorio en la que se compran cosas que duran como mucho tres años y en la que muchos entienden el 'para siempre' como 'mientras dure', se le pide a la gente que sea feliz y se comprometa para siempre. Y, aunque sea contracorriente, "la verdad es que lo que la Iglesia proclama es lo que responde a lo que pide el corazón". Por eso, hay que seguir proclamando el "Evangelio del matrimonio", porque "en el fondo, la gente sigue teniendo hambre de Dios".
De ahí la urgencia de seguir a Francisco en este camino. Porque "lo que quiere hacer el Papa es familiarizar las parroquias, centrar las parroquias en las familias, porque sólo la familia es capaz de unificar una pastoral fragmentada".
Sostiene, además, Iceta que la Iglesia "tiene que aprender a mirar a sus fieles tal y como son". Y, entonces, reconocerá a las parejas de hecho y a los que se cansa por el juzgado y a los divorciados vueltos a casar. "Porque Cristo tiene cien ovejas y le interesan las cien", explica.
Y añade: "No hay situación que el Señor no abra camino para ella, porque abre el Mar Rojo para todo ser humano y porque aporta esperanza para cada persona. Y la Iglesia tiene que mirar con amar y sin juzgar. Como la mirada de Cristo sobre la adúltera".
Un Mar Rojo que el Señor abre también para los ancianos. Y nosotros con Él, porque vamos hacia una sociedad envejecida y con muchos ancianos que viven solos. Por eso, de cara a los ancianos, monseñor Iceta pide que las parroquias se comprometan en una atención personalizada, ya incluso antes de la enfermedad y también en la enfermedad. "Tenemos que pasar de la pastoral del funeral a la del duelo y a la de hacernos presentes en la enfermedad".
En el turno de preguntas, le plantean al obispo de Bilbao la situación de los homosexuales en las familias y en la Iglesia, y responde, como en él es habitual, con la receta de la Amoris Laetitia: Acompañamiento personal y personalizado. Porque, como escribió ya en un artículo hace años, "también los homosexuales están llamados a la santidad".
Otras mesas y objetivos del cuatrienio
Las otras mesas redondas se celebraban al mismo tiempo y en diversas sedes. La mesa del trabajo, presidida por monseñor Atilano Rodríguez, obispo de Guadalajara y presidente de la comisión de pastoral social, con José Fernando Almazán, presidente saliente de la HOAC y Loli Fernández, presidenta de Mujeres Trabajadoras Cristianas.
La mesa de la cultura, presidida por monseñor Alfonso Carrasco, obispo de Lugo, con María Teresa Compte, directora del master en Doctrina Social de la Iglesia de la UPSA, y Francisco Ramón Durán, decano de la Facultad de Geografía e Historia de Santiago.
La mesa de ámbito socio-político, presidida por Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, con Rosa Quintana, consejera de pesca de la Xunta, y Carlos García de Andoin, miembro de 'Cristianos socialistas'.
En cada una de las mesas se subrayó la importancia de la presencia de cristianos comprometidos en medio del mundo y la necesidad de trabajar desde la realidad social en la que nos encontramos. Los ponentes hicieron una llamada a repensar cómo observamos el mundo y cómo nos percibimos entre nosotros.
A lo largo de la tarde, el trabajo por grupos estuvo centrado en los objetivos del próximo cuatrienio de la ACG. En su elaboración participaron todos los inscritos y fueron aprobados por unanimidad por los asociados.
Los objetivos son:
ESPIRITUALIDAD: Desde la fuente parroquial y diocesana, cultivar y vivir, personal y comunitariamente, un encuentro con Cristo que lleve a una espiritualidad laical que forje discípulos misioneros.
MISIÓN: Enraizados en la Parroquia, renovar en nuestras vidas un compromiso misionero, concreto, creativo, transformador de personas, ambientes y estructuras, encarnado de manera especial en los últimos, los pobres y alejados.
FORMACIÓN: General procesos formativos e itinerarios sólidos adaptados a las distintas edades, que lleven a la misión y al compromiso asegurando acompañantes que conozcan dichos procesos. Trabajar juntos para conocer más a Jesús, y así ser capaces de ir cambiando nuestro mundo y compartirlo con los demás.
ORGANIZACIÓN: Seguir construyendo una organización verdaderamente corresponsable y al servicio de la misión, con especial énfasis en la comunión cristiana de bienes y el protagonismo de los tres sectores.