10 años de la creación de la diócesis de San Feliu de Llobregat Agustí Cortés: "Un obispo no tiene autoridad para decantarse por la unidad o por la independencia"

(José Manuel Vidal).- La diócesis barcelonesa de San Feliu de Lobregat celebra su décimo aniversario el 12 de septiembre. Su primer obispo, Agustí Cortés, felizmente repuesto de un cáncer, reconoce las dificultades de una diócesis de nueva creación, pero se muestra esperanzado. Respecto a la cuestión catalana, dice que las dos opciones (independencia o unidad) son igualmente válidas y "cristianas", pero asegura que "un obispo no tiene autoridad para decantarse" por ninguna de ellas.

10 años de la creación de la diócesis, ¿un número redondo para celebrar?

En efecto, una ocasión para celebrar. Una oportunidad para que crezca la dimensión eclesial de nuestra fe, mediante una sentida acción de gracias al Espíritu, que nos ha conducido hasta aquí y la asunción del compromiso de discernir lo que Él nos pide hoy y en el futuro próximo.

No es fácil para una diócesis comenzar de cero. ¿Qué es aquello de lo que se siente más orgulloso?

Según miremos, comenzar de cero es fácil o no. Es fácil cuando sabes y vives que la Iglesia en su realidad más esencial es sencilla y no necesita de muchas cosas para existir; al tiempo que asumes serena y confiadamente el reto de ir respondiendo, en la medida en que uno puede, a las necesidades que la vida eclesial va planteando. Es difícil cuando se tiene una conciencia viva de la tensión entre lo que deberías hacer y lo que realmente está a tu alcance, dadas las limitaciones que de hecho tenemos.

¿Y las tres dificultades principales?

Dando por supuesta la dificultad general de evangelizar hoy, se pueden señalar algunas dificultades específicas: el fomento de la conciencia de identidad y pertenencia a una iglesia particular, que antes no existía; unido a ello, el cultivo de la comunión interna dentro de la pluralidad legítima; y, finalmente, el poder contar con un número suficiente de agentes de pastoral, entre los que incluimos, junto a laicos y personas consagradas, a los sacerdotes y diáconos.

¿Diócesis cuanto más pequeñas mejor, más cercanas y manejables?

Sabemos que una diócesis grande comporta distancia de los centros de responsabilidad y, por tanto, una participación más difusa en los organismos de consejo y deliberación pastoral. Igualmente una diócesis excesivamente pequeña corre el riesgo de pobreza de medios e irrelevancia social. Se han de evitar los dos extremos.

¿Una diócesis excesivamente pequeña no corre el riesgo de ser insostenible económicamente?

La sostenibilidad económica no sería el mayor problema. Lo sería si además de ser pequeña tuviera que atender a grandes problemas sociales o mantener grandes edificios, de gran valor histórico o artístico, herencia de tiempos de esplendor.

Es también su segunda diócesis

Fui, en efecto, durante seis años obispo de la diócesis de Ibiza, donde pude disfrutar de una tarea pastoral muy gratificante, en un marco familiar, donde la inmediatez del pastor se daba con toda sencillez.

¿Totalmente repuesto de sus problemas de salud?

Parece que nunca puedes decir que esta enfermedad está totalmente superada. Pero sí que hoy no se detectan signos de su presencia. Gracias a Dios y al amor de tantas personas que han estado al lado ofreciendo su ayuda generosa.

Dos de sus compañeros obispos acaban de pronunciarse a favor del derecho a decidir. ¿Comparte su posicionamiento totalmente o con matices?

Ellos mismos explicarán la "autoridad" que quieren dar a sus palabras. Es claro que constituye un deber moral amar, servir y defender los valores del pueblo al que servimos como Iglesia. Otra cuestión es la articulación del pueblo catalán con el resto de España. No podemos afirmar que uno es más o menos cristiano, fiel al Evangelio, por el hecho de que entienda el pueblo de Cataluña unido- histórica y culturalmente - al resto de España o que defienda que es una nación absolutamente diferenciada que pueda decidir con total autonomía a la manera de un sujeto primario de derecho. Es por ello que la palabra de un obispo, si se decanta por una u otra opción, no tiene autoridad. Sólo la tendrá si afirma que tanto una postura como otra no son contrarias al Evangelio.

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