"No tiene nada de progreso aunque se autodenominen los firmantes como fuerzas progresistas" Cañizares, contra el preacuerdo de Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos

El abrazo que selló el preacuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
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"Se instaura o se atisba un cambio cultural, se impone un pensamiento único, con una visión del hombre que pretende generalizarse a todos, la aprobación de la eutanasia, la extensión a nuevos derechos, la ideología de género, el feminismo radical, ampliación de la memoria histórica que fomenta el odio y la aversión"

"Sé que me van a criticar -¿qué importa?, soy libre el tiempo que me dejen-, pero nuestra sociedad está 'delicada', no podemos ocultarlo; y hay que decirlo, aunque resulte políticamente incorrecto decirlo o se me tilde de pesimista, de profeta de calamidades, o de conservador"

El preacuerdo de Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos "tiene unas connotaciones culturales, antropológicas y visión de la realidad que van más allá de lo económico y dejan o generan una preocupación
grande”, según afirma en su carta pastoral de este domingo el cardenal de Valencia, Antonio Cañizares.

En su misiva, titulada 'Al hilo de los hechos', el purpurado reitera algunas de las tesis defendidas en los últimos años, actualizadas con la firma del acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Así, Cañizares muestra su “conmoción” ante el “preacuerdo entre socialistas y socialcomunistas” para formar Gobierno en España.

“Las repercusiones efectivas económicas han sido inmediatas, las reacciones y los comentarios en Europa y en España, además de negativos, nos dejan con un gran temor”, señala Cañizares, quien critica que el preacuerdo “tiene unas connotaciones culturales, antropológicas y visión de la realidad que van más allá de lo económico, y dejan o generan una preocupación grande”.

Cardenal Arzobispo de Valencia Antonio Cañizares, Gran Canciller de la Universidad Católica de Valencia (UCV) ha inaugurado el II Congreso Internacional de Derecho de Familia de la UCV
Cardenal Arzobispo de Valencia Antonio Cañizares, Gran Canciller de la Universidad Católica de Valencia (UCV) ha inaugurado el II Congreso Internacional de Derecho de Familia de la UCV

Para el cardenal de Valencia, el “preacuerdo va mucho más allá de lo que parece a una simple lectura; tiene un calado hondo, no tiene nada de progreso aunque se autodenominen los firmantes como fuerzas progresistas”.

Feminismo radical, eutanasia, ideología de género...

Así, explica en su carta Cañizares, con el acuerdo PSOE-Unidas Podemos “se instaura o se atisba un cambio cultural, se impone un pensamiento único, con una visión del hombre que pretende generalizarse a todos, la aprobación de la eutanasia, la extensión a nuevos derechos, la ideología de género, el feminismo radical, ampliación de la memoria histórica que fomenta el odio y la aversión”.

“En muchas partes y ámbitos se sigue hablando de crisis económica mundial inmediata, que según los expertos será aún más grave incluso que la pasada. Pero más grave aún será la crisis cultural y de identidad, sufridas ya por España en el marco del Occidente, con sus connotaciones propias, la que, si llega al Gobierno de la Nación esta coalición y lo que se atisba en el “preacuerdo” se ahondará más”, sostiene el cardenal de Valencia.

El Papa, con Cañizares
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“Se está imponiendo o se ha impuesto una nueva cultura, un proyecto de humanidad que comporta una visión antropológica radical que cambia la visión que nos da identidad y nos configura como pueblo, y hasta como continente, me atrevo a decir: la identidad recibida de nuestros antecesores en nuestra historia común”, apunta Cañizares.

“Sé que me van a criticar -¿qué importa?, soy libre el tiempo que me dejen-, pero nuestra sociedad está 'delicada', no podemos ocultarlo; y hay que decirlo, aunque resulte políticamente incorrecto decirlo o se me tilde de pesimista, de profeta de calamidades, o de conservador”, finaliza el purpurado. “Habría que estar ciego para no ver lo que nos pasa, para negarlo, porque tal vez se ha perdido capacidad para reconocerlo o para afirmar lo contrario”.



Por su interés, reproducimos íntegra la pastoral del cardenal de Valencia

Cañizares anima a graduados universitarios a "estar al servicio de una civilización nueva"
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Reflexiones al hilo de los hechos

El anuncio y conocimiento de un “preacuerdo” entre socialistas y socialcomunistas ha causado conmoción por lo que se refiere a la economía y a previsibles cambios políticos. Las repercusiones efectivas económicas han sido inmediatas, las reacciones y los comentarios en Europa y en España, además de negativos, nos dejan con un gran temor. Si nos fijamos bien, el “preacuerdo”, tiene unas connotaciones culturales, antropológicas y visión de la realidad que van más allá de lo económico, y dejan o generan una preocupación grande. El cambio al que se dirige el “preacuerdo”, va mucho más allá de lo que parece a una simple lectura; tiene un calado hondo, no tiene nada de progreso aunque se autodenominen los firmantes como “fuerzas progresistas”. Con el “preacuerdo” se instaura o se atiba un cambio cultural, se impone un pensamiento único, con una visión del hombre que pretende generalizarse a todos, la aprobación de la eutanasia, la extensión a nuevos derechos, la ideología de género, el feminismo radical, ampliación de la memoria histórica que fomenta el odio y la aversión. Estas cuestiones presentes en el “preacuerdo”, hacen pensar y prever en una profundización e inmersión en una crisis muy honda sobre todo cultural, pero también, en una crisis política e institucional, democrática, social, religiosa, una crisis de lo que constituye España en su realidad e identidad más propia.

En muchas partes y ámbitos se sigue hablando de crisis económica mundial inmediata, que según los expertos será aún más grave incluso que la pasada. Pero más grave aún será la crisis cultural y de identidad, sufridas ya por España en el marco del Occidente, con sus connotaciones propias, la que, si llega al Gobierno de la Nación esta coalición y lo que se atisba en el “preacuerdo” se ahondará más. No voy hacer de  mago agorero pero que sí digo -a la vista está- es que seguimos inmersos en una crisis humana honda, agrandada. Para esta crisis humana, a mi entender, no se están tomando mancomunadamente las medidas requeribles, exigibles y posibles, ni se adoptan las respuestas que debieran ser prioritarias en estos momentos –casi todas tienen que ver con la educación-; es más, creo personalmente que esa crisis humana y cultural honda no se la considera ni se la valora suficientemente como tal, y es la más grave de todas, porque es crisis de la verdad del hombre y de la sociedad, verdad que debiera sustentarla y hacerla libre y esperanzada. Me refiero concretamente, por supuesto, a la crisis de sentido de la vida, crisis humana, antropológica, moral y de valores universales, crisis espiritual y social, crisis en los matrimonios y en las familias sacudidas en su verdad más auténtica, crisis de sentido y del sentido de la verdad,-se habla de una etapa de la postverdad y de posthumanismo-, crisis en la educación y en las instituciones educativas, derrumbe de principios sólidos, confusión de conceptos y de los derechos humanos fundamentales no creados por el hombre, relativismo moral y gnoseológico, nihilismo y vacío, disfrute a toda costa y predominio del tener y del bienestar sobre el ser, falta de esperanza, libertades sin norte y pérdida de la verdadera libertad, laicismo ideológico, pérdida u opacidad del sentido de trascendencia, etc. Todo ello, sin duda, está quebrando nuestra sociedad, y el verdadero sentido del hombre y el orden y la paz, y aún se quebrará más si no se pone remedio. Nos encontramos ante una grave emergencia, la emergencia de España. Y por encima de otras cosas, como en la “transición”, sigue estando España.

Se está imponiendo o se ha impuesto una nueva cultura, un proyecto de humanidad que comporta una visión antropológica radical que cambia la visión que nos da identidad y nos configura como pueblo, y hasta como continente, me atrevo a decir: la identidad recibida de nuestros antecesores en nuestra historia común. En el fondo detrás de todo ello, estimo, está la pérdida grave o el oscurecimiento espeso del sentido de la persona y de su dignidad. Y añado más: detrás se encuentra la ofuscación, reducción e incluso abandono de la referencia del sentido de la trascendencia, de Dios, de Dios Creador y Redentor, y de la razón natural, o más precisamente aún, el abandono y el olvido de Dios, que es olvido y negación del hombre, aunque no se quiera reconocer así.

Pedro Sánchez presenta su nuevo programa para un Gobierno con Unidas Podemos
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Todo esto conduce y nos está haciendo padecer una verdadera situación patológica. Sé que me van a criticar -¿qué importa?, soy libre el tiempo que me dejen-, pero nuestra sociedad está “delicada” no podemos ocultarlo; y hay que decirlo, aunque resulte políticamente incorrecto decirlo o se me tilde de pesimista, de profeta de calamidades, o de conservador. Habría que estar ciego para no ver lo que nos pasa, para negarlo, porque tal vez se ha perdido capacidad para reconocerlo o para afirmar lo contrario. Y los medios de comunicación social, o algunos medios, inconscientes, están al servicio de esos intentos. Estamos padeciendo una verdadera enfermedad, manifestada en diversos frentes, en nuestra sociedad, cuyo gran desafío, o, mejor, grandes y nuevos desafíos se resumen en su sanación urgente, si es que de verdad estamos dispuestos a superar lo que nos aqueja.

Hago mío enteramente el lúcido y certero pensamiento del Papa Benedicto XVI que expresó ante la Asamblea general de las Naciones Unidas en abril de 2008; decía: “Cuando se está ante nuevos e insistentes desafíos, es un error retroceder hacia un planteamiento pragmático, limitado a determinar un ‘terreno común’ minimalista en los contenidos y débil en su efectividad”. No bastan, cierto, planteamientos pragmáticos de muy cortas miras y carentes de horizontes, sobran estériles pragmatismos: la persona humana y su dignidad, base del bien común asentado en el reconocimiento real  efectivo de los derechos humanos universales, son el fundamento que hemos de contemplar y poner en toda su consistencia, si queremos hallar el camino sanante y constructivo a seguir. Es fundamental y urgente un compromiso común en poner a la persona humana y su dignidad inviolable en el corazón de las instituciones, leyes y actuaciones de la sociedad, y de considerar la persona humana y el bien común, su verdad esencial, la verdad en sí misma que nos hace libres, para el mundo de la cultura, de la religión de la ciencia, de la política, de las relaciones humanas... Sobre esta base, amplia base, cuyo ámbito no se puede restringir, y sin ceder a una concepción relativista ni ideológica, habría que caminar y edificar para alcanzar y gozar de un futuro nuevo y esperanzador, una cultura y una civilización nuevas, que entre todos hemos de configurar, en diálogo y encuentro, sin imposiciones.

+Antonio Cañizares Llovera

Arzobispo de Valencia

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