"Hay que ser prudentes y seguir las normas. Lo prioritario ahora es despedir a los fallecidos" Carlos Osoro: "No fue fácil suspender el culto, pero garantizar la salud pública es un deber moral"
"Fue una decisión prudente y, con la misma prudencia, es una alegría ver cómo la gente vuelve a los templos poco a poco cumpliendo las pautas higiénicas y sanitarias"
"Hemos mantenido una relación fluida de colaboración con las autoridades, no ya solo en el culto, sino también en la atención de muchas personas en situación de vulnerabilidad"
"No sé si me gusta hablar de nueva normalidad… Quizá prefiero decir que volvamos a vivir todo lo bueno que la pandemia detuvo y que no normalicemos lo malo que ha traído"
"No sé si me gusta hablar de nueva normalidad… Quizá prefiero decir que volvamos a vivir todo lo bueno que la pandemia detuvo y que no normalicemos lo malo que ha traído"
Madrid ha sido uno de los focos del coronavirus en España. Su arzobispo, el cardenal Carlos Osoro, ha vivido intensamente estos meses, tratando de acompañar a los sacerdotes, escuchar a cientos de fieles que esperaban una palabra de aliento y trabajando para el futuro post-covid19, con muchas personas en riesgo de quedarse atrás.
"Sacerdotes, consagrados y laicos han permanecido al lado de los enfermos y sus familias en todo este tiempo, muchas veces hasta dar la vida", nos cuenta en esta entrevista, en la que reivindica el trabajo de las instituciones de la Iglesia y la coordinación con las instituciones. "Rezo por la tarea de científicos, médicos y políticos para que podamos ir recuperando esas actividades que hemos dejado de hacer –como las procesiones multitudinarias a las que aludíamos– y pido que cuidemos las relaciones familiares, tan importantes ahora, al tiempo que confío en que no dejemos a nadie tirado en el camino", constata.
¿Qué balance hace la Iglesia española de este período de confinamiento?
La Iglesia ha anunciado y anuncia el Evangelio con palabras de esperanza y con obras. Sacerdotes, consagrados y laicos han permanecido al lado de los enfermos y sus familias en todo este tiempo, muchas veces hasta dar la vida. Y, como vemos en las largas colas que se forman a diario en tantos comedores y parroquias, también están junto a aquellos a quienes ha golpeado la crisis económica y social derivada de la pandemia.
¿Cómo han vivido la polémica de los templos cerrados, los límites de aforo....?
Como he repetido en más de una ocasión, no fue fácil suspender el culto con pueblo porque la celebración comunitaria de la Eucaristía es central en nuestra fe, pero garantizar la salud pública es un deber moral. Fue una decisión prudente y, con la misma prudencia, es una alegría ver cómo la gente vuelve a los templos poco a poco cumpliendo las pautas higiénicas y sanitarias.
¿Cómo ha sido la coordinación con las autoridades públicas? El Gobierno les ha agradecido su responsabilidad
Hemos mantenido una relación fluida de colaboración con las autoridades, no ya solo en el culto, sino también en la atención de muchas personas en situación de vulnerabilidad.
¿Cuándo prevén que puedan volver las procesiones, romerías o actos públicos?
Insisto: hay que ser prudentes y, como ocurrió el otro día en las ordenaciones sacerdotales, seguir las normas. Lo prioritario ahora es despedir a todos los fallecidos. Luego veremos cómo arranca el curso, pero la idea es ir retomando más actividades y celebraciones.
¿Qué podemos hacer, como Iglesia, en esta nueva normalidad?
No sé si me gusta hablar de nueva normalidad… Quizá prefiero decir que volvamos a vivir todo lo bueno que la pandemia detuvo y que no normalicemos lo malo que ha traído. Rezo por la tarea de científicos, médicos y políticos para que podamos ir recuperando esas actividades que hemos dejado de hacer –como las procesiones multitudinarias a las que aludíamos– y pido que cuidemos las relaciones familiares, tan importantes ahora, al tiempo que confío en que no dejemos a nadie tirado en el camino.
La Iglesia no se olvida de los pobres... También es momento de reivindicar el trabajo llevado a cabo por las instituciones católicas por los descartados, los de la crisis del COVID, y los que ya estaban…
Justo. Mantengo contacto permanente con los párrocos y con los responsables de Cáritas Diocesana de Madrid y otras entidades, como la Mesa por la Hospitalidad o la Comunidad de Sant’Egidio, y sé que están llegando adonde otros no llegan... Son la mejor muestra de que la Iglesia no funciona con adjetivos, sino con dos sustantivos: hijo y hermano. Hacen realidad cada día el capítulo 25 de Mateo: «Lo que hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».