El obispo de Bilbao abre la 70 Semana de Misionología de Burgos Iceta: “¿Cómo decir a alguien que la familia es para siempre en una cultura que cambia constantemente?”
(Luis Miguel Modino).- Familia y Misión es el tema de reflexión de la 70 Semana Española de Misionología que desde este lunes, 3 de julio, hasta el próximo jueves, día 6, reúne en Burgos a más de una centena de personas llegadas de las diferentes diócesis españolas y distintos territorios de misión.
Como señalaba en sus palabras de acogida el Arzobispo de Burgos, Monseñor Fidel Herráez, Presidente de la Semana, este evento tiene una profunda relación con la diócesis castellana, una de las principales cunas de misioneros ad gentes a lo largo de la historia de la misión en España.
Desde esta perspectiva, la Semana Española de Misionología es un momento para llevar a cabo una reflexión teórica desde el campo de la teología y la sociología, pero al mismo tiempo una oportunidad para un intercambio de experiencias misioneras, como recordaba Don José Luis Cabria Ortega, Decano de la Facultad de Teología del Norte de España, una de las entidades organizadoras de la Semana. En su opinión, el tema de este año cobra especial relevancia en una sociedad en continua evolución, donde el concepto de familia vive un constante cambio de paradigma.
La familia es sujeto misionero, pues no podemos olvidar que toda familia es misionera, evangelizadora. Poco a poco la familia se ha convertido en un agente más de la evangelización ad gentes. En la Iglesia española, actualmente, según Obras Misionales Pontificias, unas 500 familias han sido enviadas como familias misioneras a distintos territorios de misión.
En este sentido, Monseñor Mario Iceta, obispo de Bilbao y Presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española, y uno de los representantes de los obispos españoles en el último Sínodo de la Familia, ha disertado en la Conferencia Inaugural sobre el tema "Amoris Laetitia y Misión". En su ponencia partía de la idea de que no es la familia la que está en crisis y sí la cultura en que está inmersa.
A partir de este presupuesto y desde el concepto de "minoría creativa", Monseñor Iceta, señalaba la familia como la institución que puede transformar la cultura. Todo esto teniendo en cuenta las varias realidades y dificultades que rodean la vida familiar en los diferentes países y culturas, aspecto éste que apareció en el Sínodo de la Familia y que, en su opinión, fue brillantemente recogido por el Papa Francisco en la Exhortación Postsinodal.
La familia se ve rodeada, como recoge la Amoris Laetitia, por una serie de circunstancias determinantes, que nacen de un cambio antropológico que condiciona la vida humana en la actualidad. Esto se traduce en una afectividad narcisista, inestable y cambiante, en una mentalidad antinatalista, el debilitamiento de la fe y la debilidad de las familias y en una serie de problemas familiares que nacen de situaciones de pobreza, falta de educación, vivienda, salud, empleo, explotación sexual infantil, migración forzada, trata de personas... en una lista que cada día aumenta.
La consecuencia de todo esto es una cultura de lo provisorio. Ante esta realidad, Monseñor Iceta, se preguntaba: ¿cómo decir a alguien que la familia es para siempre en una cultura que cambia constantemente?.
Lo que en opinión del obispo de Bilbao es decisivo en la Exhortación del Papa Francisco es la nueva actitud que se propone en el número 78, pues hace una llamada a "un cuidado pastoral de la Iglesia hacia los fieles que simplemente conviven, quienes han contraído matrimonio sólo civil o los divorciados vueltos a casar". Sólo a partir de la misericordia se puede hablar de conversión, sólo desde un acompañamiento cercano se llega a propuestas que lleven a descubrir el valor de la propuesta eclesial.
La Amoris Laetitia, según Monseñor Iceta, nos muestra la Iglesia como familia de familias. El Papa Francisco insiste en ella en la necesidad de familiarizar a la Iglesia, de hacerla más comunitaria, de que se lleve a cabo una conversión misionera, de que sea un lugar donde se vive el amor, pues no podemos olvidar que el amor genera vida.
Por eso, en sus páginas, la familia aparece como el hospital más cercano, como lugar donde aprendemos a cuidar del otro, a contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él, a vivir la hospitalidad hacia los demás, de modo especial los pobres y abandonados.