Ladaria, 'número dos' del ex Santo Oficio, aguarda un tercer informe sobre el libro Roma quiere dar carpetazo al 'caso Pagola'
Más de 250 sacerdotes guipuzcoanos se preguntaban en un escrito las razones de la retirada de la novena edición del libro de José Antonio Pagola, 'Jesús. Aproximación histórica', la que había avalado Juan María Uriarte, y reclamaban conocer de dónde ha partido esa decisión. Curas vizcaínos también han protestado por la «persecución» del teólogo vasco en varios templos. La cuestión, en efecto, es espinosa y poliédrica, porque tiene distintas respuestas y no pocos protagonistas y se mueve, además, en varios escenarios. Lo cuenta Pedro Ontoso en el Diario Vasco.
El trabajo del director del Instituto de Teología y Pastoral de San Sebastián salió al mercado en otoño de 2007, saludado por los teólogos como un libro «riguroso y piadoso», como otros tantos de la misma temática. La alarma cundió entre algunos obispos cuando la obra comenzó a venderse como rosquillas y su autor era requerido en numerosos foros. Pagola y su libro estaban de moda.
El primero que abrió la caja de los truenos fue el entonces obispo de Tarazona, Demetrio Fernández, que descalificó la obra, tachándola de arriana en comparación con la herejía surgida en el Cristianismo. Enseguida fue secundado por José Rico Pavés, de la Comisión Episcopal Para la Doctrina de la Fe, la que se encarga en España de velar por la ortodoxia doctrinal y a la que también pertenece Fernández, que acusó a Pagola de desfigurar a Jesús. No era un dictamen oficial, pero, viniendo de donde venía, muchos barruntaron lo que se avecinaba.
El blindaje de Pagola
Para entonces, el libro era ya un auténtico 'bestseller', que, con 8 ediciones, había vendido más de 35.000 ejemplares, mientras se anunciaban traducciones a distintos idiomas. El núcleo más integrista de la Conferencia Episcopal se movilizó para neutralizar tamaña difusión y marcar a fuego a quien un día fuera mano derecha de José María Setién. Una forma de pasar factura a dos de los iconos de la 'rebelde' Iglesia vasca.
Juan María Uriarte reaccionó, por su parte, a toda velocidad para encauzar un conflicto que podría perjudicar su relevo al frente de la diócesis de San Sebastián, cuando en los centros de poder se repetía ya con fuerza el nombre de José Ignacio Munilla.
Monseñor Uriarte encargó un dictamen pericial sobre la obra a dos cualificados teólogos y a un obispo teólogo. Este último se dijo entonces que fue Fernando Sebastián, ex arzobispo de Pamplona y con gran peso 'político' e influencia en el Episcopado. En cuanto a los primeros, se trataba de Santiago Guijarro, que es catedrático de Nuevo Testamento, y Santiago del Cura, miembro de la Comisión Teológica Internacional, que asesora al Vaticano en cuestiones doctrinales. Dos biblistas de gran prestigio y de la confianza tanto de Madrid como de Roma.
Pagola se había avenido, sin presentar batalla, a realizar una «relectura» de su libro y a efectuar algunas modificaciones. Con el peritaje de semejante 'troika teológica', Uriarte se decidió a emitir un 'nihil obstat', un aval que declara que la obra, ya revisada por el autor, no tiene nada contra la fe y las costumbres de la Iglesia, y a poner su 'Imprimatur' episcopal en la publicación. Era el 18 de junio de 2008.
Uriarte blindó a Pagola y se cubrió las espaldas, pero no fue suficiente. La Comisión Para la Doctrina de la Fe emitió esa misma semana una nota aclaratoria, para algunos «prematura», sobre la primera versión del libro. No era un texto de condena, pero advertía contra la lectura de una obra que resultaba «dañina» para la Iglesia. La nota se hizo pública tras ser sometida a la aprobación del Comité Ejecutivo del Episcopado y de la Permanente, aunque no obtuvo plena unanimidad. Sobre la novena edición no se ha pronunciado.
Con la espada de damocles sobre sus cabezas, Uriarte escribió en septiembre de ese año una carta al superior de los Marianistas, factotum del grupo SM, para congelar 'sine die' la novena edición de la obra, la que llevaba su 'Imprimatur', en espera de que arreciara la borrasca. La editorial PPC, integrada en SM desde 1992, acató la petición de Uriarte y dejó los ejemplares en sus almacenes. El grupo estaba por entonces bajo la lupa del ala más conservadora del Episcopado, que no le perdonaba su pluralidad editorial.
En las catacumbas
La novena edición del Jesús de Pagola ha permanecido en las catacumbas de la editorial para el mercado español, pero se ha traducido a otros idiomas. La editorial Claret la publicó en catalán. Estados Unidos la está vendiendo en inglés. Portugal, con el beneplácito del obispo de Coimbra, la distribuye en portugués. Está en las librerías italianas. Y el pasado mes de octubre, la editorial Idatz, del Obispado de San Sebastián, la puso en los escaparates en euskera con una tirada de 1.000 ejemplares.
Es entonces cuando PPC, sin noticias de Uriarte desde hace 11 meses, decide sacar al mercado 5.000 ejemplares de la novena edición, en castellano y con el 'nihil obstat' del obispo emérito. Apenas dos meses después, la propia editorial envía una breve carta a las librerías religiosas para que retiren los volúmenes que les queden de esta edición. Por el momento, las librerías no han devuelto casi nada.
La decisión de PPC se ha tomado ante las fuertes presiones que han llegado desde una parte de la jerarquía española. La comisión de la Doctrina de la Fe ha estado sin levantar el pie del acelerador. Además, existe una tercera carta que Uriarte habría enviado al superior de los Marianistas, la tercera en este proceso, para extremar la prudencia dado el delicado momento en que se encuentra el caso. Una actuación de «diplomacia preventiva» para evitar que la salida al mercado se vea como una provocación.
La presión que se ejerce desde Madrid en Roma parece que no ha tenido el recorrido que esperaban los más recalcitrantes. La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe tiene el asunto Pagola sobre la mesa, pero lo que verdaderamente quita el sueño son los episodios de pederastia o el dossier sobre los Legionarios de Cristo.
De acuerdo con las fuentes consultadas, la Congregación estaría por dar carpetazo al caso. Su 'número dos', el jesuíta Luis Francisco Ladaria, que pasa por ser una persona abierta, estaría esperando un tercer informe sobre el asunto, después de uno favorable y otro crítico. El dicasterio trata de evitar pronunciarse sobre una cuestión que siempre causaría desgarros. En la Conferencia Episcopal, que publicó una nota aclaratoria sobre el libro, y en monseñor Uriarte, que se mojó con un 'nihil obstat' y sufriría una desautorización sin precedentes. Se apuesta por «enfriar» el tema.
Algunos sostienen que se habría optado por una tercera vía: intimidar a la editorial para que retire la edición bendecida por Uriarte, que ahora es lo que más les quema, y que se les quite las ganas de sacar una décima. De momento, PPC ha recogido velas. Pero las bases eclesiales reclaman aclaraciones y piensan en el futuro. La retirada ha proyectado una sombra de sospecha sobre la obra, el autor y el obispo. Y creen que no basta con que Roma no se pronuncie. La cuestión es si finalmente el libro, primero en la lista de los más vendidos en Euskadi, se va a seguir comercializando o no.