El viaje de San Francisco a España (SP) San Francisco vino -y está- en España

(Antonio Aradillas).- Después de mucho pordiosear, tanto monárquica como episcopalmente, hasta es posible que el Papa Francisco le conceda a España la gracia de una visita personal el próximo año.

Las conmemoraciones del quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Ávila y los recuerdos de la venida, o venidas, de san Francisco de Asís a nuestro país "para evangelizar a Miramamolín y sus correligionarios" , -a. 1,213-14-, camino de Marruecos, antes o después del peregrinaje al sepulcro del Apóstol en Santiago de Compostela, justificarían cumplidamente la estancia del Papa que lleva y encarna el nombre del singular e inverosímil poeta, "el loco pañero de Asís" , a su vez "Heraldo del Gran Rey".

Y es precisamente en este contexto bibliográfico en el que se hace noticia la publicación del libro "El viaje de San Francisco a España", cuyo autor es Valentín Redondo, "fraile franciscano menor conventual".

Superando el sentido y contenido del dicho de que "o por fraile o por hermano todo el mundo es franciscano", España fue, y es, ascéticamente marco de la espiritualidad que caracteriza al santo de Asís, nacido en la región italiana de Umbría, provincia de Perugia. El libro es guía provechosa para hacer y rehacer los caminos franciscanos por España, con rigurosa mención histórica y legendaria para cuantos acontecimientos y hechos "milagrosos" se integran en ellos, con la seguridad de que, aún por encima de los mismos datos que avalen los documentos de los archivos, la piedad popular- y más la franciscana-, se crea, asienta y mantiene en tradiciones, crónicas, consejas y leyendas.

Son estas las que configuran la supra o intra historia religiosa, con mayor verosimilitud, prudencia, eficacia, provecho y pedagogía que puedan aportar los procesos canónicos y los palimpsestos monásticos. La leyenda creó, y hace perdurar redentoramente dogmas y principios ético-morales de carácter religioso con tanta o mayor fidelidad y evangelio que las mismas predicaciones y tesis oficiales u oficiosas.

A los puntos cardinales de la geografía, de la historia, de la piedad, de la formación, de la gastronomía, del ocio, de la ecología, del Año Cristiano, de la cultura y del arte conducen los caminos que recorrieran San Francisco y sus frailes por España, encarnándose a veces en personajes de relieve universal como el extremeño San Pedro de Alcántara o el portugués San Antonio de Padua.

Hitos principales en estos caminos de peregrinación y de fundaciones monásticas -"turismo religioso"- reseñados en el libro de nuestra referencia son Rocaforte- Sangüesa, Tudela, Pamplona, Olite, Agoncillo, Cañas, Burgos, Vitoria, San Sebastián, Castro Urdiales, Santander, Río Olmos, Mayorga, León, Astorga, Villafranca del Bierzo, Lugo, Santiago de Compostela, Pontevedra, Ciudad Rodrigo, Robledillo- Monteceli del Hoyo en la Sierra de Gata, Plasencia, Arévalo, Madrid, Ávila, Medina del Campo, Ocaña, Huete, Alcocer- Guadalajara, Ayllón, Soria, Tarazona, Lérida, Cervera, Poblet. Santes Creus, Barelona, Sant Celoní Vic, Ripoll, Gerona, Perpìñán...

La referencia a la fundación en la imperial ciudad de Toledo resulta entrañable y pìadosamente franciscana, refrendada con rigor y reverencia en los legajos de "Analecta Franciscana", en la página 255 del tomo III. En la misma y con todos los detalles precisos, y en relación con el convento de la Bastida, fundado por el mismo santo, se narra "cómo los frailes entraron en la plaza de toros para pedir limosnas. Algunos, en tono burlón, les dijeron que también les daría el toro, por amor a Jesucristo, si lo cogían.

No solo el toro, sino la misma plaza para que edificaran allí un convento. Uno de los religiosos se acercó al furioso animal, después de encomendarse al Señor y a su siervo Francisco le echó las manos a los cuernos y como dócil animal lo llevaba de una parte para otra. Alborozado el fraile, dijo a los asistentes: "Señores, nuestro es el toro, y también la plaza para construir en ella nuestro convento".

Los toros siguen siendo idénticos en bravura y nobleza a los lidiados en tiempos de los todopoderosos arzobispos toledanos Don Rodrigo Ximénez de Rada y Don Juan de Medina de Pomar. Idénticos siguen siendo también los franciscanos, a la sobra de cuyo nombre quiso ampararse el Papa Bergoglio, con cuantas añoranzas legitimarán un día su pontificado -"obispo de Roma"- , al confesar con evangelio y humanidad "¡ Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres¡".

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