"Difícilmente encajan en la Iglesia del post-concilio" Los nuncios, España y la corrupción

(Antonio Aradillas).- De quejas, lamentos, lloros, citas personales documentadas y advertencias, se dispone ya en proporciones largamente sobradas, para haber llegado a la conclusión de que el papa Francisco evangélicamente ha decidido exterminar el doloroso problema que atenaza a la Iglesia y que tanto afecta al clero y adjuntos.

El dolor de corazón, el firme propósito de enmienda, la denuncia civil y eclesiástica y la debida reparación a las víctimas, estuvieron, y están, inspirando todos y cada uno de sus pasos pontificios

No se puede aseverar lo mismo, con idéntica seguridad, que en el episcopado español tal comportamiento "franciscano" esté siendo aproximadamente efectivo.

Aún más, ni es frívolo ni delictivo afirmar que de las orientaciones informativas "oficiales" que imparte la Conferencia Episcopal a los medios de comunicación de su propiedad y adeptos, sea obligado deducir que el papa exagera y que, por lo que respecta a España, nada, o apenas nada, es condenable en las esferas sexuales clericales, con inclusión expresa de la pederastia y exclusión también explícita de los obispos, por acción u omisión.

Adoctrinan los informadores remunerados de turno, que la super católica (¡!) España es diferente, y que todos, o la mayoría de los casos, están datados especialmente en los Estados Unidos, Chile, Argentina y en algunos otros países "clericales" exóticos, en los que a tal "estado de perfección religiosa" les son atribuidos y les están permitidos, con sigilo sacramental y con toda clase de privilegios, aún los más denigrantes y contrarios a la moral de la Iglesia y a la ética natural.

Y es que -se trata de una realidad que lo explica casi todo-, entre otras cosas, España no tuvo suerte con los Nuncios de SS. que les fueron asignados en los felices tiempos de la restauración de la democracia y del post- concilio Vaticano II.

Los obispos procedentes de los talleres, o "viveros" de la Nunciatura Apostólica, ni estuvieron, ni todavía están, piensan y viven en consonancia fiel y evangélica con las exigencias de los tiempos nuevos. Más que obispos- obispos, son "otra cosa".

Son y se comportan en la Iglesia, más y antes como obispos, que como fieles cristianos. Sus ejemplos, comenzando por las mansiones palaciegas en las que familiarmente están avecindados, sus liturgias, sus antesalas, audiencias, visitas pastorales, mitras, capas magnas, báculos, ceremonias y ritos, lejanía de los fieles y aún de las monjas y monjes de clausura, no son constructores de la verdadera Iglesia.

Las Nunciaturas y los Nuncios, por su propia e ínclita definición de "misión diplomática de máximo rango de la Santa Sede, - que gozan de los mismos privilegios e inmunidades que el resto de los embajadores y embajadas"-, difícilmente encajan en la Iglesia del post- concilio, y menos desde el punto de vista y comportamientos "franciscanos".

Y la gente, la buena gente cristiana, aterida por el frío de indocumentados, misteriosos e indoctos adoctrinamientos seudo-catequísticos, se formulan preguntas como estas:¿Pero como un país, por independiente que sea, con solo 0,44 km2 de extensión, como el Vaticano, puede contar con embajadas y embajadores -Nunciaturas y Nuncios- que superan en edificación, grandeza, representación y actividad a las de los Estados más ricos e influyentes del mundo?

¿Acaso no son los verdaderos representantes de la Iglesia ante el papa, los presidentes de las Conferencias Episcopales, elegidos además democráticamente por el resto de los obispos?

¿Es posible que cristianos, o no, tengan prohibido hurgar en sus misteriosos "ministerios", antes de que intervengan los asperges de hisopos litúrgicos y de los otros?

Habiendo llegado ya la mayoría de los cristianos a la conclusión de que tarea principal de los Nuncios no es otra que la del nombramiento de los miembros del episcopado, aparte de la misión del Espíritu Santo para otros menesteres más sacrosantos, ¿qué otros deberes les están encomendados a los Nuncios, previas las orientaciones de la camarilla de asesores o amigos, que burocráticamente ejercen, en latín, como consejeros?

¿Cómo es posible que en el episcopologio actual español hayan sido ubicados, consagrados y re -consagrados, determinados sujetos, desde cuyas "vidas y milagros" anteriores a sus nombramientos, era lógico y clarividente esperar sus comportamientos, cuando fueran revestidos de los colorines, liturgias, privilegios, cánones y concepción de la autoridad, inherente al ADN de la culminación y cúspide de su "carrerismo sagrado"?

Con los elementos de juicio con los que cuentan los Nuncios de SS. en España, servidos por consejeros y asesores determinados, estos, y no ellos, sin orillar los intereses conservadores, materiales y "sobrenaturales", personales, de sus movimientos y sus grupos, son los verdaderos "electores" y quienes en definitiva deciden los nombres y destinos de los escalafones supremos eclesiásticos.

A tan nefasto sistema de nombramientos de los obispos en España debiera quedarles cortas cuaresmas para su renovación y reforma. El clero y el pueblo -ellos y ellas- habrán de intervenir de modo eficaz en esta tarea. El presente y el futuro de la Iglesia depende del cambio -transformación radical, de tales nombramientos y ulterior ejercicio.

La función ascética y des -comprometida de los Nuncios, espiritual y cristianamente, no suplirá lo que el sentido común y la experiencia desmienten día a día y noticia a noticia, al mismo papa Francisco, cuya visita a España, así las cosas, resulta inviable, pese a que sus antecesores recorrieran y practicaran los caminos de sus innumerables santuarios autonómicos.

Una persona y una institución como la Nunciatura que, con concordato o sin él, por encima de todo ha de practicar la diplomacia -"ciencia que estudia los intereses y las relaciones que se dan entre unos Estados y otros"-, de religión-religión, es decir, de Iglesia, nada de nada o, siendo misericordioso, muy poco, o lo estrictamente indispensable.

Diplomacia e Iglesia, por muchas e indulgenciadas que sean las "bendiciones" impartidas, por una y por otra parte, tienen poco que ver con el Jesús de los santos evangelios, anti diplomático por esencia, presencia y potencia. Obispos nombrados, creados y re-creados "a imagen y semejanza" de los Nuncios, no pasarán de "prelados domésticos" (domesticados), ya en vías de extinción canónica.

¿Cómo, quién y por qué les proporcionó a nuestros Nuncios las pautas para seleccionar una gran parte del colectivo de obispos que todavía "rigen" las diócesis españolas?

"Las Nunciaturas serán claves para afianzar el "nunca más" para la pedofilia de la Iglesia frente a los abusos. Muchas veces los mismos Nuncios han puesto trabas para los avances en las causas civiles". Acaba de proclamar el papa Francisco con solemnidad, docencia y decencia, ante lo que no cabe otra opción que la de responder humilde y humanitariamente AMÉN.

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