El original se exhibe en el Museo Nelson-Atkins de Kansas (EEUU) Un pueblo de Teruel recupera en un gran vinilo el retablo que perdió en 1932
La obra, de témpera y pan de oro sobre tabla de madera, es obra del pintor Gonçal Peris Sarriá (1380-1451), representante del Gótico valenciano
Todo empezó con una copia de un testamento del siglo XV, el del matrimonio de Pedro Poma y Margarita Nadal, mecenas de este pequeño pueblo turolense
En 1932 el párroco lo vendió: “Había temor por parte de la Iglesia, en aquellos tiempos revueltos, de que quemasen las obras así que el cura decidió venderlos”
Gracias a un trabajo meticuloso de los vecinos, el retablo de los Gozos de la Virgen ha vuelto a iglesia en la que estuvo durante siglos, aunque sea en vinilo
En 1932 el párroco lo vendió: “Había temor por parte de la Iglesia, en aquellos tiempos revueltos, de que quemasen las obras así que el cura decidió venderlos”
Gracias a un trabajo meticuloso de los vecinos, el retablo de los Gozos de la Virgen ha vuelto a iglesia en la que estuvo durante siglos, aunque sea en vinilo
| RD/EFE
La iglesia de Puertomingalvo (Teruel) recupera uno de los tres retablos medievales que el párroco vendió en 1932 por temor a que fueran quemados, pero en forma de un gran vinilo, ya que el original se exhibe en el Museo Nelson-Atkins de Kansas (EEUU), donde se encontró gracias a una investigación de vecinos del municipio.
Todo empezó con una copia de un testamento del siglo XV, el del matrimonio de Pedro Poma y Margarita Nadal, mecenas de este pequeño pueblo turolense.
“Había estudiado ya este testamento pero se me habían pasado por alto algunos detalles”, reconoce a Efe Javier Solsona, presidente de la Asociación Cultural Ben-Galvón de Puertomingalvo, teólogo y pedagogo y un amante de la historia de su pueblo, del que ha editado varios libros sobre toponimia y voces vivas.
Solsona leyó en la copia de aquel documento del siglo XV que el matrimonio había encargado hasta tres retablos, todos entonces en paradero desconocido.
El lugar en el que se encuentra el de San Cristóbal sigue siendo un misterio, aunque tenían alguna referencia por una fotografía de principios del siglo XX del investigador Joan Cabré, en la que aparecía con otro retablo de la localidad, el de Santa Bárbara, encargado por el Concejo de la villa, actualmente en el Museo de Arte de Cataluña.
Del de San Miguel Arcángel tampoco saben nada porque encontraron uno dedicado al santo y del mismo autor en Edimburgo, aunque no era el de su pueblo. Pero con el tercero hubo más suerte. Gracias a la colaboración de un amigo, que había leído alguna referencia en la revista especializada, Solsona empezó a atar cabos.
La obra, de témpera y pan de oro sobre tabla de madera, es obra del pintor Gonçal Peris Sarriá (1380-1451), representante del Gótico valenciano, y se elaboró para presidir el oratorio del Hospicio Poma de la localidad, una institución benéfico-asistencial creada en 1430 por el matrimonio Poma-Nadal.
Con el tiempo fue trasladado a la iglesia parroquial y en 1932 el párroco lo vendió: “Había temor por parte de la Iglesia, en aquellos tiempos revueltos, de que quemasen las obras así que el cura decidió venderlos”, explica Solsona.
El marchante balear José Costa fue el primero en adquirirlo, según las investigaciones de Solsona, y este a su vez lo vendió al empresario catalán Rómulo Bosch i Catarineu. Ese mismo año, 1932, fue adquirido por el Museo de Arte Nelson-Atkins.
Tras encontrar el lugar en el que estaba, el siguiente paso fue ver la manera de que volviera a presidir la iglesia, aunque no fuera la obra original porque el coste que tendría no lo puede asumir un pequeño pueblo, reconoce Solsona.
“Nos pusimos en contacto con el responsable del Museo y accedió a enviarnos una foto con mucha resolución” a partir de la cual pudieron encargar esta reproducción, en cinco piezas, que han colocado en la iglesia.
Rehacer el camino del retablo desde Puertomingalvo en 1932 hasta la imagen que ha supuesto, en cierto modo, la vuelta del retablo a la iglesia en la que estuvo, les ha llevado dos años, contando la instalación del vinilo.
Encargaron la pieza, de alrededor de 3x4 metros, en un total de cinco tramos que fueron montando cuidadosamente gracias al trabajo voluntario y a la aportación y la colaboración del Ayuntamiento, de la propia parroquia y de la cofradía de San Antonio Abad.
Tras el montaje del andamio estudiaron la mejor manera de colocar las piezas y en los ratos que podían los voluntarios, explica Solsona, gracias a un trabajo meticuloso de los vecinos, el retablo de los Gozos de la Virgen ha vuelto a iglesia en la que estuvo durante siglos, aunque sea en vinilo.
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