JUEVES SANTO
| Faustino Vilabrille
Jesús comenzó la Última Cena lavando los pies a los discípulos. Era trabajo propio de esclavos. Esto hizo Jesús: hacerse esclavo entre los esclavos, pasando por uno de tantos, y esto les dice a los discípulos: "ejemplo os he dado para que hagáis vosotros lo mismo". ¿Cuándo aprenderán esto los de arriba? ¿Cuándo se acabarán los de arriba, para que se acaben los de abajo? ¿Cuándo lo harán los jerarcas eclesiásticos, que deberían ser los PRIMEROS en aprender de Jesucristo?
¿Cuándo lo aprenderán los políticos porque no se debe vivir de la política, sino para la política, es decir, para servir al pueblo, con opción preferencial hacia los más necesitados, como lo hizo Jesucristo?
Aquella Cena celebraba la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto: toda Eucaristía tiene que ser un compromiso de lucha por la LIBERACION de los oprimidos de este mundo, que aún son millones, para luchar por la igualdad, la justicia, la libertad, la solidaridad, el amor mutuo, la dignidad de toda persona humana, y el cuidado y desarrollo integral de la Creación. Toda Eucaristía que no tiene como gozne y escenario todos estos grandes valores, no es la Eucaristía de Jesucristo, aunque se celebre en catedrales, basílicas o en San Pedro del Vaticano, o con cálices y anillos de oro en los dedos de los Obispos.
La Eucaristía es para compartir una misma mesa y un mismo pan: la mesa de los ricos y su Eucaristía y la mesa y la Eucaristía de los pobres están a años luz una de la otra: este mundo es para sentarnos todos en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan.
Por tanto, en este mundo y entre los llamados cristianos, unos ricos y otros pobres, unos bien vestidos y otros con harapos, unos con comida de sobra y otros pasando hambre, unos en buenas casas y otros en chozas, unos durmiendo en camas confortables y otros en la calle: ¿eso es sentarse en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan? Eso no es Eucaristía.
La fe cristiana no es una teoría, es seguir a Jesucristo para hacer en este mundo lo que El hizo, es la práctica histórica y concreta de lucha por la liberación y la vida digna de todo ser humano y el bien de la Madre Tierra que lo sostiene, con opción preferencial por las mujeres y las niñas que son el 70 por ciento de los empobrecidos del mundo, y al mismo tiempo las personas más marginadas en la misma Iglesia por un machismo ancestral y misógino que nunca debió ser de recibo y menos en nuestro tiempo.
En aquella Cena Jesús promulgó el mandamiento del amor fraterno, como su mandamiento, especialmente querido por El: hay personas muy buenas en este mundo que por hacerlo suyo exponen su vida por los demás, dinero, tiempo y trabajo, incluso yendo al Tercer Mundo a dar su vida por los más pobres de los empobrecidos: estas personas están celebrando cada día la Eucaristía en el altar de la vida. Ayudémosles con nuestra colaboración para participar con ellas en su mismo compromiso de generosidad y entrega.