Sangre de mujer y violencia machista en la Sociedad y en la Iglesia
Fiesta de la Asunción de María y la más grande exaltación de lo femenino
| Faustino Vilabrille
Reflexión en la fiesta de la Asunción de María de Nazaret, que representa la exaltación suprema de lo femenino.
Asesinatos de mujeres por violencia machista en España:
En 2022 fueron asesinadas 49 mujeres,y en lo que va de 2023 ya son35 mujeres asesinadas por violencia de género y 39 menores han quedado huérfanos por la misma causa.
La violencia machista en el mundo:
Al mundo le faltan 142 millones de mujeres ‘desaparecidas’ por machismo. Cada año se abortan selectivamente casi medio millón de niñas.
Cualquiera que mire el mundo desde la perspectiva de la justicia, descubre una realidad escandalosa por lo que respecta a las mujeres. Las cifras son escalofriantes: desde 1990 han desaparecido más de cien millones de mujeres que deberían haber nacido, y no lo han hecho por la preferencia del hijo varón y el consiguiente aborto selectivo; el 67% de los pobres son mujeres; Las mujeres representan:
- el 80% de la población desnutrida,
- el 70% de los adultos analfabetos,
- el 67% de los niños no escolarizados,
- su trabajo supone el 52% del total,
- pero solo poseen el 1% de la tierra y el 10% del dinero en propiedad, y
- apenas ocupan el 10% de los puestos de responsabilidad o representación política.
- Una de cada tres mujeres sufre abusos sexuales o malos tratos;
- mil millones de mujeres han sido golpeadas, forzadas a una relación sexual no deseada, o sometidas a abusos durante sus vidas (Fuente: Estado Mundial de la Población 2020)
Cientos de millones de mujeres y niñas no son dueñas de sus propios cuerpos. Sus vidas son gobernadas por otros. Veinte países o territorios tienen leyes que obligan a casarse con el violador, lo que significa que un hombre puede escapar de un proceso penal si se casa con la mujer o niña que ha violado.
Cuarenta y tres países no cuentan con legislación que aborde el problema de la violencia sexual durante las relaciones de pareja (la violación por parte de un cónyuge). Más de 30 países restringen el derecho de las mujeres a desplazarse fuera del hogar. Las niñas y los niños con discapacidad tienen casi tres veces más probabilidades de padecer violencia sexual, y las niñas son las que corren el riesgo más alto. (Del Informe del Estado Mundial de la Población 2021).
Celebramos hoy la Asunción de María a los cielos, lo que “representa la exaltación suprema que la religión hace de lo femenino” (José María Castillo). Pero lo femenino en la Iglesia ha estado secularmente marginado, cometiendo en toda su estructura jerárquica y en su funcionamiento una grave injusticia contra las mujeres, que aún no ha sido reparada.
El machismo, la marginación e incluso la esclavización de la mujer vienen desde muy antiguo, tanto en el orden civil como religioso:
Código de Hammurabi (1700 a. de C.): "Cuando una mujer tuviera una conducta desordenada y dejara de cumplir sus obligaciones de hogar, el marido puede someterla y esclavizarla".
El Corán: "Los hombres son superiores a las mujeres, porque Alá les otorgó la primacía sobre ellas, dio a los varones el doble de lo que dio a las mujeres. No se legó al hombre mayor calamidad que la mujer".
Leyes Manu (La India, 200 años a.C.): "Aunque el marido se dé a otros amores, la mujer debe reverenciarlo como a un dios".
Aristóteles: "La naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres. La mujer, por tanto, es un hombre inferior".
La Biblia: "Toda malicia es poca junto a la malicia de la mujer".
Flavio Josefo, historiador del siglo I: "La mujer es inferior al hombre en todo, pues es al hombre a quien Dios ha dado el poder”.
La cultura hebrea: era terriblemente machista, en ella nació Jesús de Nazaret.
Ser mujer en tiempos de Jesús era vivir sometida al varón, servirle de ayuda adecuada, satisfacerlo sexualmente y darle hijos antes que hijas.
Para la cultura hebrea, la mujer era la tentadora de Adán y por tanto la peligrosa y sospechosa. En consecuencia había que acercarse a ella con cautela, y sobre todo mantenerla siempre sometida. En cualquier estado, era propiedad del varón.
La mujer era ritualmente impura durante la menstruación y siete días después. Si tenía un hijo varón era impura 40 días después del parto, pero si era niña hasta 80 días, por lo que tenía que ir al templo a purificarse. Durante ese tiempo nadie debía acercarse a ella. Incluso los objetos que tocaba quedaban contaminados. De todo esto derivaba su exclusión del sacerdocio ritual, de la participación plena del culto y de acceso a las áreas más sagradas del templo, porque la mujer era fuente de impureza. Había que mantenerla siempre sometida. El esposo podía repudiarla, pero nunca ella al esposo.
Si dentro de la casa era relativamente bien valorada, fuera de ella era como si no existiera. No podía alejarse de la casa sin ser con su marido, y fuera de ella no podía ni siquiera hablar con él, además de llevar el rostro oculto por un velo. Si salía de casa sin su marido era sospechosa de mala vida.
Jesús nació en el contexto de la cultura hebrea, que era ferozmente machista. Cuanto más se conoce a Jesús en el entorno y contexto sociológico de su vida, mejor se comprende el valor y alcance de su mensaje, más se le valora, más se le admira y más se le quiere, lo cual da un relieve muy importante a su comportamiento con las mujeres, que fue verdade-ramente revolucionario,
pues la mayor parte de las personas que rodeaban a Jesús eran los más pobres, y de entre ellas, precisamente las más pobres eran las mujeres. Jesús se preocupó por todos, es igualitario para hombres y mujeres, pero tuvo una opción preferencial por los pobres, porque lo necesitaban más, y en consecuencia por las mujeres, que eran los más pobres entre los pobres de Galilea. El lenguaje y el comportamiento revolucionario y comprometedor de Jesús abarcó otros muchos más aspectos de su vida, como las duras críticas a la falsa religiosidad de los fariseos, el quebrantamiento del sábado para curar a los enfermos, el rechazo de los ricos por su riqueza, como también lo es el canto que Lucas pone en boca de María cuando ella dice:
“derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes, a los hambrientos colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada”, que así lo recoge el Evangelio de la misa de hoy.
¿Cómo se comportó Jesús con las mujeres de su tiempo?Según cuentan los Evangelios, Jesús tenía numerosas mujeres amigas. Así nos hablan de:
- Algunas mujeres que acompañaban habitualmente a Jesús, junto con los demás discípulos, como Juana, María, Susana y Salomé, y otras más que iban con El desde Galilea, algo muy insólito entonces.
-La amistad de Jesús con Marta y María, hermanas de su gran amigo Lázaro, a cuya casa Jesús acudía con frecuecia;
-Mantiene una amplia conversación rehabilitadora con una mujer concubina de Samaría;
-Cura a la hija de un hombre de Canaán;
-Les dice a los jerarcas y jefes del Templo de Jerusalén: "en verdad os digo que los publicanos y las prostitutas se os adelantarán en el Reino de Dios";
-Su gran amistad con María Magdalena;
-La contundente y eficaz defensa que hace de la mujer adúltera, librándola de morir apedreada;
-La alabanza que hace de una mujer muy pobre que, con solo dos monedas para el templo, afirma que dio más que nadie;
-El consuelo que da a la mujer viuda de Naín porque ha muerto su hijo único;
-La curación de una mujer que padecía flujos de sangre;
-La alabanza y valoración que hace de la fe de una mujer cananea a la que cura su hija;
-El perdón y la rehabilitación de una pecadora pública en casa de un fariseo, a la que le acepta que le lave los pies con sus lágrimas, se los seque son sus cabellos, se los bese y se los perfume;
-La curación de la mujer encorvada, que hacia 18 años que no podía enderezarse;
-Su primera aparición de resucitado, el hecho cumbre de su vida, precisamente a una mujer, María Magdalena, a la cual encarga la importantísima misión de ir a anunciar a los apóstoles que ha resucitado.
Jesús aceptó y rehabilitó a todas cuantas mujeres se acercaban a El: Las acoge con amor comprensivo. Aquellas mujeres nunca habían estado tan cerca de alguien que les hace recobrar su dignidad. Estas pobres mujeres no se consideraban dignas de nada, y menos de Dios. Estas mujeres encuentran en Jesús alguien que las acepta, las valora, les devuelve su dignidad, se acerca a ellas sin recelos ni prejuicios, hasta el punto que algunas de ellas, probablemente las más solas y marginadas, se aventuran a seguirlo por los caminos de Galilea, porque en el movimiento de liberación de Jesús y su acercamiento a los más pobres y marginados ven una alternativa de vida más digna y humana. Solo ven en Jesús respeto, comprensión y una simpatía hasta entonces desconocida. Jesús no pronuncia una sola palabra contra ellas, antes al contrario, les dice a los hombres que el que las mira con malos deseos ya ha cometido adulterio en su corazón, y más porque los hombres de entonces consideraban mucho más grave la seducción de la mujer que la lujuria del varón.
Pero, ¿qué hizo la Iglesia con este gran mensaje de Jesús? Olvidarlo por completo, pues al poco tiempo de ir adquiriendo poder e influencia social en los tres primeros siglos, se fue asimilando cada vez más en su estructura a la organización política y social greco-romana, estableciendo jerarquías, desigualdades, asimetrías, inequidad de género, desplazando cada vez más a la mujer, no solo de participar en su estructura jerárquica, sino en toda clase de toma de decisiones. Desde entonces, su estructura es totalmente piramidal, androcéntrica y asimétrica, donde todas las decisiones se toman de arriba-abajo, siempre por hombres, nunca por mujeres.
Esta estructura y su funcionamiento no solo es totalmente incoherente con el mensaje de Jesús, sino además causante de una total injusticia contra las mujeres. Ser mujer en esta Iglesia es insoportable, por injusto, por machista, por antihumano, y por tanto contrario al Evangelio. Mientras hombres y mujeres no seamos uno en Cristo, a sea, con la misma dignidad y capacidad de decisión y funciones, tanto mujeres como hombres, esta nunca será la verdadera Iglesia de Jesucristo. Mientras una mujer no pueda ser sacerdote, obispo o Papa, igual que lo puede ser un hombre, o en todo caso de organizarse de otra forma, el hombre y la mujer no sean equiparables en ella, la Iglesia siempre será machista, discriminadora, contraria al Mensaje Liberador de Hombres y Mujeres de Jesús de Nazaret, y por tanto estar lejos de dar una respuesta a las grandes necesidades del mundo actual, aunque haya en ella muchas personas e instituciones comprometidas en ser coherentes con el Evangelio y por tanto en dar respuestas a las grandes necesidades de este mundo, luchando contra las injusticias, el hambre, las enfermedades, la violencia, las guerras, las desigualdades…
Perspectiva: Conviene tener en cuenta que Dios no es un ser sexuado. Dios no es ni masculino ni femenino, pero las culturas androcéntricas y machistas nos han transmitido representaciones masculinas de Dios como Padre, no como Madre, como Rey y no Reina, como Señor y no Señora… Sin embargo lo masculino y lo femenino son componentes inseparables de la condición humana, pero la representación masculina de Dios, le atribuye lo que consideramos específico de lo masculino: el poder, la fuerza, el dominio, la autoridad, e incluso la amenaza y la violencia. Y a lo femenino le adjudicamos la ternura, la delicadeza, la sensibilidad, la compasión, la bondad, la misericordia, la docilidad, e incluso la resignación…
Afortunadamente hoy las mujeres se están organizando y luchando cada vez más en la sociedad y en la Iglesia, reivindicando sus derechos, su dignidad, y su participación de iguales a los hombres.
Con respecto a la Iglesia, las mujeres ya llevan bastantes años preparándose y formándose en teología, y específicamente feminista y liberadora. El Concilio Vaticano II fue muy importante al respecto. Parten de que la opción por la vida es la opción prioritaria de Dios, como lo fue de Jesucristo, y por tanto lo es también suya.
Hoy las teologías feministas cristianas, en su mayoría, se presentan como teologías críticas de la liberación. Son teologías que parten del sufrimiento real de las mujeres y de sus experiencias históricas en su lucha por la vida, analizan las causas de su discriminación y establecen acciones para eliminarlas, proponiendo una visión alternativa y profética del futuro. Su ideal moral y político es la justicia para las mujeres y quieren contribuir, con el lenguaje teológico, a eliminar la sistematizada y pecaminosa exclusión de las mujeres en el ámbito socio-económico, político, eclesial y teológico. Reivindican el reconocimiento pleno de la dignidad de las mujeres y de su plena humanidad a imagen de Dios, y reclaman su participación en todos los ámbitos de la sociedad y de las iglesias. Su lugar teológico es el compromiso concreto e histórico a favor de la liberación de las mujeres. Consideran que la política y la espiritualidad son inseparables. Buscan una reforma de la teología, de la Iglesia y de la sociedad, una transformación y conversión de las personas, de las instituciones y de la sociedad en general.
Estas mujeres, ya desde 1895, con la publicación de la Biblia de las Mujeres, combinaron la acción política con la reflexión teológica. Fue una aproximación de las mujeres a su derecho al pensamiento crítico y a la acción creativa y liberadora. Ya entonces defendían la igualdad de los sexos a imagen de Dios, traducida en igualdad social, y que esta era la voluntad originaria de Dios. El sexismo por tanto, se interpretó como un pecado contra las mujeres y contra Dios, porque distorsiona la voluntad divina, cuestionando, por tanto de raíz la identificación exclusiva y excluyente de Dios con el varón, que llevó a Mary Daly, que dio clase en el Boston College, una institución de los Jesuitas, a afirmar: “ Si Dios es varón, entonces el varón es Dios”.
Todo esa historia tan machista, tan ancestral y tan cruel, que dura milenios, y aún sigue tan viva en la sociedad actual, que lleva a cometer crueldades inauditas y terribles, como incluso matar a los hijos para dañar a la madre, todavía sigue muy incrustada en la sociedad y en las religiones, también en la católica, que incluso le impide firmar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aunque los defienda en múltiples foros, pero que no los aplica al interior de sí misma, con la exclusión tan contundente y absoluta que hace de las mujeres, y por tanto nos lleva a pensar que la Institución de la Iglesia no ama a las mujeres, según afirma y razona Cristina Menéndez Vega en su reciente libro “SER MUJER EN ESTA IGLESIA”, y por tanto nos lleva a desear y exigir que otra Iglesia es posible y necesaria, porque Jesús, en una sociedad tan horrorosamente machista, tuvo una atención muy especial hacia las mujeres, sencillamente porque lo necesitaban más, por ser lo más pobre de lo más pobre de entonces. La Iglesia, en lo concerniente a la plena incorporación de la mujer en ella, lleva decenas, no de años, sino de siglos de retraso.
Tengamos esperanza y confianza en que el Papa Francisco y el Sínodo Universal, supongan un antes y un después en la vida de una Iglesia, por la cual nos llegó el conocimiento de Jesús y su Mensaje, a fin de que, todas y todos tengamos en ella plena e igual cabida, y fieles al mensaje integral del Evangelio, seamos para este mundo con camino de luz de verdad y de vida, para todos los Seres humanos y Toda la Creación.
Que esta fiesta de María, en su Ascensión en ella de lo femenino a los cielos, represente y nos haga exigir también la plena exaltación de las mujeres en la Iglesia.
Un cordial abrazo a tod@s.-Faustino