Señor Cardenal: ni de cara, ni de espaldas

En un comentario del 1º de mayo, donde hacíamos algunas denuncias, figuraba también el siguiente párrafo:



“Denunciamos: a algunos cardenales como Gerhard Müller, Robert Sarah, Marc Ouellet y George Pell, y a los Obispos que se oponen o no secundan las líneas renovadoras del Papa Francisco para sacar a la Iglesia de su marasmo burgués, moral y ético, para que vuelva a ser trasmisora del mensaje íntegro del Evangelio para el bien de la Humanidad y la Madre Tierra. Esos cardenales y obispos no merecen un Papa tan necesario e importante como Francisco”.



Pues bien, entre ellos figura Robert Sarah, oriundo de la República de Guinea (Africa), que ahora se despacha a gusto, soslayando las directrices del Vaticano II sobre la celebración de la Eucaristía, para volver a celebrarla mirando todos, también el celebrante, hacia el ábside de la Iglesia, hacia Dios, y por tanto de espaldas al pueblo, y que esta forma entre en vigor ya el próximo primer domingo de Adviento, un poco antes de la Navidad. Así lo manifestó en una conferencia en Londres sobre liturgia, celebrada el 5 al 8 de este mes. Señor cardenal, para que la misa sea de cara a Dios, tiene que ser al mismo tiempo de cara al pueblo, como lo fue la de Jesucristo. De lo contrario, no es la misa de Jesús.



Este cardenal, que viaja sin parar de un lado para otro, debería dejarse de ritos y liturgias, y preocuparse mucho más de la gente, del pueblo, sobre todo de los pobres. Jesucristo jamás dio la espalda a nadie, ni en sentido literal ni figurado, pues por nosotros los hombres y por nuestra salvación se hizo Hombre, miró a la gente de frente, vino a dar prioridad absoluta al ser humano, identificando el compromiso con Dios a través del compromiso con el hombre (Mateo 25.31-46). Este cardenal, que no fue creado por el Papa Francisco, debería mirar primero para su tierra natal, y ver cómo está la realidad del pueblo donde nació, la Republica de Guinea, que tiene una esperanza de vida de tan solo 56.1 años, una mortalidad infantil del 70/1000, la ridícula cantidad de 10 médicos por cada 100.000 habitantes, y un IDH (índice de Desarrollo Humano) de tan solo 0,411, sumamente bajo, lo que es claro indicio de riesgo importante de graves conflictos sociales. (Ver Mundo Negro mayo 2016). Así, y aun peor, hay bastantes más naciones en Africa. Preocúpese, pues, mucho más de Africa, de su Guinea, y no venga a Roma a incordiar al Hermano Francisco.



Señor cardenal, usted se opone a las nuevas directrices pastorales del Papa Francisco, lo que nos parece muy grave. Francisco quiere una Iglesia Evangélica, al servicio del hombre, comprometida con las liberación integral del ser humano y de la creación, como dos realidades inseparables.



Váyase, pues, a su tierra, señor cardenal Sarah, a trabajar con los pobres, y deje al hermano Francisco renovar la Iglesia para que sea fiel a su misión liberadora del hombre, porque tal como vamos, dentro de pocos años, la misa ni de cara ni de espaldas, porque los templos, cada día más vacíos, se quedarán sin gente. Y esto no es lo peor, sino que el gran problema es que el extraordinario mensaje de liberación que Jesucristo practicó y enseño, y le llevó hasta el compromiso total de ser perseguido y asesinado, caiga en el olvido y la Humanidad pierda sin duda el legado más importante que recibió a lo largo de su historia hasta el día de hoy.



Esto es lo que más nos debe preocupar, y en consecuencia sentirnos responsables, con Francisco, de una profunda renovación de la Iglesia, en todas sus dimensiones, y de nosotros mismos, para que el mismo Jesús pueda seguir diciendo a través de ella y nosotros: “yo soy el camino, la verdad y la vida”.



Un abrazo muy cordial a tod@s.-Faustino
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