La verdad completa
Querid@s amig@s colaboradores y cooperantes en la lucha por un mundo mejor
Comentario Evangelio 22 de mayo 2016
Juan 16,12-15
Dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará porque recibirá de mí lo que os irá comunicando Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará».
Qué difícil es saber algo con seguridad! La verdad es que sabemos poco, y de lo poco que sabemos, sabemos poco. El famoso Sócrates ya decía: Solo sé que no sé nada.
Cuanto más avanza la ciencia más sabemos, pero al mismo tiempo también sabemos mejor lo que nos falta por saber. Si esto nos pasa con las realidades de este mundo, cuánto más no nos pasará con lo que está más allá de él.
Nos parece que la ciencia y la técnica avanzan a gran velocidad, pero ¿Avanza la humanidad? ¿Avanza la sabiduría? ¿Avanzan la alegría y la felicidad de las personas? ¿Avanzan la unión y la comunicación entre todos? ¿Avanzan la armonía, el entendimiento, el diálogo? ¿Avanzan la igualdad, la fraternidad, el amor?
Solo desde el amor interpersonal nuestra vida tiene sentido. Todos necesitamos amar y sentirnos amados, con un amor auténtico con el que no se comercia, que no se compra ni se vende, sino que se ofrece y recibe gratuitamente. La relación interpersonal es la que nos humaniza, pero a veces en la sociedad urbana actual, la soledad nos atenaza y nos duele, porque es una soledad en medio de la multitud. Aunque convivimos en familia, estamos ausentes… cada uno/a está en su mundo y nadie tiene tiempo para los demás, ahora parece que vale mas un whatsapp con los amigos/as que una conversación serena y tranquila con los propios familiares.
Pero el ser humano necesita algo más que respuestas técnicas. Necesitamos respuestas vitales, que den sentido concreto y positivo a nuestras vidas. Esta fue la respuesta de Jesucristo. Jesús nos dice que El, el Padre y el Espíritu lo tienen todo en común, que lo comparten todo. Para Jesús Dios no es un ser solitario, perdido en la inmensidad del espacio. Dios es una comunidad de personas, en que el Padre lo es de todos y nos quiere entrañablemente como hijos; en que El, que es el Hijo, es hermano y servidor de todos, que nos trae el Reino de Dios (el amor, la justicia, la fraternidad, la vida, la esperanza, la alegría, la paz, la igualdad entre todos, el valor y la grandeza de nosotros mismos y de todos los seres); en que el Espíritu nos acompaña para llevarnos a la verdad completa por medio de la construcción del Reino de Dios para todos, con preferencia hacia los empobrecidos, maltratados, abatidos, marginados, emigrantes, desplazados, explotados, a los que quiere que les demos tanta dignidad que Dios mismo en Jesús se identifica con ellos: "Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me atendisteis... Lo que hicisteis con ellos conmigo lo hicisteis..."
Si no somos capaces de aportar algo para hacer un mundo más feliz, simplemente habremos pasado por la vida sin servir para nada. Hasta los más pobres pueden aportar algo a favor de los demás, incluso dándoles la oportunidad de hacer algo por ellos, que bien poco es. Pero, ¿cómo los miramos? ¿Cómo los recibimos? ¿Qué sentimos hacia ellos, por ejemplo, los inmigrantes?
Por lo menos pensemos bien unos de otros y sintamos ansias infinitas de que en este mundo haya más justicia, amor y fraternidad, y se acaben de una vez el hambre, la sed, la ignorancia, la violencia, las guerras, el odio, las divisiones, los malos tratos, las injusticias, las emigraciones, los desplazamientos, las torturas, las deportaciones, la impotencia, la desesperación, la tristeza, las muertes injustas y prematuras de millones de personas... Son las infinitas cruces que seguimos fabricando en este mundo. Estas cruces no son la señal de los cristianos. La señal de los cristianos es el amor de unos a otros. Así nos lo enseña Jesús: "La señal por la que conocerán que sois discípulos míos es que os amáis unos a otros". Esa es la verdad completa.
Pues, un abrazo muy cordial a tod@s.-Faustino
Comentario Evangelio 22 de mayo 2016
Juan 16,12-15
Dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará porque recibirá de mí lo que os irá comunicando Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará».
Qué difícil es saber algo con seguridad! La verdad es que sabemos poco, y de lo poco que sabemos, sabemos poco. El famoso Sócrates ya decía: Solo sé que no sé nada.
Cuanto más avanza la ciencia más sabemos, pero al mismo tiempo también sabemos mejor lo que nos falta por saber. Si esto nos pasa con las realidades de este mundo, cuánto más no nos pasará con lo que está más allá de él.
Nos parece que la ciencia y la técnica avanzan a gran velocidad, pero ¿Avanza la humanidad? ¿Avanza la sabiduría? ¿Avanzan la alegría y la felicidad de las personas? ¿Avanzan la unión y la comunicación entre todos? ¿Avanzan la armonía, el entendimiento, el diálogo? ¿Avanzan la igualdad, la fraternidad, el amor?
Solo desde el amor interpersonal nuestra vida tiene sentido. Todos necesitamos amar y sentirnos amados, con un amor auténtico con el que no se comercia, que no se compra ni se vende, sino que se ofrece y recibe gratuitamente. La relación interpersonal es la que nos humaniza, pero a veces en la sociedad urbana actual, la soledad nos atenaza y nos duele, porque es una soledad en medio de la multitud. Aunque convivimos en familia, estamos ausentes… cada uno/a está en su mundo y nadie tiene tiempo para los demás, ahora parece que vale mas un whatsapp con los amigos/as que una conversación serena y tranquila con los propios familiares.
Pero el ser humano necesita algo más que respuestas técnicas. Necesitamos respuestas vitales, que den sentido concreto y positivo a nuestras vidas. Esta fue la respuesta de Jesucristo. Jesús nos dice que El, el Padre y el Espíritu lo tienen todo en común, que lo comparten todo. Para Jesús Dios no es un ser solitario, perdido en la inmensidad del espacio. Dios es una comunidad de personas, en que el Padre lo es de todos y nos quiere entrañablemente como hijos; en que El, que es el Hijo, es hermano y servidor de todos, que nos trae el Reino de Dios (el amor, la justicia, la fraternidad, la vida, la esperanza, la alegría, la paz, la igualdad entre todos, el valor y la grandeza de nosotros mismos y de todos los seres); en que el Espíritu nos acompaña para llevarnos a la verdad completa por medio de la construcción del Reino de Dios para todos, con preferencia hacia los empobrecidos, maltratados, abatidos, marginados, emigrantes, desplazados, explotados, a los que quiere que les demos tanta dignidad que Dios mismo en Jesús se identifica con ellos: "Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me atendisteis... Lo que hicisteis con ellos conmigo lo hicisteis..."
Si no somos capaces de aportar algo para hacer un mundo más feliz, simplemente habremos pasado por la vida sin servir para nada. Hasta los más pobres pueden aportar algo a favor de los demás, incluso dándoles la oportunidad de hacer algo por ellos, que bien poco es. Pero, ¿cómo los miramos? ¿Cómo los recibimos? ¿Qué sentimos hacia ellos, por ejemplo, los inmigrantes?
Por lo menos pensemos bien unos de otros y sintamos ansias infinitas de que en este mundo haya más justicia, amor y fraternidad, y se acaben de una vez el hambre, la sed, la ignorancia, la violencia, las guerras, el odio, las divisiones, los malos tratos, las injusticias, las emigraciones, los desplazamientos, las torturas, las deportaciones, la impotencia, la desesperación, la tristeza, las muertes injustas y prematuras de millones de personas... Son las infinitas cruces que seguimos fabricando en este mundo. Estas cruces no son la señal de los cristianos. La señal de los cristianos es el amor de unos a otros. Así nos lo enseña Jesús: "La señal por la que conocerán que sois discípulos míos es que os amáis unos a otros". Esa es la verdad completa.
Pues, un abrazo muy cordial a tod@s.-Faustino