"Demos el Primer paso" A propósito de la próxima visita de Francisco a Colombia

En el pasado mes de marzo con alegría se confirmó que el Obispo de Roma, Francisco, nos visitará del 6 al 10 de Septiembre. Esta fecha resulta muy significativa porque coincide con la Semana por la paz que, en Colombia, se celebra desde 1987 como movilización ciudadana que busca visibilizar los esfuerzos de miles de personas que a diario trabajan en la construcción de la paz y en iniciativas que dignifiquen la vida. En esa semana se celebra también la fiesta de San Pedro Claver, Patrono de los Derechos Humanos en Colombia, por su compromiso tan decidido, en su época, contra la esclavitud. Tal vez por esto, el Papa ha escogido ir a Cartagena. Estará también en Bogotá, Medellín y Villavicencio.
La Conferencia Episcopal Colombiana presentó el afiche que acompañara esta visita apostólica. En el centro del afiche está la figura del Papa en actitud caminante, queriendo expresar con esa actitud, lo que ha dicho desde el inicio de su pontificado, sobre el “salir” a vivir ese espíritu misionero que lleva a Jesús a los demás. También el afiche trae el lema: “Demos el primer paso”. Según Monseñor Fabio Suescún, coordinador de esta visita, el lema significa “dejar una situación oscura, confusa, pesimista para abrirnos a una sociedad llena de entusiasmo, de alegría que cree en sí misma y que sabe que se puede dar el paso para comenzar algo nuevo”. Es decir, confiamos que la presencia del Papa fortalezca el camino hacia la paz que hemos comenzado y que no puede volver atrás. La reconciliación que soñamos, la oportunidad de ser un país distinto después de más de cincuenta años de conflicto armado, no depende de otros, sino de nosotros. Dar el primer paso y seguir dando muchos más para que lo que parece imposible se haga realidad.
Sin duda van a ser días intensos y la experiencia vivida marcará nuestra realidad colombiana. No en vano Francisco se ha ido convirtiendo en un líder espiritual reconocido por muchos y sus palabras y gestos no pasan desapercibidos. Pero como todo líder también ha despertado resistencias e incomodidades. Curiosamente estas resistencias parece que se dan más desde dentro de la Iglesia que desde fuera. Para el pueblo de Dios en general la figura del Papa goza de muchísima aceptación. A la gente, Francisco le “sabe” a evangelio. Su actitud cercana hacia los más pobres ha valido más que mil predicaciones. Lo ven como alguien que practica lo que predica y que ha traído un aire fresco a la iglesia. Incluso muchos que antes se sentían alejados de su experiencia de fe, parece que han vuelto a sentir deseos de renovarla. En las visitas que ha hecho hasta ahora a otros países, sus palabras han tocado la realidad de esos contextos y, seguramente, así va a ser entre nosotros. Pero su paso será rápido y si no comenzamos a preparar esa visita, posiblemente los frutos podrán quedar efímeros.
Me refiero entonces a intentar acoger lo que está significando este pontificado y revisar si está modificando nuestra propia experiencia eclesial. Muchas cosas podríamos enumerar aquí pero es mejor que cada uno revise lo que le parece significativo y busque la manera de ponerlo más en práctica. De todas maneras quiero señalar algunos aspectos que me parecen importantes. Recordando la primera Exhortación Apostólica que publicó el Papa: “Evangelii Gaudium” o “la Alegría de evangelizar” (2013) se pueden identificar aspectos supremamente valiosos. La renovación eclesial que se ve tan urgente no será fruto de un plan humano de organización eclesial sino consecuencia de una conversión decidida de la Iglesia a la misión. Pero para ejercer la misión se necesita un discernimiento profético sobre la realidad y el Papa denuncia el sistema económico actual que produce exclusión, idolatría e inequidad, entre otros aspectos que nos interpelan. Por otra parte, la evangelización es tarea de todo el pueblo de Dios, todos sujetos de la evangelización, con pastores con “olor a oveja” (Sobre este aspecto el Papa ha seguido insistiendo denunciando abiertamente el “clericalismo” que tanto mal hace a nuestra iglesia) y con laicos y laicas participando activamente de esta tarea. Y en el centro de esta renovación eclesial, los pobres como destinatarios privilegiados del evangelio y motivo irrenunciable de la dimensión social de la evangelización.
Por su parte la Encíclica Laudato si (2015) con su propuesta de ecología integral ha tocado intereses internacionales y por eso suscitó oposiciones pero también ha posibilitado la articulación de fuerzas desde diferentes disciplinas ya que “la casa común” que compartimos es responsabilidad de todos y la fe en el Creador no es una idea sino una exigencia ética con la vida del planeta y, por supuesto, con la vida de los más pobres que, en definitiva, son los primeros y más afectados por este uso irracional y utilitarista de los bienes de la creación. Esto último viene muy de la mano de la situación que vivimos en Colombia con la minería. Hay una voluntad popular de oponerse a la minería por los daños ambientales que causa pero hay un gobierno que pone en primer plano las ganancias económicas, especialmente de los inversionistas extranjeros.
Y junto al magisterio escrito de Francisco todas sus palabras y sus gestos, como ya lo dijimos, sobre la misericordia como actitud fundamental del seguidor de Jesús y el compromiso ineludible con los últimos de cada tiempo presente, han de llevarnos a “dar el primer paso” en esa renovación eclesial y social tan urgente y necesaria. Ojala el Papa nos encuentre dando muchos pasos hacia una iglesia servicial y misericordiosa, libre de clericalismo y hacia una reconciliación en nuestro país que vaya superando los antagonismos y nos permita apostar, todos juntos, por la vida, el perdón y la paz.
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