Y Dios acampó entre nosotros
Este es el misterio de la Navidad. Dios mismo se hace ser humano y planta su tienda entre nosotros. Pero ¿cómo mostrar que es así? acaso ¿alguien ha visto al Señor? ¿no es una leyenda, un mito, un deseo? En realidad no se puede “demostrar” ese misterio de nuestra fe pero si se puede “mostrar” a través de los frutos que produce y por el testimonio de aquellos que lo vivieron.
Hace 21 siglos en un pequeño pueblo de Israel un grupo de personas comenzaron a predicar que el reino de Dios había llegado con Jesús. Reino que no fue acogido por los contemporáneos y por eso mataron a Jesús y persiguieron a sus seguidores. Pero muy por encima de lo previsto, después de la muerte, estas personas testimoniaron que Jesús había resucitado y les fortalecía para ser sus testigos hasta los confines de la tierra.
Esa experiencia contada por los evangelistas y, concretamente por Lucas, se remonta a los orígenes de Jesús y deja consignado por escrito los pasajes del nacimiento e infancia de Jesús, mostrando que Dios, se hizo ser humano, compartiendo nuestra suerte y destino.
El relato de navidad es muy gráfico: no hay lugar para ellos en el mesón y así el Niño nace en un pesebre, no es acogido por las autoridades del pueblo pero los más humildes, los pastores, si escuchan el anuncio del ángel, van a reconocer esta presencia divina y de esa manera sencilla y escondida, llega la salvación al mundo y se ofrece a todos los que quieren acogerla. Hoy de nuevo la salvación se ofrece y Dios sigue naciendo: en el corazón de los creyentes y en la oferta de vida para todos los que buscan el bien y la verdad. Y se hace presente, ya no en un pesebre sino en miles de rostros, especialmente, los de los más pobres. Que podamos vivir la navidad y veamos al Dios que camina con nosotros y le amemos en todos los que nos rodean.
Hace 21 siglos en un pequeño pueblo de Israel un grupo de personas comenzaron a predicar que el reino de Dios había llegado con Jesús. Reino que no fue acogido por los contemporáneos y por eso mataron a Jesús y persiguieron a sus seguidores. Pero muy por encima de lo previsto, después de la muerte, estas personas testimoniaron que Jesús había resucitado y les fortalecía para ser sus testigos hasta los confines de la tierra.
Esa experiencia contada por los evangelistas y, concretamente por Lucas, se remonta a los orígenes de Jesús y deja consignado por escrito los pasajes del nacimiento e infancia de Jesús, mostrando que Dios, se hizo ser humano, compartiendo nuestra suerte y destino.
El relato de navidad es muy gráfico: no hay lugar para ellos en el mesón y así el Niño nace en un pesebre, no es acogido por las autoridades del pueblo pero los más humildes, los pastores, si escuchan el anuncio del ángel, van a reconocer esta presencia divina y de esa manera sencilla y escondida, llega la salvación al mundo y se ofrece a todos los que quieren acogerla. Hoy de nuevo la salvación se ofrece y Dios sigue naciendo: en el corazón de los creyentes y en la oferta de vida para todos los que buscan el bien y la verdad. Y se hace presente, ya no en un pesebre sino en miles de rostros, especialmente, los de los más pobres. Que podamos vivir la navidad y veamos al Dios que camina con nosotros y le amemos en todos los que nos rodean.