La nueva era en Colombia: Más de "Uribe"
Hoy en Colombia se posesionó el presidente Iván Duque, candidato del partido Centro Democrático, partido del expresidente Uribe. Es decir, de nuevo tendremos un gobierno al estilo Uribe por otros cuatro años. ¡Qué susto! Ya lo expresé así en otra ocasión. Increíble que un país con más de 50 años de conflicto armado que logró hacer un proceso de paz con uno de los grupos armados más fuertes, no siga para adelante buscando hacer realidad la paz sino que se atrinchere en poner “palos a la rueda” y vuelva a proponer la “mano dura” (de Uribe) con una nueva expresión “el que la hace la paga”. Sin duda gobernará para los empresarios quienes tienen asegurado la baja de impuestos, al servicio de los Estados Unidos como lo reconoció repetidamente, con las Fuerzas Armadas en primera línea para que la actitud guerrerista no se pierda y con un maquillaje de justicia social, “la de Él” que no es “populismo” porque la derecha puede ofrecer lo que sea y eso sí es viable.
Las palabras del presidente del senado, Ernesto Macías, de terror. Alabanzas al presidente Uribe, ataque frontal al gobierno de Santos –logró asustarnos con este país de terror que dejó Santos –nada, absolutamente nada positivo-, y quitándole protagonismo al que debería tenerlo: el nuevo presidente. En minutos los tweets le dieron nombre a ese discurso: “#ErnestoMacíasVerguenzaNacional”.
El discurso de Duque bastante populista: con él se acaban todas las divisiones y se abren todas las posibilidades. Qué país más maravilloso vamos a tener con sus políticas. Contradecía al presidente del Senado porque sí reconoció que seguirá lo bueno –o sea que si había cosas buenas- y mejorará todo lo malo. Está bien esto, es lo que se espera de todo el que asume un gobierno. Pero en medio de tanta palabra aparentemente positiva, si se analiza bien, se destaca lo que ya señalamos antes.
Es interesante ver la cara de satisfacción de todos los amigos de Duque y como se peleaban por darle el abrazo. Sí, como dice el adagio popular, lo malo es no estar en la rosca. Pero sí uno está dentro, procurará estar más dentro para que le llegue alguna prebenda. Y, en un país como el nuestro donde las “palancas” siguen funcionando, conviene hacerse ver.
Valioso que llegue una mujer a la vicepresidencia, aunque la mentalidad que conocemos de Martha Lucía Ramírez, no augura muchos apoyos al cambio de la mentalidad patriarcal porque no olvidemos, el sistema patriarcal también mantiene a las mujeres en sus filas, las valora y les da responsabilidades, pero sabe mantener el orden masculino que ha imperado en nuestra historia.
La Tv solo nos transmitió la posesión presidencial –como es de esperar- pero no hay que olvidar que hubo concentraciones en varias ciudades del país para seguir afirmando que “otra Colombia es posible” y aunque no se gane el poder, se puede seguir pensando distinto y buscando distintas alternativas. Gracias a Dios la vida se construye desde muchas orillas y no todo viene del poder establecido aunque este tenga tanta fuerza.
La posesión estuvo acompañada de mal tiempo y sobre todo de un viento fuerte. Debe ser presagio de los vientos fuertes que nos esperan. En fin, comienza un nuevo gobierno, con mucho de Uribe, pero esperemos que la realidad sea más fuerte y esta obligue, conduzca, oriente al nuevo presidente y sea capaz de abrir caminos distintos. Confiemos con atención y sigamos acompañando sus decisiones para, como él mismo dijo, apoyar todo lo bueno y alertar sobre todo lo malo y, especialmente, estar atentos a todo lo que afecte a los más pobres, no sólo por nuestra responsabilidad ciudadana sino también por nuestra opción cristiana. Lástima que ésta, a veces no se nota en algunos sectores, que parece se alinean más con el orden establecido que con la suerte de los más pobres, los preferidos de nuestro Dios. Pero así es la vida política y la vida de la Iglesia. Mucha pluralidad, muchas oposiciones y en ellas, tejiéndose la historia, con muchos momentos de trigo y otros de cizaña. Eso sí, sin perder la confianza en que nuestro Dios tiene la última palabra y en ella nos apoyamos para seguir trabajando día a día por un país mejor.
Las palabras del presidente del senado, Ernesto Macías, de terror. Alabanzas al presidente Uribe, ataque frontal al gobierno de Santos –logró asustarnos con este país de terror que dejó Santos –nada, absolutamente nada positivo-, y quitándole protagonismo al que debería tenerlo: el nuevo presidente. En minutos los tweets le dieron nombre a ese discurso: “#ErnestoMacíasVerguenzaNacional”.
El discurso de Duque bastante populista: con él se acaban todas las divisiones y se abren todas las posibilidades. Qué país más maravilloso vamos a tener con sus políticas. Contradecía al presidente del Senado porque sí reconoció que seguirá lo bueno –o sea que si había cosas buenas- y mejorará todo lo malo. Está bien esto, es lo que se espera de todo el que asume un gobierno. Pero en medio de tanta palabra aparentemente positiva, si se analiza bien, se destaca lo que ya señalamos antes.
Es interesante ver la cara de satisfacción de todos los amigos de Duque y como se peleaban por darle el abrazo. Sí, como dice el adagio popular, lo malo es no estar en la rosca. Pero sí uno está dentro, procurará estar más dentro para que le llegue alguna prebenda. Y, en un país como el nuestro donde las “palancas” siguen funcionando, conviene hacerse ver.
Valioso que llegue una mujer a la vicepresidencia, aunque la mentalidad que conocemos de Martha Lucía Ramírez, no augura muchos apoyos al cambio de la mentalidad patriarcal porque no olvidemos, el sistema patriarcal también mantiene a las mujeres en sus filas, las valora y les da responsabilidades, pero sabe mantener el orden masculino que ha imperado en nuestra historia.
La Tv solo nos transmitió la posesión presidencial –como es de esperar- pero no hay que olvidar que hubo concentraciones en varias ciudades del país para seguir afirmando que “otra Colombia es posible” y aunque no se gane el poder, se puede seguir pensando distinto y buscando distintas alternativas. Gracias a Dios la vida se construye desde muchas orillas y no todo viene del poder establecido aunque este tenga tanta fuerza.
La posesión estuvo acompañada de mal tiempo y sobre todo de un viento fuerte. Debe ser presagio de los vientos fuertes que nos esperan. En fin, comienza un nuevo gobierno, con mucho de Uribe, pero esperemos que la realidad sea más fuerte y esta obligue, conduzca, oriente al nuevo presidente y sea capaz de abrir caminos distintos. Confiemos con atención y sigamos acompañando sus decisiones para, como él mismo dijo, apoyar todo lo bueno y alertar sobre todo lo malo y, especialmente, estar atentos a todo lo que afecte a los más pobres, no sólo por nuestra responsabilidad ciudadana sino también por nuestra opción cristiana. Lástima que ésta, a veces no se nota en algunos sectores, que parece se alinean más con el orden establecido que con la suerte de los más pobres, los preferidos de nuestro Dios. Pero así es la vida política y la vida de la Iglesia. Mucha pluralidad, muchas oposiciones y en ellas, tejiéndose la historia, con muchos momentos de trigo y otros de cizaña. Eso sí, sin perder la confianza en que nuestro Dios tiene la última palabra y en ella nos apoyamos para seguir trabajando día a día por un país mejor.