¿Qué significa mirar con ojos de fe?
Sucedió en una facultad de teología. Un estudiante presentó el símbolo elaborado por su grupo de trabajo. Para explicar su significado hizo la siguiente aclaración: Vamos a mirar con ojos de fe, para ver en este símbolo (unos trozos de papel que formaban algo así como un farol), el globo terráqueo. Todos los presentes entendieron sus palabras. Sin embargo, uno de los participantes rompió ese consenso general y preguntó: ¿Qué significa mirar con ojos de fe? Acaso ¿ver aquello que en la realidad no existe?
La fe que consiste en imaginar lo que en la realidad no existe es aquella que mantiene en la resignación a los pobres porque en el cielo encontrarán su recompensa o aquella que se contenta con participar de los sacramentos sin comprometerse con el cambio social. Esta fe no tiene nada que ver con la fe cristiana.
Basta mirar la fe de Jesús para entender su verdadero significado. Por la fe Jesús fue capaz de ver en el judaísmo de su tiempo la exclusión de los pobres y pecadores en nombre de Dios. Por la fe fue capaz de ver en el descanso sabático la tiranía de la ley que oprime al ser humano y lo coloca a su servicio. Por la fe fue capaz de denunciar los abusos del templo que ponían precio al culto agradable a Dios. Por la fe fue capaz de enfrentar a los poderosos de su tiempo que mantienen en la opresión a muchos. Por la fe él sintió, en la cruz, todo el dolor y la soledad que produce el abandono y la traición. Por esa fe exclamó desde su ser más íntimo aquel "Padre, ¿por qué me has abandonado?" Por la fe aceptó la limitación humana que se expresa radicalmente en la muerte y se abandonó en las manos del Padre, consciente de participar de esa manera en la dimensión transcendente de todo ser humano que se abre incondicionalmente al futuro. Jesús vio, por su fe, lo que en realidad existía en las instituciones de su tiempo.
La fe cristiana no consiste, por tanto, en imaginar lo que en realidad no existe. La fe cristiana es ver la realidad tal y como ella es. La fe cristiana nos pone en el corazón del mundo y nos hace ver y denunciar lo que muchos "no ven" porque tienen ciego su corazón (porque no tienen fe). Es esta fe la que anima a tantas personas a no temer a la muerte y a denunciar todos los abusos y atropellos que se cometen a diario en nuestra sociedad. La fe cristiana es una llamada que brota, que se escucha, que interpela desde el ser mismo de la realidad. Y la respuesta no puede ser otra que el compromiso con ella.
¿De qué fe estamos hablando en nuestras comunidades eclesiales? ¿Nos empeñamos en ver la realidad que no existe? Pareciera que sí, cuando no se consideran relevantes los hechos irracionales que vivimos en nuestros países, porque "la fe no se mete en política". Pareciera que sí, cuando se insiste más en el cumplimiento de las normas que en la acogida misericordiosa y liberadora. Vale la pena pensar de qué fe hablamos.
La fe que consiste en imaginar lo que en la realidad no existe es aquella que mantiene en la resignación a los pobres porque en el cielo encontrarán su recompensa o aquella que se contenta con participar de los sacramentos sin comprometerse con el cambio social. Esta fe no tiene nada que ver con la fe cristiana.
Basta mirar la fe de Jesús para entender su verdadero significado. Por la fe Jesús fue capaz de ver en el judaísmo de su tiempo la exclusión de los pobres y pecadores en nombre de Dios. Por la fe fue capaz de ver en el descanso sabático la tiranía de la ley que oprime al ser humano y lo coloca a su servicio. Por la fe fue capaz de denunciar los abusos del templo que ponían precio al culto agradable a Dios. Por la fe fue capaz de enfrentar a los poderosos de su tiempo que mantienen en la opresión a muchos. Por la fe él sintió, en la cruz, todo el dolor y la soledad que produce el abandono y la traición. Por esa fe exclamó desde su ser más íntimo aquel "Padre, ¿por qué me has abandonado?" Por la fe aceptó la limitación humana que se expresa radicalmente en la muerte y se abandonó en las manos del Padre, consciente de participar de esa manera en la dimensión transcendente de todo ser humano que se abre incondicionalmente al futuro. Jesús vio, por su fe, lo que en realidad existía en las instituciones de su tiempo.
La fe cristiana no consiste, por tanto, en imaginar lo que en realidad no existe. La fe cristiana es ver la realidad tal y como ella es. La fe cristiana nos pone en el corazón del mundo y nos hace ver y denunciar lo que muchos "no ven" porque tienen ciego su corazón (porque no tienen fe). Es esta fe la que anima a tantas personas a no temer a la muerte y a denunciar todos los abusos y atropellos que se cometen a diario en nuestra sociedad. La fe cristiana es una llamada que brota, que se escucha, que interpela desde el ser mismo de la realidad. Y la respuesta no puede ser otra que el compromiso con ella.
¿De qué fe estamos hablando en nuestras comunidades eclesiales? ¿Nos empeñamos en ver la realidad que no existe? Pareciera que sí, cuando no se consideran relevantes los hechos irracionales que vivimos en nuestros países, porque "la fe no se mete en política". Pareciera que sí, cuando se insiste más en el cumplimiento de las normas que en la acogida misericordiosa y liberadora. Vale la pena pensar de qué fe hablamos.