"A nivel eclesial los cambios que se necesitan sí son 'de fondo'" ¿Y si cuaresma fuera tiempo de una conversión eclesial "a fondo"?
"No hay duda de que los abusos sexuales por parte del clero son una de las causas que más provoca rechazo entre la gente, sobre todo por las actitudes eclesiales de no denunciar abiertamente, de no tomar medidas drásticas y, sobre todo, de no ponerse del lado de las víctimas"
"Se necesita urgente la conversión del modelo eclesial. De esa estructura piramidal y centrada en la figura del sacerdote, es necesario pasar a una estructura sinodal que, significa, una comunidad de hermanos y hermanas donde todos se disponen a caminar juntos"
"Esa actitud comprometida con todos los aspectos de la vida es la que llena de sentido la oración (liberándose del intimismo), la que da contenido a la liturgia (liberándola de ritos vacíos), la que, como se dice desde hace mucho tiempo -hace de la vida una oración y de la oración una vida-"
"Esa actitud comprometida con todos los aspectos de la vida es la que llena de sentido la oración (liberándose del intimismo), la que da contenido a la liturgia (liberándola de ritos vacíos), la que, como se dice desde hace mucho tiempo -hace de la vida una oración y de la oración una vida-"
| Consuelo Vélez teóloga
Comenzamos de nuevo el tiempo de cuaresma y convendría preguntarnos cómo no caer en un ciclo repetitivo de tiempos litúrgicos donde lo que cambia son los colores de los ornamentos litúrgicos y el tema de las predicaciones pero que no supone ninguna conversión significativa.
Podría decirse que no siempre tenemos que estar en conversión “a fondo” porque la vida ya se ha enrutado por un camino y es suficiente con hacer algunos ajustes. Con seguridad hay momentos que se viven y así y, a nivel personal, cada uno sabrá si necesita ajustes serios o basta con avivar el entusiasmo y la entrega.
Pero a nivel eclesial los cambios que se necesitan sí son “de fondo”. Y como la iglesia no es un templo o una normativa sino, ante todo, somos las personas que la formamos, la conversión eclesial “a fondo”, nos implica a todos. Hay hechos que lo ameritan: los jóvenes cada vez están más distantes de la Iglesia, las vocaciones, como tantas veces se dice, disminuyen y la gente, en general, ya no se preocupa por lo que diga la iglesia a nivel moral, sino que tiene sus propias convicciones y actúa conforme a ellas. No hay duda de que los abusos sexuales por parte del clero son una de las causas que más provoca rechazo entre la gente, sobre todo por las actitudes eclesiales de no denunciar abiertamente, de no tomar medidas drásticas y, sobre todo, de no ponerse del lado de las víctimas.
Hasta el día de hoy se oye en muchas predicaciones que la culpa de ese alejamiento de las personas de la institución eclesial es el mundo secularizado, la increencia, los vicios, la liberación de la mujer, el desenfreno social, la dictadura del relativismo, etc. Es decir, muchas causas externas que nos afectan y nos alejan de Dios. Seguramente hay una parte de verdad en esa apreciación porque somos seres muy influenciables con lo que nos llega y el ritmo actual del mundo nos envuelve y no es fácil ser lo suficientemente libres para mantenerse en las propias convicciones. Pero la otra parte de verdad es lo que ocurre al interior de la misma Iglesia y esto es lo que podemos reconocer y buscar cambiar desde dentro en este tiempo de cuaresma.
Se necesita urgente la conversión del modelo eclesial. De esa estructura piramidal y centrada en la figura del sacerdote, es necesario pasar a una estructura sinodal que, significa, una comunidad de hermanos y hermanas donde todos se disponen a caminar juntos. Parroquias que dejen de ser templos fríos y silenciosos y se conviertan en casas donde los que van se sienten a gusto porque se les conoce, se interesan por sus vidas y donde pueden dar sus opiniones, sugerencias y, efectivamente, son escuchados. No quiere decir que no se hayan dado algunos pasos en varias comunidades cristianas. Pero cuaresma podría ser un buen tiempo para mirar la comunidad eclesial en la que se participa y preguntarse qué modelo eclesial se vive allí. Y dependiendo la respuesta, tomar las medidas efectivas para transformarlo de manera que se parezca mucho más a la Iglesia de los orígenes cristianos.
Se necesita urgente la conversión de la separación entre la vida de fe y el mundo de la vida. Ser cristiano no es sacar tiempo para la oración diaria, la eucaristía, alguna devoción, alguna limosna, algún sacrificio, alguna norma moral que se cumple. Ser cristiano es vivir las 24 horas del día “haciendo el bien”. Eso implica preocuparse por lo social, lo político, lo económico, lo cultural, lo familiar, es decir, todos los aspectos de la vida, buscando cómo hacer para que prime el bien común, para que todo funcione de la mejor manera para todos, especialmente para los más necesitados. Y esa actitud comprometida con todos los aspectos de la vida es la que llena de sentido la oración (liberándose del intimismo), la que da contenido a la liturgia (liberándola de ritos vacíos), la que, como se dice desde hace mucho tiempo -hace de la vida una oración y de la oración una vida-. Que en esta cuaresma nos podamos preguntar por la implicación de toda nuestra vida en el ser cristiano, sin la dicotomía entre lo sagrado y lo profano, entre los momentos mal llamados “espirituales” y la vida cotidiana con absolutamente todas sus aristas.
Se necesita urgente la conversión hacia los temas más álgidos que por no enfrentarlos van creando ese muro de separación entre muchas personas y la Iglesia. Temas álgidos son la participación plena del laicado en la Iglesia y, con justa razón, de las mujeres. Es también la moral social y sexual que no parece caminar al ritmo de las comprensiones actuales que, no son relativismo, sino asumir la complejidad de lo humano y buscar diferentes salidas. Es también dar la cara por tantos abusos sexuales y de poder que han cometido miembros de la Iglesia y buscar reparar el dolor de las víctimas. En fin, en cada contexto salen temas complejos que no han de evadirse.
En definitiva, ojalá esta cuaresma nos confronte con la situación eclesial del momento y discernamos “a fondo” cómo convertirnos a una iglesia verdaderamente sinodal, una iglesia pobre y humilde, una iglesia “en salida” que no teme herirse, ni mancharse -como lo dijo el papa Francisco desde el inicio de su pontificado. Tal vez si asumimos una actitud de conversión eclesial, este tiempo de cuaresma dé abundantes frutos que alcancen a los que se han ido alejando y a los que nunca han estado en la Iglesia para que vuelvan a sorprenderse como lo hacían los contemporáneos de los primeros cristianos por la manera cómo vivimos, cómo nos amamos, cómo ayudamos a todos, motivándose así, a pertenecer a este grupo que no busca el poder sino el servicio, que sabe amar a todos y en todas las circunstancias.
(foto tomada de: https://www.eltiempo.com/vida/religion/miercoles-de-ceniza-2021-asi-podra-celebrarlo-en-medio-de-la-pandemia-covid-19-567317)
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