Aunque no veamos los frutos, los caminos se van abriendo
El pasado 15 de junio se realizó el Webinar: “Teología feminista en prosa, poesía y critica: muchas voces en concierto”, organizado por el grupo “Tras las huellas de Sofía”, en el que participaron cinco reconocidas teólogas: Judith Ress, Carmiña Navia, Isabel Gómez-Acebo; Mary E. Hunt e Ivone Gebara. Compartieron de manera testimonial algo de su recorrido personal y teológico, además de los nuevos caminos que transitan (todas coincidían en su interés actual por la literatura). Al escucharlas surgía rápidamente la admiración por todos sus logros, el agradecimiento por el camino que han abierto y que siguen abriendo, el respeto por la vida comprometida que han llevado y que respalda todas sus palabras y el deseo sincero de poder aprender más de todos sus aportes y continuar todo el legado que han sabido sembrar a lo largo de sus años.
Pero junto a todo lo anterior también quedaban interrogantes que interpelan, preocupan, duelen, comprometen. Estas fueron algunas de sus expresiones en las que más de una coincidía: “estoy cansada de escribir ensayos teológicos”; “la teología es una disciplina innecesaria porque es algo de la cabeza y quiero escribir algo que toque el corazón”; “la cosmovisión cristiana no cuaja con los nuevos desarrollos de la ciencia”; “estamos llamadas a experimentar la realidad desde el mundo de las ancestras y los ancestros”; “que sea posible dejar la propia cosmología y abrazar otras sin tener crisis”; “escribir teología pero al margen de la teología sistemática racional, más desde el sentimiento y la vivencia diaria de las mujeres”; “me encuentro en los límites de la Iglesia católica oficial con sus imaginarios patriarcales sobre Dios que no les dicen nada a las personas de este siglo XXI”; “es una etapa de más asombro o de más silencio ante el misterio”; “ya no me ubico en la teología como ciencia, con aparato científico; para mi edad ya es aburrido buscar aparatos científicos”; “tengo más preguntas que respuestas hechas”; “me molestan los feminismos radicales que son más dogmáticos que el mismo dualismo patriarcal”; “los discursos cristianos son de una inutilidad enorme, lo mismo las reglas morales y éticas que sigue formulando el clero diciendo que eso es lo que Dios quiere o no quiere, como si ellos fueran Dios”; “estamos en un tiempo histórico que ha superado la teología”; “ya nadie lee teología; en cambio, si leen novelas”. En fin, todas estas frases que casi las transcribo literalmente -aunque puede haber alguna pequeñísima variación- fueron expresándose a lo largo del webinar y es sobre las que quiero compartir algunas de las reflexiones que me suscitaron.
Estoy totalmente de acuerdo con que estamos en un nuevo momento en el que ya muchas de las tradiciones, expresiones, costumbres, visiones, definiciones, propuestas, metodologías, etc., que ostenta el cristianismo, ya no están diciendo casi nada a muchas personas, especialmente, a los/as jóvenes. Por esa misma razón la mayoría de mis escritos giran en torno a buscar actualizar la manera de comprender la revelación cristiana, de vivir la liturgia, la pastoral; insisto en entender la Sagrada Escritura -que considero ‘alma de la teología’ como afirmó Vaticano II- de una manera adecuada: dejando de lado todo literalismo para abrirnos a la pregunta hermenéutica: ¿qué quisieron decir los escritores sagrados para su tiempo y que podrían decir para el nuestro?
La reflexión sistemática busco hacerla desde las preguntas del contexto, desde la vida. Mis estudiantes conocen bien que mis clases de teología sistemática siempre están relacionadas con la vida concreta y que intento mostrar cómo aquello que se teologiza no es una teoría teórica sino una teoría que explica o sistematiza la vida para mejor entenderla y así poder recrear e impulsar nuevas prácticas en la existencia concreta. Hasta aquí, no estoy diciendo nada nuevo porque esta manera de proceder es el método latinoamericano, un método inductivo y encarnado en la realidad. Pero me atrevo a repetirlo porque ante algunas frases sobre la teología racional como innecesaria me permito disentir, al menos frente a la teología que intento hacer y que muchas personas hacen, donde se mantiene la tensión entre lo intelectual, lo afectivo, lo experiencial. Por eso no me parece adecuado generalizar así sobre la teología porque se pueden crear aprehensiones que no en todos los casos son justas. Si estas grandes teólogas no hubieran plasmado en teorías teológicas sus experiencias religiosas, ese legado no podría ser conocido más allá de su entorno inmediato, ni podría enriquecer a las generaciones siguientes. Pero es legítimo que los intereses vayan cambiando y haya nuevas dedicaciones. Pero me encantaría que no sientan cansancio ante la teología que hicieron, ni crean que es innecesaria.
Sobre vivir en los límites de la Iglesia católica oficial, va siendo la postura asumida por más personas porque a la Iglesia oficial no le interesa escuchar sus aportes, no quiere desinstalarse y, sobre todo, no quiere cambiar. Pero, al mismo tiempo diría a las teólogas, que con la riqueza que vamos teniendo desde nuestro trabajo teológico, no estamos en los límites sino en el corazón de la Iglesia, haciendo vida lo que reflexionamos, creemos, testimoniamos. El reino anunciado por Jesús no fue acogido por el centro, pero fue vivido en los límites y eso sigue vigente para el hoy. O, mejor aún, podríamos no hablar de límite ni de centro sino de lo que nadie nos puede impedir vivir, fruto de la propia coherencia con aquello que vivimos, teorizamos, practicamos.
Sobre los comentarios de las teologías feministas no me hago mucho problema porque hay tantas teologías feministas como teólogas. No tenemos por qué ser un colectivo homogéneo, como no lo han sido los teólogos de la liberación -a cada uno le respetan su teología y lo nombran individualmente-, ni tampoco las teologías renovadas europeas, con sus múltiples variantes en las que se habla de teólogos más que de colectivos. Creo que los aportes de las teólogas feministas han de individualizarse más y darle nombre propio a lo que cada una va proponiendo, sabiendo que no coinciden todas las propuestas, pero no por esto desvalorizar este horizonte de reflexión que nos ha permitido visibilizar a las mujeres en la Sagrada Escritura, en la teología, en las iglesias.
Finalmente, al final del webinar (y que me disculpen las teólogas si las interpreté mal) me hubiera gustado menos cansancio y más fuerza, menos decepción y más resistencia, menos pesimismo y más esperanza. Con esto no digo que estas teólogas no tengan todo esto y, precisamente, desde su dedicación actual a la literatura, muestran que siguen caminando con la riqueza de sus propias vidas. Pero quisiera recordar que, aunque no se vean con tanta claridad los frutos y, por eso, el cansancio surja, los caminos se van abriendo y nada de lo realizado se pierde. De hecho, como dice el evangelio de Juan: “porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador” (4, 37).
(Foto tomada de: https://losvalores.org/que-es-la-esperanza/)