"Si Chile tiene grandes dolores, que están entrelazados entre sí, el primer dolor, es la corrupción" Fernando Chomali, en el Te Deum 2019 : "Grande eres Chile, te amamos de todo corazón, país bendito"
"Chile hermoso, de norte a sur, desde el mar a la cordillera, nos prendes con tu belleza, con tus colores, con ese mar que tranquilo te baña. Tus penas y alegrías son nuestras penas y alegrías, tus esperanzas y desvelos son nuestras esperanzas y desvelos"
"El individualismo y el interés personal se apoderó de la mente de unos pocos al punto de hacerlo prevalecer por sobre el bien común"
"La corrupción de la que somos testigos, va de la mano de otro flagelo de nuestra sociedad: la droga, causa de tantos males, de tanta violencia, de tantas vidas humanas y familias destruidas"
"Dios permita que estas fiestas patrias nos abran el corazón al diálogo sereno en medio de las dificultades y nos regale un espíritu de colaboración, de unión y de amistad sincera con el Pueblo Mapuche"
"La corrupción de la que somos testigos, va de la mano de otro flagelo de nuestra sociedad: la droga, causa de tantos males, de tanta violencia, de tantas vidas humanas y familias destruidas"
"Dios permita que estas fiestas patrias nos abran el corazón al diálogo sereno en medio de las dificultades y nos regale un espíritu de colaboración, de unión y de amistad sincera con el Pueblo Mapuche"
Historia
El año 1915 se estableció de manera oficial el 18 de septiembre como “La conmemoración de la Independencia Nacional y el 19 de septiembre como la celebración de Todas las glorias del Ejército de Chile.
El 18 de septiembre de 1810 se formó la primera Junta Nacional de gobierno, es decir el primer gobierno autónomo, que da inicio al proceso de total independencia de Chile de la corona Española y la formación de Chile como un Estado Nación. El Te Deum es una acción de gracias que se realiza desde el año 1811 en la capital de Chile y desde unos años después a la largo de todo el país.
Acción de gracias
Grande eres Chile, te amamos de todo corazón. País bendito. Las banderas que aparecen por doquier, las fiestas costumbristas, el traje típico, la cueca y los volantines, nos sobrecogen el corazón, nos alegran la vida, nos dan esperanza.
Chile querido, cuánto te amamos, cuántas alegrías nos has dado. Chile hermoso, de norte a sur, desde el mar a la cordillera, nos prendes con tu belleza, con tus colores, con ese mar que tranquilo te baña. Tus penas y alegrías son nuestras penas y alegrías, tus esperanzas y desvelos son nuestras esperanzas y desvelos. Chile maravilloso, aquí estamos nuevamente, con una sola voz, dándole gracias a Dios porque nos otorgaste la gracia de haber llegado hasta aquí, de haber nacido aquí, de vivir aquí, y de poder entregar todo lo que somos; aquí, en esta tierra bendita.
Chile emociona por su gente. Se trata de hombres y mujeres que día a día llevan el pan a su casa con el sudor de su frente. Personas abnegadas, que sólo quieren para sus hijos un futuro mejor, que se sacan el pan de la boca para que su hijo pueda estudiar, que se amanecen junto al hijo enfermo y luego van a sus largas jornadas laborales dando gracias a Dios. Los habitantes de nuestro país son personas agradecidas, y creyentes, muy creyentes.
Personas preciosas que no abandonan al caído, al encarcelado, al enfermo, que nos regalan premios nobel y triunfos deportivos; que emprenden, generan trabajo, que quieren un Chile próspero y que se esmeran por ello, día a día, de sol a sol. Y si la naturaleza se ensaña, nos levantamos, una y otra vez.
En Chile hay personas notables, anónimas, pero reales, que arriesgan su vida abrazando la vida militar y policial para cuidarnos; que se entregan de cuerpo y alma al servicio público, administrando justicia, sanando enfermos, educando; generando una sociedad más justa a través de la promulgación de leyes; promoviendo desde el Estado una sociedad mejor para todos.
Chile, país hermoso, donde conviven personas tan distintas, con historias tan diferentes. Chile, es un hermoso jardín, una dulce patria, una copia feliz del Edén, con árboles, arbustos, flores, pasto, que lo embellecen; y que si alguno faltara sería todo más triste.
Chile es la patria que se esfuerza, y no sin dificultad, para lograr que se abrace el pasado con el presente para engendrar el país que queremos dejarle a las futuras generaciones. Queremos construir un país, donde todos tengan un espacio para desarrollarse, para formar una familia, para trabajar. Y lo tengan por el solo hecho de ser un ser humano, sin importar el color de la piel, la religión, la etnia, ni características personales.
La corrupción
Pero nuestro querido Chile, que reconocemos como el jardín del Edén, verde, frondoso, generoso, y dando frutos abundantes, tiene maleza, tiene cizaña, que a todos nos duele, nos duele mucho y que tenemos que erradicar, antes de que sea demasiado tarde.
Si Chile tiene grandes dolores, que están entrelazados entre sí, el primer dolor, es la corrupción. Sin prisa, pero sin pausa, se ha ido colando entre los nervios de la vida política, pública, social, artística, eclesial, uniformada y económica de Chile. Cuanto nos duele.
Es doloroso ver a quienes tienen responsabilidades públicas en todas las esferas ya nombradas, aunque sea uno, lo repito, aunque sea uno, esposados, llegando al ministerio público o a los tribunales para dar cuenta de abusos, de cohecho, de colusiones, de falsificación de instrumentos públicos, en general de malas prácticas que han hecho mucho daño no sólo a las víctimas sino que al país entero. La corrupción es el camino hacia la pobreza y al caos social, porque mina la confianza en las instituciones, porque debilita la fe pública, porque instala una sombra de duda sobre los pilares de nuestra patria fundada en el Estado de derecho y las leyes, porque empobrece la mismísima democracia que tanto queremos.
Es cierto que no se puede decir todos, cuando son muchos, es cierto que no se puede decir muchos, cuando son algunos, es cierto que no se puede decir algunos, cuando es uno, así como es cierto que no se puede decir uno, cuando es ninguno. Pero hay que reconocerlo, en Chile la cizaña bajo el rostro de la avaricia, las ansias de poder y de abuso, ha empobrecido el jardín del Edén.
El individualismo y el interés personal se apoderó de la mente de unos pocos al punto de hacerlo prevalecer por sobre el bien común. Cuando el bien común no está en el centro de las decisiones personales, no podemos esperar nada bueno en el futuro, porque así no se construye comunidad, no se construye vida de barrio, no se construye fraternidad, ni amistad cívica, se pierden las confianzas mutuas y nos terminamos encerrando en nuestras casas. Cuando el bien individual mueve al ser humano, las tentaciones por el poder es tal, que hasta con malas prácticas se pretende lograr. Eso lo tenemos que erradicar.
Y para salir de este verdadero drama que genera escándalo público, desilusión y muchas rabia en la inmensa mayoría de los honestos ciudadanos que cobija este cielo azulado, día a día, es preciso y urgente que cada uno de quienes tenemos responsabilidades dejemos de mirar la paja en el ojo ajeno y comencemos a mirar nuestra propia viga, y hacerlo ahora. Y ahora, mañana puede ser tarde.
Junto a ello hemos de cuidar, fortalecer y felicitar a los miles de compatriotas honestos y abnegados que tejen el tejido social. Es un deber de justicia, y los hay por miles. Gracias, muchas veces muchas gracias.
La droga
La corrupción de la que somos testigos, va de la mano de otro flagelo de nuestra sociedad: la droga, causa de tantos males, de tanta violencia, de tantas vidas humanas y familias destruidas. Esta es una tarea primaria que por cierto exige investigaciones, detenciones, incautaciones y llevar a la cárcel a quienes la promueven y la venden, pero no basta. Necesitamos terminar con otras acciones con la droga que mata a los jóvenes, les roba la esperanza, sus sueños y el futuro, además de constituir una de las fuentes de la delincuencia y la violencia en Chile.
Para ello es fundamental una política eficaz y de calidad en prevención, a muy temprana edad, acompañada de un fortalecimiento de la vida familiar, de la experiencia de amar y ser amado. Hemos de comprometernos a ayudarle a los jóvenes a encontrarle sentido a la vida, más allá del placer del momento, o del deseo dela obtener dinero de cualquier forma, incluso destruyendo vidas.
Es ardua la tarea que realiza el Ministerio Público, Carabineros de Chile, la Policía de Investigaciones, el Ejército, Aduanas de Chile, el SAG, y tantos otras instituciones del Estado. Felicitaciones por la tarea realizada, pero es insuficiente si no tomamos conciencia del daño que la droga provoca por doquier y nos convertimos, cada uno de nosotros, en actores de primera línea para fomentar una sociedad donde no hayan razones para venderla ni para comprarla, porque no hay razones para consumirla.
El tráfico y consumo de droga es multicausal, pero una de sus causas es la pobreza, la marginación social, la falta de una educación de calidad, de apoyo en la familia y un entorno seguro, acogedor y grato, así como las brechas sociales y económicas de los menos que tienen mucho y ostentan y los más que tienen poco y se sumergen en la desesperación.
Este flagelo terminará en la medida que haya más justicia social, mayor acceso a buena educación y sobre todo un claro y decidido horizonte como sociedad en la que todos estamos llamados a participar. El sentido de pertenencia a una comunidad, el sentido trascendente de la vida, el apoyo de la familia y la sociedad, la presencia de Dios en la propia existencia es la forma más poderosa para terminar con este mal que carcome el tejido social.
El amor humano
Todos los seres humanos, hombres y mujeres, ignorantes y doctos, de la religión que sea, de la profesión o actividad que sea, del norte o del sur, del mar o la cordillera, queremos amar y ser amados. Esa es nuestra vocación fundamental. El amor es un motor poderoso de la vida, y generadora de sentido. El amor nos ayuda a salir de nosotros mismos para dar la vida a otras personas. San Pablo decía, si no tengo amor no soy nada. No nos podemos conformar sólo con vivir uno al lado del otro sin agredirnos. Hemos de promover una cultura de los unos para los otros para cuidarnos. Ese amor se muestra cada vez más esquivo en los niños de nuestro país y en los adultos mayores. Ellos son los que más están sufriendo en estos momentos.
Todos, en vez de lamentarnos por la situación que viven los niños y jóvenes a cargo del SENAME y sus colaboradores, debiésemos darles un decidido apoyo, muy generoso y altruista, verdaderamente solidario para entregarle lo mejor. Ellos han tenido serios problemas en la vida, se les ha privado de necesidades básicas y muchos han sido maltratados. No podemos hacer como si no existieran, ni su bienestar puede estar supeditado al bingo, a la rifa, a bono de colaboración de terceros, o a la alcancía en los supermercados. No nos olvidemos que el suicidio es una de las causas de muerte más prevalente entre los adolescentes.
Lo mismo con los ancianos. Están solos, pobres y muchos de ellos en total abandono. La tasa de suicidio en ese grupo etario ha aumentado. Muchos vive en condiciones paupérrimas. Como si fuera poco hay un proyecto de ley que promueve la eutanasia. Es una mala forma, inhumana y cruel de hacerse cargo de un tema mucho más profundo. Invito a quienes promueven esta ley a que visiten un hogar de ancianos, a que se preocupen y ocupen de un anciano, o de un enfermo terminal con nombre y apellido, al pie de la cama y con todas sus problemáticas. Los ancianos, sanos o enfermos, quieren vivir, quieren participar de la vida social, no quieren estar aislados, como ciudadanos de segunda categoría. Los invito a que demos lo mejor de nosotros mismos para superar este drama que vive Chile, que talvez lo tengamos en nuestras propias familias y que se acentuará. El talante de una sociedad se mide por la capacidad que tiene de hacerse cargo de los desvalidos. Un país que soluciona el drama de la soledad, de la pobreza, de la marginación con la eutanasia es una sociedad humanamente muy pobre. Nuestros adultos mayores, que han dado la vida por nosotros, no se lo merecen.
El trabajo humano
Hay un vínculo muy estrecho entre las condiciones laborales y las relaciones familiares. La Iglesia, frente al proyecto de reforma laboral no emite juicios desde el punto de vista técnico, porque no es de su competencia, pero sí afirma con convicción que el trabajo no es una mercancía que ser transa en el mercado, que el salario no puede quedar supeditado a la ley de la oferta y la demanda, que el trabajo está al servicio de la persona y la familia, y no la persona y la familia al servicio del trabajo, que el capital está al servicio del trabajo y no el trabajo al servicio del capital, que el trabajo es un derecho, pero también un deber para contribuir al desarrollo del país.
La Iglesia valora la tarea empresarial, son muchos los que con abnegación sacan adelante su empresa, generan trabajo y quieren hacer un aporte a la sociedad, pero reconoce también que hay mucho que avanzar para superar las brechas salariales y terminar con los trabajos sin contrato, el trabajo infantil y al que se ven obligados a realizar los migrantes en condiciones inhumanas para sobrevivir. Los migrantes son nuestros hermanos, que tienen los mismos derechos y deberes que los chilenos y es inmoral aprovecharse de ellos en virtud de las necesidades que los apremian.
El trabajo es la clave de la cuestión social y un gran diálogo con altura de miras, de cara al siglo 21, asumiendo los cambios de paradigmas que imponen las nuevas tecnologías, es necesario por el bien de Chile. Las universidades están llamadas a hacer un aporte desde sus áreas académicas y de investigación
La educación
Hemos de volver a centrar el foco de atención en la educación. Por lejos, la profesión más relevante en Chile es la de profesor. Ellos tienen en sus manos el presente y el futuro de Chile. Si quieren saber qué pasará en Chile en 30 años más, miren lo que pasa hoy en una sala cuna, en una sala de clases, en un liceo, en un colegio, en una aula universitaria.
Debemos volver a reconocer en el ejercicio de la docemcia una tarea noble, única, irremplazable, intransferible, y de altísima dignidad que merece todo nuestro respecto y apoyo. No puede ser que a una escuela lleguen los profesores jóvenes y entusiasmados y en el ocaso de sus vidas terminen solos, pobres y abandonados. No puede ser que muchos tengan que trabajar en dos lugares para poder llevar un salario digno a su hogar. Hemos de promover la vocación del docente y sus colaboradores, hemos de hacer gestos concretos para reconocerlos en su tarea, que hoy se presenta cada vez más ardua, más desafiante, más difícil de llevar adelante en el contexto social en el que vivimos. Pero sigue siendo, por lejos, la más fundamental.
En lo que a nuestros colegios se refiere, la Iglesia Católica seguirá promoviendo su tarea educacional en todos los campos del saber, la mueve la convicción de que está sirviendo a la patria, está formando buenos ciudadanos y buenos cristianos. Seguirá promoviendo en su interior la antropología cristiana, el valor de la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural, la solidaridad como un pilar fundamental de la vida personal y social, y la familia como la célula fundamental de la sociedad.
El asunto es claro o urgente, o apoyamos la educación y sus profesores, y los instalamos en el sitial que les corresponde en la sociedad, o no llegaremos muy lejos.
El pueblo mapuche
Dios permita que estas fiestas patrias nos abran el corazón al diálogo sereno en medio de las dificultades y nos regale un espíritu de colaboración, de unión y de amistad sincera con el Pueblo Mapuche. No tengamos miedo de reconocer constitucionalmente al Pueblo Mapuche. Este noble pueblo tan martirizado, es y seguirá siendo una riqueza inmensa para nuestro país. Ellos tienen no sólo el derecho, sino que el deber de custodiar sus tradiciones, su cultura. Es mucho lo que le puede enseñar a una sociedad que se dejó llevar por la mirada occidental de la vida que desecha al que no produce, y que aspectos tan fundamentales de la vida humana, como la salud, la educación, el techo para vivir, quedó bajo el alero de la ley de la oferta y la demanda.
No tengamos miedo de reconocer la deuda que tenemos respecto de ellos. Miremos experiencias internacionales y emprendamos la ruta de la convivencia y del diálogo fecundo. La violencia, inconducente e innecesaria, que condeno tajantemente, que ha traído tantas muertes, tanto dolor a personas inocentes, y que ha destruido tantas fuente de trabajo, es la consecuencia de siglos de promesas no cumplidas, de sueños truncos, de esperanzas marchitas. A mí me interpela que el Pueblo Mapuche sea el que tiene los índices de pobreza más grande y ostentes las mayores carencias a nivel educacional en el país.
Ampliemos la mirada, no hagamos cálculos mezquinos, emprendamos el camino de la unión, del respeto mutuo, de la colaboración. No podemos dejarle por herencia a las futuras generaciones la actual situación en la que nos encontramos y que trae tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta angustia.
Conclusión
Chile con sus logros, sus aciertos y sus desafíos celebra hoy su día patrio y las glorias del Ejército. Que Dios todopoderoso proteja con su manto a este pueblo, lo cuide y le regale prosperidad, paz, amor. Que Dios nos regale la lluvia para que no falte el pan en nuestra mesa. Que Dios nos asista con su luz, su sabiduría y su amor en estos tiempos que nos ha tocado vivir, y entregar lo mejor de nosotros mismos para dejarle a las próximas generaciones lo que a nosotros la vida nos negó. Que Dios nos bendiga y la Virgen María nos cubra con su manto.