Qué difícil ser cristiano… si se recapacita.
| Pablo Heras Alonso.
Se suele decir que la fe es conocimiento, pero más bien y sobre todo es convencimiento. Si el conocimiento de lo que se cree se hiciera reflexión, difícilmente se podría sustentar el contenido de la fe. Este contenido de la fe se verbaliza en expresiones que se han ido consolidando a lo largo de los siglos y que se imponen a los fieles para considerarse miembros de una Iglesia.
Ya hace muchos siglos que Tertuliano manifestó el modo de expresar el convencimiento de su fe: “credo quia absurdum”. Puede parecer una “boutade”, una ocurrencia sin sentido, pero, en atención a lo que se impone, al absurdo de muchas verbalizaciones de la fe, la realidad del absurdo se impone.
¿En qué creen los católicos? ¿Cuáles son las verdades fundamentales de la Iglesia Católica? ¿Cómo y de qué modo se han ido definiendo las verdades de la fe? Puestos a elegir, el dogma fundamental del Cristianismo no puede ser otro que la SANTÍSIMA TRINIDAD, con la necesaria secuencia a creer de Padre-Dios, Hijo-Dios y Espíritu Santo-Dios.
El primero que escribe y define conceptos claves de la fe de los primeros cristianos es Pablo de Tarso. Parecería que no, que los primeros discursos para convencer a los judíos y a extranjeros presentes en Jerusalén, y por tanto, el primer relato de la fe a creer, proceden de los mismos apóstoles , pero el relato de su predicación es referido en Hechos de los Apóstoles, escrito muy posterior tanto a los Evangelios como a las Cartas de San Pablo.
De todas formas, la coincidencia de contenido de ambos discursos, el de Pedro y el de Pablo, puede significar algo: los dos confiesan la misma fe, que Jesús es el Señor y Salvador y que murió y resucitó para llevarnos al Padre. Pasemos a las primeras definiciones de lo que debe creer un cristiano. Ésta es la fe de los primeros escritos:
- Rom. 10. Si con tu boca confiesas que Jesús es el Señor, y con tu corazón crees que le resucitó Dios de entre los muertos, serás salvo.
- I Tim. 2.5 Hay un solo Dios y un solo mediador de Dios y los hombres, Cristo Jesús
- Colos. 3.1. Resucitados a una con Cristo, buscad las cosas del cielo donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
- I Cor.8.5. …muchos son considerados dioses y muchos señores, para nosotros hay un solo Dios, el Padre… y un solo Señor, Jesucristo, por quien todo existe…
Está claro que San Pablo diferencia entre Dios y Cristo, el Padre y el Señor, sin afirmar en ningún momento la divinidad de Jesús. Tampoco los evangelios afirman que Jesús tenga carácter divino. Más aún, el mismo Jesús rechaza tal identificación: “¿Por qué me llamas bueno? Bueno sólo hay uno, Dios”. “Dios mío, por qué me has abandonado”. “…voy a reunirme con aquel que es mi Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios”, y expresiones similares.
¿Qué sucede cuando la Iglesia toma las riendas en el asunto de las definiciones dogmáticas? Que comienza la elaboración del Jesús-Cristo mitológico, especialmente en todo lo que hace relación a la vida terrenal de Jesús y sus características divinas. Se formula el “Credo” como definición de la ortodoxia frente a las incipientes herejías.
Muy pronto apareció la primera herejía, el gnosticismo, herejía que perduró más de mil años y fue raída de forma sangrienta, primero con la Inquisición nacida en 1184, luego con la cruzada contra cátaros y albigenses , 1209 y 1229 y finalmente con la masacre de Montsegur, 1244. Para los gnósticos Jesús no tuvo un cuerpo físico mortal, dado que la materia es impura.
Frente al gnosticismo se formuló el llamado “Símbolo de los Apóstoles”, un pretendido credo enunciado por cada uno de los apóstoles (12 afirmaciones sobre Jesús) pero escrito no antes del siglo II ni más tarde del IV. Es curioso que este credo fuera aceptado por los arrianos (herejía del s. III) que, sin negar la divinidad de Jesús, lo considera “creado” por el Padre.
Para conjurar cualquier división entre los cristianos, fue el emperador Constantino el que ordenó la celebración del Concilio de Nicea, año 325. De él salió la 2ª versión del Credo, para cortar de raíz la extendida herejía. Arrio fue declarado hereje y se quemaron sus libros, aunque su doctrina todavía perduró y se extendió por toda la cristiandad.
Jesús es declarado Hijo de Dios y se incorporan al credo frases como engendrado no creado, de la misma naturaleza (sustancia) que el Padre. Resulta curioso que el credo niceno difiera del de Arrio por una “i”, “iota” en griego.
Todavía faltaba por colonizar el Espíritu Santo: otra herejía negaba su divinidad, algo a lo que puso remedio el Concilio de Constantinopla, año 381, también convocado por un emperador, Teodosio. Se redactó un nuevo “credo”, que eliminó frases del de Nicea pero añadió un buen número de afirmaciones, entre ellas el término ya famoso del “Filioque” (y del Hijo): …que procede del Padre Y del Hijo.
El Credo, al final, resulta un galimatías que hoy nos resulta lleno de afirmaciones abstrusas fruto de explicaciones que a su vez necesitan de nueva explicación. Un conglomerado sin lógica alguna, enfrentado al sentido común, en frase de Borges, “una rama de la literatura fantástica”. Eso de “monoteísmo trinitario” que enuncia la Iglesia de hoy resulta una fórmula lingüística esotérica, una irracionalidad que no se puede creer porque no se entiende. Pura contradicción de términos.
Todos los cristianos, hoy, creen y formulan en su credo la Santísima Trinidad, sin más, pero nadie es consciente de todo lo que arrastra detrás su formulación secular… ni les importa.