El humanismo ético de Sócrates/ 3

Μηδὲν ἄγαν/Nada demasiado (Solón de Atenas)  

Para conocer el Sócrates histórico, el testimonio platónico aparece como la fuente más autorizada, según piensa la mayoría de los especialistas, pese al sentido apologético de la obra platónica, en la que magnifica la figura venerada de su maestro. Platón en sus Diálogos da a Sócrates un papel central y lo convierte en portavoz de su propio pensamiento, por lo que a menudo resulta difícil discernir lo socrático de lo platónico.

La evolución de la doctrina platónica, que expone en su Carta VII, constituye una dificultad añadida, pero en general se concede mayor validez y credibilidad a los diálogos de juventud, también llamados socráticos, para acercarnos al Sócrates real, al estar centrados en las cuestiones éticas. Entre esos diálogos, destaca la Apología, probablemente su primera obra, y el Critón.

Por tanto, los diálogos protoplatónicos constituyen la fuente más valiosa para conocer el Sócrates histórico, en un período anterior a la formación de la ontología platónica con todas sus tesis metafísicas. Los preguntas por las virtudes éticas en estos primeros diálogos tienen, sin embargo resultados aporéticos (sin solución). Sócrates era criticado por sus interlocutores porque hacía continuas preguntas y no daba respuestas, lo que él justificaba de forma irónica alegando su conciencia de no saber nivde ser sabio.

Sócrates nació en la polis de Atenas hacia el año 470 a.e.c. y quiso morir en la misma ciudad el año 399. Según el diálogo platónico Teeteto, su padre Sofronisco era escultor y su madre Fenarete comadrona, a la que tomó como modelo simbólico para la mayéutica (maieutiké) o arte de ayudar a dar a luz, aplicado a su método dialógico.

Estuvo casado con Xantipa, mucho más joven que él, de la que tuvo tres hijos, aunque algunos suponen que tuvo dos mujeres. Heredó de su padre una posición acomodada, aunque él se consideraba pobre y no preocupado por acumular riqueza. Como buen patriota sirvió en el ejército como hoplita y participó en varias batallas de la guerra del Peloponeso, salvando la vida a Alcibíades.

Carente de ambición política, prefirió centrar su actividad filosófica en la vida privada (idioteúein). Fue testigo de la hegemonía política, económica, intelectual y artística  de Atenas bajo el gobierno de Pericles y vivió la decadencia de la democracia ateniense, enfrentada a la aristocrática Esparta en la guerra del Peloponeso, que terminó con la derrota de Atenas y la imposición  del régimen de los Treinta tiranos.

Sin embargo, en política mantuvo su independencia ante la permanente lucha entre el "partido" democrático y el aristocrático. Sócrates, defensor como Platón de una aristocracia intelectual, criticaba el procedimeinto democrático del voto y del sorteo para ocupar los cargos público, por lo que cualquiera podía regir los asuntos de la polis sin estar cualificado, mientras que para otras tareas importantes se elegía los mejores. Por ejemplo, para la construcción  de la obras de la acrópolis se seleccionó a óptimos arquitectos y los mejores escultores.

En un par de ocasiones, como alega en la Apología platónica, se opuso al régimen vigente: al democrático en el proceso a los diez generales que no recogieron los cadáveres en la batalla de las Arginusas, votando en contra por considerarlo ilegal, pero también se opuso a  la oligarquía de los Treinta tiranos desobedeciendo la orden de arrestar a León de Salamina, por considerarla injusta.

Es decir, se opuso y criticó tanto la democracia vigente como la oligarquía de los Treinta, defendiendo la legalidad y siempre en nombre de la justicia.

Sócrates nada escribió, pues daba primacía a la conversación oral sobre la escritura, como se argumenta en el Fedro de Platón. Impartía su filosofía de forma dialogada en el ágora, en los gimnasios o bien en locales particulares, como se muestra  en el Banquete de Platón, que tiene lugar de noche en casa de Agatón. No era partidario de dirigirse a las multitud (hoi polloì, plêthos) en la asamblea (ekklesía), sino a los individuos, uno por uno, aunque dentro del contexto de pequeños grupos de jóvenes.

En su juventud se interesó por las teorías especulativas de los físicos jonios, según el diálogo Fedón, pero se decepcionó de los resultados dispares de la investiagación física, en especial del libro de Anaxágoras, por la mera función mecánica que éste le asignaba al Noûs o Inteligencia en la explicación del orden cósmico.

Lo que buscaba Sócrates era la explicación teleológica o finalidad del orden del mundo y de las acciones humanas, lo que Aristóteles denominará causa final.

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