El inefable Pablo de Tarso

En Hechos de los Apóstoles podríamos esperar que se contaran las andanzas y hechos milagrosos, teóricamente, de todos los apóstoles. La realidad es que prácticamente todo el libro se reduce a las andanzas de Pablo de Tarso.

Los apóstoles, con la elección de Matías, volvieron a formar un grupo de doce, número bíblico y astronómico, que con el “aborto” último, Pablo, pasó a ser un número vitando, trece. ¿Cuántos aparecen en “Hechos de los Apóstoles”? ¿Por qué la mayoría del colegio apostólico desaparece del horizonte predicador y del “id por todo el mundo”? Doce y prácticamente desparecen los doce. Sólo queda de manera efectiva uno, Pablo de Tarso, que se hace con el santo y seña de la nueva religión. Algo de Pedro y poco de Santiago.

Se cita a la Iglesia de Jerusalén; Pedro aparece en los doce primeros capítulos de los veintiocho del libro casi siempre por la relación que puede tener con Pablo; un tal Bernabé y Silas, que no era apóstoles sino discípulos… Y muchos nuevos adeptos. Por lo que aparece en Hechos, ninguno de los apóstoles hizo lo que el Evangelio dice –“id por todo el mundo”--, sino que quedaron predicando entre los judíos.

En 1.13, después de la ascensión de Jesús, se citan los apóstoles y María, reunidos para elegir al duodécimo apóstol. Nombres citados por parejas: Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelote y Judas de Santiago. Total, once.

El periplo de Pablo se puede dividir en tres etapas o viajes. Entre el año 47 y 49 realiza un primer viaje, no muy exitoso y munífico en agresiones físicas por la oposición de las comunidades judías. Tras el concilio de Jerusalén, año 49 o 50, emprende un segundo viaje de unos dos años hacia Macedonia. Destaca el episodio de su discurso frustrado en Atenas y la consiguiente burla de los atenienses. En Corinto se queda año y medio, regresando luego a Antioquía.

En Corinto escribió sus dos primeras cartas a los fieles de Tesalónica. En ellas desbarra sobre la segunda venida de Jesús, que, como sabemos, se equivocó lo mismo que se equivocó Jesús. En la II Carta habla de la aparición de un hombre malvado antes de esta segunda venida de Cristo, “que está próxima”.

Y comienza su tercer viaje, entre los años 53 y 57. En Éfeso permaneció tres años, donde realizó numerosos prodigios y donde escribió dos de sus más importantes cartas a los Corintios. Parece que todavía le escocía la experiencia sufrida en Atenas, porque insiste en una idea renuente, la sabiduría de este mundo frente a la sabiduría de Dios. Hay numerosas perlas en estas Cartas que influirán durante siglos en la Iglesia católica.

Esa sabiduría de Dios de que habla Pablo, le inspira algo que marcará la situación de la mujer dentro de la Iglesia: deben estar sujetas al marido, deben guardar silencio en el culto, si quieren saber algo deben preguntarlo a sus maridos, deben cubrirse la cabeza en los ritos (I Cor. 14.34). Precepto que ha durado dos mil años en la Iglesia.

En la II Cor.9.5 Pablo parece tener necesidades materiales y les pide “una muestra de generosidad”. Y en esta carta confiesa haber conocido a un hombre que había sido llevado al paraíso, al tercer cielo… No sólo Pablo tenía visiones y experiencias sobrenaturales.

Ya en Corinto, años 50-52, escribe a los gálatas (Galacia, en el centro de Anatolia, Turquía). Interesante  primer capítulo, donde hace un resumen de lo que han sido estos primeros años de apostolado, reivindicando su esforzada labor por predicar a Cristo.

Fue en Corinto donde también escribió otra importantísima carta, la dirigida a los romanos. A la vista de lo que luego sucedió con Constantino, Pablo se adelanta doctrinalmente reconociendo a la autoridad constituida. Importantísimo versículo que también tuvo sus derivaciones históricas:

Todos deben someterse a las autoridades establecidas. Porque no hay autoridad que no venga de Dios, y las que hay, por él fueron constituidas” (Rom.13.1)

¿Pretendía congraciarse con los romanos demostrando que “no” mataron a Jesús? ¿Tener de su parte la Iglesia a las autoridades, como ha venido siendo práctica habitual en sus primeros dos mil años?

En el año 57, reclamado por Santiago, vuelve a Jerusalén. Se jacta de su trabajo, pero recibe de nuevo las invectivas de Santiago respecto a los judíos y respecto al acatamiento a la Ley de Moisés (Hechos, 21.20) que, según parece, Pablo incita a no hacer caso a lo dispuesto por Moisés. Los rumores de que Pablo no observaba la ley enfurecieron al populacho, la ciudad se alborotó, fue arrestado, flagelado y conducido preso a Cesarea. Estuvo preso dos años.

Por ser ciudadano romano, apela al César y es conducido a Roma para ser juzgado. Fue un viaje lleno de aventuras y de prodigios, entre otros la picadura de una víbora en Malta, hecho que luego fue origen de un exorcismo contra las tarántulas y el fundamento del baile llamado “tarantela”.

En Roma fue absuelto (II Timoteo, 4.17), después de otros dos años de arresto domiciliario (Hechos, 28.30). A él acudían muchos a escuchar sus enseñanzas y en Roma ganó para la causa de Jesús muchos discípulos.

Aquí terminan los datos que ofrecen los Hechos de los Apóstoles. El resto son leyendas. ¿De dónde surge la leyenda de que fue encarcelado en tiempo de Nerón? ¿Y la de que murió a golpe de espada en el año 67? Tan probable como que murió en la cama de muerte natural.

En II Cor. 11.24 ss y en Gál. 1.11 ss. él mismo hace balance de su vida, de lo que ha sufrido, de las persecuciones, de los castigos por parte de los judíos, de los peligros en el mar… Una vida realmente agitada, a veces temeraria.

En cinco ocasiones me castigaron los judíos con los treinta y nueve azotes. Tres veces me apalearon y una me apedrearon. En tres ocasiones se hundió el barco en que viajaba y en trance de ahogarme pasé una noche y un día en alta mar. He viajado mucho, y me he visto en peligros de ríos, de ladrones y en peligros entre mis paisanos y entre los extranjeros… …muchas veces me he quedado sin dormir; he padecido hambre y sed; a menudo no he comido y he sufrido por el frío y la desnudez.

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