Los otros santos franciscanos.

No podemos olvidar que, por su profesión, los clérigos -curas, frailes y monjas- deben ser buenos.

Alguna que otra vez, sin embargo, hemos traído aquí casos que demuestran que la profesión con su gracia de estado, no hace a los clérigos distintos al resto del conglomerado social: los hay muy buenos, buenos, medianías, malos y malísimos. Cuestión distinta es saber hacia donde escora la "campana de Gaus".

Al punto, para contrarrestar estadísticas de malvados, los portavoces de turno sacan a relucir ejemplos de clérigos que son modelo de perfección y ejemplo a seguir por cualquier persona.

Y eso es cierto. Ha habido clérigos dignos de loa, ejemplos a imitar. No hablo de santos porque la perfección que la Organización preconiza las más de las veces nada tiene que ver ni puede ser ejemplo para el labriego, el ama de casa, la pediatra, el informático oficinista o el pedagogo abnegado. Pero, en su mundo, son santos.

Si hacemos tabla rasa de calificativos, en la frecuencia estadística total de clérigos podemos encontrar muchos grupos:

--los que son buenos heroicamente;
--los que son buenas personas por carácter y temperamento;
--los que son amorfos y no destacan ni por su bondad, que no reluce, ni por su maldad, que no tiene medio de expansión;
--los que son malas personas y de malos sentimientos;
--los que son criminales cuando tienen poder.

Ni más ni menos que lo que sucede en el mundo de las personas normales “no consagradas”. El primero y el último grupo, igualados en cifras, con la diferencia de que el primero tiene su santoral y el último sólo reluce en libros de investigación: aquí entran las hordas asesinas de monjes de los siglos IV y V; los predicadores enfermizos y soldados sanguinarios de las cruzadas; los monjes colonizadores o exterminadores de indígenas; los monjes inquisidores; los curas delatores en la Guerra Civil...

Como "santos" ejemplares, los franciscanos que hoy traemos aquí.

Voy a poner ejemplos del último grupo dentro del mundo desquiciado de la Segunda Guerra (ya me están citando al P. Maximiliano Kolbe, pero yo sigo). Hace pocos días ponía un ENLACE que remitía a un libro titulado “Los ustasha: el ejército nazi de Perón y el Vaticano” escrito por Ignacio Montes de Oca. Voy a copiar unos párrafos del capítulo “La caridad, según los ustashas”.

En Croacia era al revés: cuando un serbio, un judío o un gitano veía acercarse a un sacerdote, sabía que era mejor correr para salvar su vida. La acción de los curas paramilitares fue una particularidad que no se repitió en otros regímenes fascistas… …La gran mayoría eran curas franciscanos, aunque también era posible encontrar jesuitas, diocesanos y dominicos.

…[durante la preguerra] tal es el caso del padre Ivan Miletich que dirigió una escuadras de guerrilleros ustashas desde el monasterio franciscano de Siroki Brijeg… y Radoslav Cilavas, que al mando de un pelotón ustasha tomó un puesto militar yugoslavo el 10 de abril de 1941. En su mayoría los curas ustashas provenían de las organizaciones satélites de Acción Católica. El responsable de Acción Católica en Croacia era el sacerdote Aloysius Stepinac obispo de Zagreb.

[Ejemplo de fanatismo sádico. 10 agosto 1941, Srecko Perich, superior del monasterio de Gorica, que así predicaba]:
“Masacrad a todos los serbios. Matad primero a mi hermana, que está casada con un serbio, y luego a todos los serbios. Cuando hayáis terminado el trabajo, venid a mi iglesia y confesaos conmigo para obtener el perdón de vuestros pecados”.

[Uno de los más sádicos fue Miroslav Filipovich Majstorovich, encargado final del campo de Jasenovac, feb. 1942]. [Habían asaltado los pueblos de Motike y Sergovac].“¡Voy a rebautizar a estos degenerados en nombre de Dios…!” [e inmediatamente estranguló a un niño con sus propias manos. Los paramilitares, alentados e incitados por él, mataron a 2.302 personas].

[Tras la guerra, en el veredicto final contra él, lo hallaron culpable de haber matado a 30.000 personas, frente a las 100 que él reconocía]. [En Jasenovac, ante las madres que suplicaban por sus hijos, Filipovich ordenó lanzar al aire un niño para, al caer, ensartarlo con una pica: lo consiguieron al cuarto intento].

Petar Brzica fue párroco en Jasenovac tras dejar el monasterio de Shiroki Brijeg y enrolarse en los Ustasha. En agosto de 1943 llegó un contingente numeroso de presos. Como no había sitio, organizó un concurso para ver quién mataba a más personas en una noche. Y no con armas de fuego. Entre los concursantes se hallaban los franciscanos Miroslav Filipovich, Petar Brzica, Mile Friganovich, Ante Zrinusic y otro de apellido Spika. El vencedor fue Brzica, que consiguió degollar a 1.360 prisioneros.

Sus palabras en el juicio después de la guerra:

Apostamos para ver quién mataría más prisioneros en una noche. La matanza comenzó y después de una hora yo había matado a muchos más que ellos. Me sentía en el séptimo cielo. Nunca había sentido tal éxtasis en mi vida; después de un par de horas había logrado matar a 1.100 personas… Después, cuando estaba experimentando mi más grandioso éxito, me fijé en un viejo campesino parado mirándome con tranquilidad… …Esa mirada me impactó en medio de mi más grandioso éxtasis y de pronto me congelé y por un tiempo no me pude mover… …Me hablaba con una incomprensible paz que me afectaba más que los desgarradores gritos a mi alrededor. De pronto sentí la necesidad de destruir su paz mediante la tortura…

[Sigue el relato: le cortó una oreja, luego la otra; luego le arrancó la nariz; le arrancó los ojos, el corazón, le cortó la garganta de oreja a oreja y tiró la cabeza al pozo]. “Pero algo se rompió dentro de mí y no pude matar más durante la noche”.

Otros modelos de santidad fueron el cura Ivica Brkljacic y el franciscano Simic, gobernador de una región cuyo plan de gobierno era “matar a todos los serbios en el tiempo más breve posible. He ahí nuestro programa”.

¿No hay santoral para estos miembros franciscanos de la sacrosanta Iglesia católica?
Volver arriba