ALHAJAS Y ALHAJUELAS
¿Es de verdad rica la Iglesia, o es pobre? A las “malas lenguas” se les asignó durante largos periodos de la historia general la creencia de que la Iglesia, y más la “católica, apostólica y romana”, era y es rica. Inmensamente rica, para algunos. A otros no les parecieron excesivas tales riquezas, que justificaban además con argumentos y pruebas de las actividades sociales que afronta, sin descartar algunos la razón de que las riquezas del llamado “Óbolo de San Pedro” no expresaban otra cosa que “dignidad” y “prestigio”, junto con la devoción, compromiso y entrega de los fieles respecto al mantenimiento del culto, aún a costa del sacrificio que pudiera significarles la donación de sus bienes.
. El hecho es que, en la mente y consideración de muchos, cristianos o no, la fama de Iglesia rica –“riquísima”- en sus órdenes y actividades diversas, está bien asentada con raros riesgos de dudas y de cuestionamientos. Pese a amortizaciones y desamortizaciones, Concordatos, IBIs o IVAs, matriculaciones e “inmatriculaciones”, privilegios ancestrales, bienes inmuebles y de los otros – naturales y culturales- públicos y no tanto, el censo- patrimonio eclesiástico en su inmensa variedad de titulaciones es estimado como entre los más valiosos de los Estados, ciudades y pueblos, en España y fuera de España.
. Unas de las expresiones más explícitas, a veces hasta insultantes, de la condición de “rica por naturaleza” de la Iglesia, son las apariencias de sus jerarcas, avecindados en caducos palacios, arropados de hábitos y títulos, y además en flagrante contradicción con la doctrina y ejemplos de Cristo- Jesús , única referencia válida en el organigrama institucional de la Iglesia, tal y como , por fin, y sin miramientos y reservas, el mismo Papa Francisco se encarga de predicar y evangelizar, afrontando multitud de riesgos.
. En el caso de este comentario, la justificación del mismo se asienta en el hecho particular de las riquezas que, por cercanas y vistosas, aprecian los devotos y devotas, relacionadas con imágenes de santos y santas y advocaciones de Vírgenes y Cristos, que procesionan por esos pueblos de Dios en contados días festivos, y que en el resto del año se guardan y custodian con todos los medios, reservas, “seguros” y “seguridades” posibles, en lugares recónditos, sin descartar las “cajas fuertes” de las sucursales bancarias.
. De vez en cuando se desvelan la existencia, precio y valor, de algunas de estas joyas “religiosas”, con la “santa y ejemplar” intención de que la donación de las mismas respondió, y sigue respondiendo, a la piedad y devoción de feligreses bien intencionados. Tales planteamientos “religiosos” sufren de vez en vez graves fiascos con ocasión de robos, o de mala administración de tantos y tan ricos tesoros, cuyas noticias durante cierto tiempo llenan las páginas y espacios de sucesos de los medios de comunicación, con explicable escándalo y rasgones y dilaceraciones hipócritas de vestiduras sagradas por parte de los respectivos responsables, con títulos y “dignidades! parroquiales o curiales.
. Maleducan la fe y desvían la devoción a los santos/as, Cristos y Vírgenes, representados en sus respectivas imágenes, quienes fomentan, consienten o permiten la donación a las mismas de joyas, aún cargadas de recuerdos familia, portadoras de agradecimientos religiosos y hasta “milagrosos”. Estas joyas no debieran tener otro fin y destino que el del servicio a los pobres, para ayuda de sus necesidades integrales. Debería prohibirse en la Iglesia la entrega de estas joyas, siempre y cuando sus donantes no estuvieran de acuerdo con destinarlas, cuando procediera, al servicio de tipo social o cultural, sin relación directa con el culto. De no ser así, los responsables de estos “tesoros religiosos”, habrían de negarse a su recepción.
. Es cuestión de educación de la fe y de la atenta lectura de los santos evangelios. El descubrimiento- redescubrimiento de la identificación de lo religioso con las necesidades y urgencias del prójimo, es tarea y ministerio elemental, con frecuencia, inédita en la programación devocional de la Iglesia. No todas las joyas como las aquí aludidas son signos de verdadera religiosidad y de fe. Desvelar y orientar la dimensión social de las creencias, es artículo principal de la religión cr0istiana.
. Son muchos ya los cristianos que fervorosamente aceleran la llegada de los días salvadores en los que los “pobres sean evangelizados” con obras de caridad y de justicia por parte del resto del pueblo de Dios, con su jerarquía al frente, sin tener que dejar constancia, con o sin testamento, de que tal, o cual, lote de joyas, engrose o enriquezca el tesoro ritual y litúrgico de las Vírgenes, Cristos, santos y santas.
. Por si a alguno, o algunos, pudiera servirles de orientación, el precio de las joyas de la Virgen del Pino, que determinaron los tasadores oficiales del joyero- tesoro oblacional, al ser robado el día 17 de enero del año 1974 en el camarín de Teror – Gran Canaria – medallas, brazaletes, relojes, anillos, pulseras, pendientes, alfileres, coronas… y así hasta 102 lotes-, fue valorado en CATORCE MILLONES DOSCIENTAS NOVENTA Y CINO MIL pesetas.
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. El hecho es que, en la mente y consideración de muchos, cristianos o no, la fama de Iglesia rica –“riquísima”- en sus órdenes y actividades diversas, está bien asentada con raros riesgos de dudas y de cuestionamientos. Pese a amortizaciones y desamortizaciones, Concordatos, IBIs o IVAs, matriculaciones e “inmatriculaciones”, privilegios ancestrales, bienes inmuebles y de los otros – naturales y culturales- públicos y no tanto, el censo- patrimonio eclesiástico en su inmensa variedad de titulaciones es estimado como entre los más valiosos de los Estados, ciudades y pueblos, en España y fuera de España.
. Unas de las expresiones más explícitas, a veces hasta insultantes, de la condición de “rica por naturaleza” de la Iglesia, son las apariencias de sus jerarcas, avecindados en caducos palacios, arropados de hábitos y títulos, y además en flagrante contradicción con la doctrina y ejemplos de Cristo- Jesús , única referencia válida en el organigrama institucional de la Iglesia, tal y como , por fin, y sin miramientos y reservas, el mismo Papa Francisco se encarga de predicar y evangelizar, afrontando multitud de riesgos.
. En el caso de este comentario, la justificación del mismo se asienta en el hecho particular de las riquezas que, por cercanas y vistosas, aprecian los devotos y devotas, relacionadas con imágenes de santos y santas y advocaciones de Vírgenes y Cristos, que procesionan por esos pueblos de Dios en contados días festivos, y que en el resto del año se guardan y custodian con todos los medios, reservas, “seguros” y “seguridades” posibles, en lugares recónditos, sin descartar las “cajas fuertes” de las sucursales bancarias.
. De vez en cuando se desvelan la existencia, precio y valor, de algunas de estas joyas “religiosas”, con la “santa y ejemplar” intención de que la donación de las mismas respondió, y sigue respondiendo, a la piedad y devoción de feligreses bien intencionados. Tales planteamientos “religiosos” sufren de vez en vez graves fiascos con ocasión de robos, o de mala administración de tantos y tan ricos tesoros, cuyas noticias durante cierto tiempo llenan las páginas y espacios de sucesos de los medios de comunicación, con explicable escándalo y rasgones y dilaceraciones hipócritas de vestiduras sagradas por parte de los respectivos responsables, con títulos y “dignidades! parroquiales o curiales.
. Maleducan la fe y desvían la devoción a los santos/as, Cristos y Vírgenes, representados en sus respectivas imágenes, quienes fomentan, consienten o permiten la donación a las mismas de joyas, aún cargadas de recuerdos familia, portadoras de agradecimientos religiosos y hasta “milagrosos”. Estas joyas no debieran tener otro fin y destino que el del servicio a los pobres, para ayuda de sus necesidades integrales. Debería prohibirse en la Iglesia la entrega de estas joyas, siempre y cuando sus donantes no estuvieran de acuerdo con destinarlas, cuando procediera, al servicio de tipo social o cultural, sin relación directa con el culto. De no ser así, los responsables de estos “tesoros religiosos”, habrían de negarse a su recepción.
. Es cuestión de educación de la fe y de la atenta lectura de los santos evangelios. El descubrimiento- redescubrimiento de la identificación de lo religioso con las necesidades y urgencias del prójimo, es tarea y ministerio elemental, con frecuencia, inédita en la programación devocional de la Iglesia. No todas las joyas como las aquí aludidas son signos de verdadera religiosidad y de fe. Desvelar y orientar la dimensión social de las creencias, es artículo principal de la religión cr0istiana.
. Son muchos ya los cristianos que fervorosamente aceleran la llegada de los días salvadores en los que los “pobres sean evangelizados” con obras de caridad y de justicia por parte del resto del pueblo de Dios, con su jerarquía al frente, sin tener que dejar constancia, con o sin testamento, de que tal, o cual, lote de joyas, engrose o enriquezca el tesoro ritual y litúrgico de las Vírgenes, Cristos, santos y santas.
. Por si a alguno, o algunos, pudiera servirles de orientación, el precio de las joyas de la Virgen del Pino, que determinaron los tasadores oficiales del joyero- tesoro oblacional, al ser robado el día 17 de enero del año 1974 en el camarín de Teror – Gran Canaria – medallas, brazaletes, relojes, anillos, pulseras, pendientes, alfileres, coronas… y así hasta 102 lotes-, fue valorado en CATORCE MILLONES DOSCIENTAS NOVENTA Y CINO MIL pesetas.
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