AÑOS “SANTOS” NEGOCIOS
Todos los años son santos. También lo son las épocas, las eras, los meses, las horas, los minutos, y hasta los segundos en sus respectivas fracciones de tiempo. Los mismos tiempos se denominan además “litúrgicos”,como Adviento, Cuaresma, Pascua o Pentecostés.
Pero en la historia de la Iglesia, y por diversidad de razones, religiosas unas, y no tanto, otras, a algunos años, y en ciertos tiempos y lugares, se los declaran santos”. Los privilegios que los definen y exornan por parte de las autoridades supremas eclesiásticas son muchos, substantivo y frecuentemente substancioso. Reflexionar sobre el tema resultará siempre provechoso y orientador
. Aunque a algunos puedan parecerles ingrávidas y poco fiables las razones que se aportan para fundamentar las declaraciones de ciertos “Años” como “Santos”, a otros, estas les resultarán totalmente legítimas , fiables, y seguras, a la hora del proceso del crecimiento de su fe y de su praxis religiosa, tanto individual como colectivamente.
. Es explicable que tengan que ser muchas, engorrosas y hasta encarecidas y “subidas de precio”, las gestiones que sean precisas para conseguir tan honroso privilegio. Pero así lo establecen las normas canónicas y, al no ser imprescindible su declaración para la salvación y felicidad eternas, no debiera ser objeto de frustración la no concesión de estos años. “Santos” o no, todos son –seguirán siendo-, marco adecuado y real para el ejercicio y práctica de las virtudes cristianas.
. Tan seguro es, como comprensible, que crítica y críticos estén al acecho de llegar a la conclusión de que, entre tantos “Años Santos” que, con regularidad o sin ella, se registran en la historia de la Iglesia, en algunos, o en muchos, apenas si el “sensus fidelium” y la fe religiosa, se hubieran hecho presentes en la declaración y ejecución de los mismos.
. Si todavía, y en los que se intentara definir como tales, Martín Lutero “levantara la cabeza”, al igual que lo hizo en los tiempos en los que ejerció el ministerio de la predicación y del “profetismo” en relación con el tema de las indulgencias, es incuestionable que muchos se reafirmaran en la idea de que su comportamiento y denuncia no eran tan aspirantes a heréticos, como se piensa.
. Pese a tales presentimientos, facilones y no siempre limpios y transparentes, se imponen la lógica y el auténtico bien de la Iglesia, y es obligado concluir que “no es oro todo lo que reluce”, que quienes “ multum peregrinatur, raro sanctificantur”, y que además, y en multitud de ocasiones, sobre todo lo que se pretende y persigue no es ni solo ni fundamentalmente el bien de las almas y el progreso en la virtud y en la educación religiosa, sino otros objetivos.
. De entre los mismos, prevalecen la rentabilidad para las “santas” arcas que hacen engrosar los peregrinos y devotos, la fama que para lugares y aún comarcas les supone su cocimiento y promoción de lo que participan, en diversidad de proporciones, los establecimientos turísticos, gastronómicos y comerciales. Los “Aaños Santos” son también “bendiciones de lo Alto”, que salvan, redimen y enriquecen a pueblos, lugares, comarcas y aún a largos “caminos”, como en los casos que conducen a Roma -“romeros”- , a Santiago de Compostela –“peregrinos” o a Tierra Santa –“palmeros”
. “Años Santos” de verdad de la buena, no son muchos. Los más., comienzan y terminan en ocasiones singulares en la práctica de opciones turístico- viajeras, no siempre santas, no solo por las conductas que en ellos se observan, sino por los gastos que se invierten y además por la doctrina que en ellos se imparte, de que las indulgencias, las escarapelas, veneras y documentos oficiales, como la “compostela”, favorecen a las benditas almas del purgatorio, e impiden que los vivos mueran en pecado mortal.
. De todas formas, hoy por hoy, en España ya están prestos, inaugurados y abiertas las puertas del perdón de los “Años Santos” de santo Toribio de Mogrovejo, de Caravaca de la Cruz, de Villamanta –San Blas- y de una larga y devota letanía de santos, santas y misterios y advocaciones de Jesús y de la Virgen Marí en las conmemoraciones de los centenario de sus respectivas apariciones…
Con los “Años Santos” –declaración y desarrollo-, es imprescindible extremar toda clase de medidas de prudencia, transparencia y religiosidad, en evitación de que todavía el demonio pueda ser su protagonista. También este – el demonio- ha peregrinado, peregrina y pasa ritualmente, por las “puertas santas”, con atuendos y maneras propias de comerciantes, de políticos, de turistas, y aún de predicadores y “vendedores” de indulgencias plenarias.
Pero en la historia de la Iglesia, y por diversidad de razones, religiosas unas, y no tanto, otras, a algunos años, y en ciertos tiempos y lugares, se los declaran santos”. Los privilegios que los definen y exornan por parte de las autoridades supremas eclesiásticas son muchos, substantivo y frecuentemente substancioso. Reflexionar sobre el tema resultará siempre provechoso y orientador
. Aunque a algunos puedan parecerles ingrávidas y poco fiables las razones que se aportan para fundamentar las declaraciones de ciertos “Años” como “Santos”, a otros, estas les resultarán totalmente legítimas , fiables, y seguras, a la hora del proceso del crecimiento de su fe y de su praxis religiosa, tanto individual como colectivamente.
. Es explicable que tengan que ser muchas, engorrosas y hasta encarecidas y “subidas de precio”, las gestiones que sean precisas para conseguir tan honroso privilegio. Pero así lo establecen las normas canónicas y, al no ser imprescindible su declaración para la salvación y felicidad eternas, no debiera ser objeto de frustración la no concesión de estos años. “Santos” o no, todos son –seguirán siendo-, marco adecuado y real para el ejercicio y práctica de las virtudes cristianas.
. Tan seguro es, como comprensible, que crítica y críticos estén al acecho de llegar a la conclusión de que, entre tantos “Años Santos” que, con regularidad o sin ella, se registran en la historia de la Iglesia, en algunos, o en muchos, apenas si el “sensus fidelium” y la fe religiosa, se hubieran hecho presentes en la declaración y ejecución de los mismos.
. Si todavía, y en los que se intentara definir como tales, Martín Lutero “levantara la cabeza”, al igual que lo hizo en los tiempos en los que ejerció el ministerio de la predicación y del “profetismo” en relación con el tema de las indulgencias, es incuestionable que muchos se reafirmaran en la idea de que su comportamiento y denuncia no eran tan aspirantes a heréticos, como se piensa.
. Pese a tales presentimientos, facilones y no siempre limpios y transparentes, se imponen la lógica y el auténtico bien de la Iglesia, y es obligado concluir que “no es oro todo lo que reluce”, que quienes “ multum peregrinatur, raro sanctificantur”, y que además, y en multitud de ocasiones, sobre todo lo que se pretende y persigue no es ni solo ni fundamentalmente el bien de las almas y el progreso en la virtud y en la educación religiosa, sino otros objetivos.
. De entre los mismos, prevalecen la rentabilidad para las “santas” arcas que hacen engrosar los peregrinos y devotos, la fama que para lugares y aún comarcas les supone su cocimiento y promoción de lo que participan, en diversidad de proporciones, los establecimientos turísticos, gastronómicos y comerciales. Los “Aaños Santos” son también “bendiciones de lo Alto”, que salvan, redimen y enriquecen a pueblos, lugares, comarcas y aún a largos “caminos”, como en los casos que conducen a Roma -“romeros”- , a Santiago de Compostela –“peregrinos” o a Tierra Santa –“palmeros”
. “Años Santos” de verdad de la buena, no son muchos. Los más., comienzan y terminan en ocasiones singulares en la práctica de opciones turístico- viajeras, no siempre santas, no solo por las conductas que en ellos se observan, sino por los gastos que se invierten y además por la doctrina que en ellos se imparte, de que las indulgencias, las escarapelas, veneras y documentos oficiales, como la “compostela”, favorecen a las benditas almas del purgatorio, e impiden que los vivos mueran en pecado mortal.
. De todas formas, hoy por hoy, en España ya están prestos, inaugurados y abiertas las puertas del perdón de los “Años Santos” de santo Toribio de Mogrovejo, de Caravaca de la Cruz, de Villamanta –San Blas- y de una larga y devota letanía de santos, santas y misterios y advocaciones de Jesús y de la Virgen Marí en las conmemoraciones de los centenario de sus respectivas apariciones…
Con los “Años Santos” –declaración y desarrollo-, es imprescindible extremar toda clase de medidas de prudencia, transparencia y religiosidad, en evitación de que todavía el demonio pueda ser su protagonista. También este – el demonio- ha peregrinado, peregrina y pasa ritualmente, por las “puertas santas”, con atuendos y maneras propias de comerciantes, de políticos, de turistas, y aún de predicadores y “vendedores” de indulgencias plenarias.