“POR LO CIVIL” y “POR LO CANÓNICO”
La expresión “por lo civil”, más que oponerse o contrarrestar, contrasta con amistad, simpatía, comprensión y justicia a la de “por lo canónico”, en unos tiempos como los actuales en los que la pluralidad y el mutuo respeto a creencias, a convicciones y a gustos, es “santo y seña” de comportamientos democráticos. Salvar por encima de todo –casi todo- las relaciones en las que se basa la convivencia, es tarea –ministerio- que se sitúa al margen, o sobre, “lo civil” y “lo canónico”.
. El hecho es que “por lo civil” suplanta ya, y en gran parte, también en España, a la idea, al sentimiento y a la forma de ser y de actuar al dictado de “por lo canónico”. En la cerrada y clausurada sociedad de tiempos pretéritos, y aún recientes, se abren paso con razones, unas veces, y otras, sin ellas, pero en proporciones muy elocuentes, formas y actuaciones diferentes a las representadas y patrocinadas por la religión que identifica “lo canónico”.
. La mayoría de las personas, familias y colectivos en su diversidad de denominaciones, intenciones y actividades, habían de enmarcarse entre las coordenadas de “lo religioso- canónico”, con obvia y persistente amenaza de su total y “anatematizadora” descalificación social, cuando “lo civil” se hacía presente como referencia y connotación. (Es posible que la presencia arzobispal de la suprema jerarquía eclesiástica de la benemérita ciudad de Granada bendición con solemnidad litúrgica unos “Grandes Almacenes”, respondiera recientemente a estas pautas “teologales” )
. EL Bautismo, la Primera Comunión, el matrimonio, el funeral-entierro y cualquier otro episodio familiar, social o político que se registrara en la nómina de los aconteceres personales o sociales, “lo canónico”, es decir, “lo religioso”, con sus formas, fórmulas, representantes y liturgias, habría de inspirarlos, darles sentido y contenido, así como conocimiento y reconocimiento, lo mismo “oficial” que popular.
. Pero ahora acontece que también “por lo civil” se convierte en ley y norma de convivencia, aún en colectivos que, ni abjuraron de sus convicciones cristianas, ni por ahora, de no cambiar mucho las cosas, sus intenciones son las de llegar a hacerlo algún día. Comunicaciones e invitaciones entre familiares y círculos amigos relativamente “normales” en cuestiones “religiosas de toda la vida”, optan “por lo civil” tanto o más que “por lo canónico”.
. Si el escándalo, disgustos, molestias, aflicciones, pesadumbres y sinsabores frustraban en grado tan notorio a muchos, en días y fechas de tanto relieve y prestigio, hoy las opciones, tanto religiosas como civiles, se dan por supuestas, y apenas si constituyen en objetos de discriminación y sorpresa alguna.
. Hay que comprender con seriedad y responsabilidad, que tuvieron que ser –y que son- muchos, y de gran relieve, los esfuerzos efectuados por familiares y amigos para aceptar estas situaciones, no solo con resignación, sino con buenas dosis de aprobación, de lo que hasta hace poco tiempo tenía, o podía tener, tanto de reto o de desafío, sin dejar de valorar la importancia que en estos procesos de reeducación en la fe tuvieron y tienen el Concilio Vaticano II y la proclamación y actualización de ciertas doctrinas, de verdad religiosas, así como los logros alcanzados por los avances democráticos.
. Pero felizmente son ya muchos, cristianos o no, los convencidos de que “por lo canónico”, incluía, aún con rechazo de lo estrictamente piadoso, elementos “civiles”, políticos, comerciales y sociales, que suplantaban a los mismos sacramentales, desvirtuándolos y profanándolos, al despojarlos de todo -casi todo- contenido y justificación de la verdad expuesta y vivida en los evangelios y, en ocasiones, hasta convertirlos en otros tantos sacrilegios, baratos o caros, según.
. El hecho es que “por lo civil” suplanta ya, y en gran parte, también en España, a la idea, al sentimiento y a la forma de ser y de actuar al dictado de “por lo canónico”. En la cerrada y clausurada sociedad de tiempos pretéritos, y aún recientes, se abren paso con razones, unas veces, y otras, sin ellas, pero en proporciones muy elocuentes, formas y actuaciones diferentes a las representadas y patrocinadas por la religión que identifica “lo canónico”.
. La mayoría de las personas, familias y colectivos en su diversidad de denominaciones, intenciones y actividades, habían de enmarcarse entre las coordenadas de “lo religioso- canónico”, con obvia y persistente amenaza de su total y “anatematizadora” descalificación social, cuando “lo civil” se hacía presente como referencia y connotación. (Es posible que la presencia arzobispal de la suprema jerarquía eclesiástica de la benemérita ciudad de Granada bendición con solemnidad litúrgica unos “Grandes Almacenes”, respondiera recientemente a estas pautas “teologales” )
. EL Bautismo, la Primera Comunión, el matrimonio, el funeral-entierro y cualquier otro episodio familiar, social o político que se registrara en la nómina de los aconteceres personales o sociales, “lo canónico”, es decir, “lo religioso”, con sus formas, fórmulas, representantes y liturgias, habría de inspirarlos, darles sentido y contenido, así como conocimiento y reconocimiento, lo mismo “oficial” que popular.
. Pero ahora acontece que también “por lo civil” se convierte en ley y norma de convivencia, aún en colectivos que, ni abjuraron de sus convicciones cristianas, ni por ahora, de no cambiar mucho las cosas, sus intenciones son las de llegar a hacerlo algún día. Comunicaciones e invitaciones entre familiares y círculos amigos relativamente “normales” en cuestiones “religiosas de toda la vida”, optan “por lo civil” tanto o más que “por lo canónico”.
. Si el escándalo, disgustos, molestias, aflicciones, pesadumbres y sinsabores frustraban en grado tan notorio a muchos, en días y fechas de tanto relieve y prestigio, hoy las opciones, tanto religiosas como civiles, se dan por supuestas, y apenas si constituyen en objetos de discriminación y sorpresa alguna.
. Hay que comprender con seriedad y responsabilidad, que tuvieron que ser –y que son- muchos, y de gran relieve, los esfuerzos efectuados por familiares y amigos para aceptar estas situaciones, no solo con resignación, sino con buenas dosis de aprobación, de lo que hasta hace poco tiempo tenía, o podía tener, tanto de reto o de desafío, sin dejar de valorar la importancia que en estos procesos de reeducación en la fe tuvieron y tienen el Concilio Vaticano II y la proclamación y actualización de ciertas doctrinas, de verdad religiosas, así como los logros alcanzados por los avances democráticos.
. Pero felizmente son ya muchos, cristianos o no, los convencidos de que “por lo canónico”, incluía, aún con rechazo de lo estrictamente piadoso, elementos “civiles”, políticos, comerciales y sociales, que suplantaban a los mismos sacramentales, desvirtuándolos y profanándolos, al despojarlos de todo -casi todo- contenido y justificación de la verdad expuesta y vivida en los evangelios y, en ocasiones, hasta convertirlos en otros tantos sacrilegios, baratos o caros, según.