COFRADÍAS, TERTULIANO Y “REVOCATORIO”

La atención a la vida, y a cuantas noticias ella crea, genera y difunda, es objeto y sujeto de reflexión serenamente cristiana. La vida, por vida, es de por sí “Palabra de Dios”. Es santo evangelio. Dios, en Cristo Jesús, se nos comunica y hace presente en multitud de expresiones, estén o no recogidas estas en los libros canónicos, cuyas síntesis o extractos nos son ofrecidos en los leccionarios litúrgicos. La vida es “Su” vida, es decir, “Su” palabra por antonomasia, aunque su eco no tenga por qué ser, ni siempre, ni necesariamente, sacro o ritual, sino el propio y específico de otras esferas, tales como las sociales, las políticas o las económicas.

A continuación, y a título de ejemplo, aduzco como otros tantos puntos de referencia adoctrinadora, informaciones que recientemente aparecieron en los medios de comunicación, en los que la relación Iglesia- noticia se abre paso con sentido y vocación de reflexión evangélica.

. La Semana Santa, a la que a su tiempo, la liturgia, las costumbres y la tradición popular, mayoritariamente piadosa, le reserva íntimos y notorios espacios informativos, se ha hecho noticia de primea página estival, en determinadas Comunidades Autónomas, con ocasión de la publicación del Decreto del Arzobispo de Sevilla, que incluye “normas para Hermandades y Cofradías” que inexcusablemente debieran entrar en vigor el día 15 de agosto, y en las que se hace explícita referencia a que sus responsables “rindan cuentas y aporten parte de sus fondos a la diócesis”. Convencidos unos –Hermanos Mayores y cofrades-, de que precisamente el éxito de las celebraciones “semanasanteras” en Sevilla y en tantos otros lugares de España, radica de modo predilecto en la condición de “seglaridad” de sus responsables, con el asesoramiento espiritual de su Capellán, es probable que decisiones canónicas como las emanadas del palacio arzobispal y su curia, pese a su tórrida coincidencia agosteña, sean nuevas fuentes de enfrentamientos, de los que les sobran a la Iglesia, signos y motivos de escándalos sobre todo cuando se citan los “fondos”. La Iglesia y su administración rezuman clericalismos, y le faltan seculatridad, tal y como piensan muchos comprometidos con ella y con sus auténticos fines, aunque otros estarían dispuestos a dar la vida en defensa de que solo, o fundamentalmente, es Iglesia la Iglesia, por su jerarquía y su acentuado jerarquismo.

. Por circunstancias doctorales muy apreciadas, y de radiante e impertérrita actualidad, en la relación siempre noticiosa de Iglesia- mujer, o viceversa, y como singular y emotiva recordación para la disciplina canónica que todavía sigue vigente, negándole el acceso al sacerdocio y a otras responsabilidades “intra” o “extra” eclesiásticas, se ha hecho presente el nombre de Tertuliano, el “inspirador” de las tertulias. Se llamaba Quinto Séptimo Florente, y es considerado uno de los Padres de la Iglesia latina, nacido en la entonces cristianamente “floreciente” ciudad de Cartago –hoy Túnez-, en el siglo II (p.C.), y del que los historiadores dan fe con unanimidad, de ser “hombre extremadamente culto y de poderosísimo cerebro”. Esto no obstante, en la triste y desdichada historia antieclesiástica de la misoginia, este Padre de la Iglesia lidera episodios y aseveraciones doctrinales tales como que “la mujer , por mujer, fue, y es, causa de la condenación del hombre”, por lo que no solo les aconseja, sino que les manda, , que “debían afear su hermosura natural, para así redimirse de tan grave pecado…” ¿Que aquellos tiempos están ya pasados? ¿Lo están de verdad?

. De la política, de los políticos y de sus procedimientos para conseguir el poder e intentar permanecer en el mismo sempiternamente, pensando más que en servir al pueblo, en servirse del pueblo, sin ahorrarse medios, modos y aún leyes, de vez en cuando es posible que la Iglesia aprendiera de ellos,algo bueno y de provecho. Todo cuanto se relacione con la democracia, es y será digno de alabanza. Fórmulas hoy en uso como “referendum revocatorio”, “cuestión de confianza” y otras similares contribuirían a la penitencial purificación del “carrerismo” eclesiástico, que en opinión del Papa Francisco, es uno de los males más graves que satánicamente cercan a la Iglesia. “Cargos a perpetuidad”, con sus “dignidades”, títulos y emolumentos principescos, o asimilados, no hacen Iglesia. Por cierto que a este Papa parece que le brillarle más aún su anillo pastoral, después de haberle pedido públicamente perdón a los homosexuales y “compañeros/as mártires”, por el comportamiento disciplinar y hasta casi dogmático, de la Iglesia con ellos y ellas.
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