DIAS NO SANTOS

Con ribetes cercanos a los propios y determinantes de los días de una “semana no sancta”, pasarán a la historia de la Iglesia española los correspondientes a la celebración de la última Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal. En la misma, y de alguna manera, se descalificó la pastoral del papa Francisco, así como su figura y estilo de edificador de la Iglesia en relación con el ejercicio de su ministerio reformador, en el que tantas esperanzas, dentro y fuera de la institución, habían sido, y siguen siendo, felizmente instaladas. La reflexión sobre el tema resultará provechosa para muchos.

. Los votos son “palabra de Dios”. En esta ocasión, firmados y confirmados democráticamente, los votos episcopales decidieron inclinarse por opciones férreamente continuistas y conservadoras, poco afines con los deseos, comportamientos y promociones del papa Francisco, tanto en sus más altas esferas como en estamentos propincuos. La pastoral “franciscana” ha sufrido un claro revés en su planteamiento y continuidad. Los hechos son así de elocuentes sin interpretaciones benevolentes ociosas.

. ¿Faltó estrategia en algunos sectores y esta sobró en otros, con abundamiento, y con no poca indefensión, y escepticismo por parte de algunos? Es posible que así ocurriera. A la sagacidad y a la astucia se les reservan los primeros puestos y más cuando en su empeño es invocado, aunque solo sea ritualmente, el “sacrosanto nombre de Dios”, como en nuestra historia.

. Esto no obsta, para que sean muchos más los convencidos de que precisamente ni la estrategia ni el cortejo de cuantos elementos, formas y fórmulas ella cuenta, cierre u obstaculice los caminos de la resurrección y de la vida, con la sublime esperanza de que un día –pronto- cambiarán decisivamente los tiempos.

. Costará más o menos y su inversión en sufrimientos llegará a ser alta y preciosa, pero la condición de “últimos” o “penúltimos” encaja a la perfección en el término “coletazos”

. La historia de la sociedad y de las ideas en la actualidad es, en gran parte, homogénea con la de la Iglesia y ella carece de “marcha atrás”. La meta está asegurada pero ni tan tarde o definitivamente como unos quisiera, ni tan temprano y rápidamente como otros añoran.

. Pero, con sensatez y los pies en el suelo de las realidades, hay que pensar que los intereses personales o de grupos, espirituales o materiales, las rutinas, las supremacías , los puestos, cargos o ministerios, las “dignidades”, los ornamentos “sagrados”, las titulitis, estilos palaciegos, báculos y mitras, feudalismos y excepcionalidades, riquezas, signos externos y comportamientos antievangélicos, asiduidad de asistencia ante los tribunales civiles como imputados, testigos u otras modalidades procesales…. obligan a doblegar la rodilla ante la imagen de una Iglesia jerárquica que es, y ejerce, a considerable distancia de los tiempos y espacios litúrgicos, aunque estos sean ritualmente canónicos.

. Parte importante del problema de proporciones tan graves radica en el nombramiento de los obispos, de los que están y de los que han de sustituirlos, de no cambiar radicalmente los procedimientos. El Nuncio de SS. y sus consejeros, las intervenciones directas o indirectas de algunos cardenales y las presiones procedentes de movimientos religiosos, sociales y económicos, continuistas y conservadores por vocación, normas, reglas o estatutos, terminarán por imponer sus criterios “electorales”, y el episcopado español seguirá careciendo de líderes y de personalidades que atisben y presientan la historia y el evangelio encarnados en el papa Francisco.

. Ala Iglesia española le sobran reportajes, noticias y estampas relacionadas con los Tribunales. La insistencia en el tema es explicable por la anticlericalidad, -que no por el anticlericalismo-, que tal hecho lleva consigo. A la Iglesia y a los eclesiásticos les sobra estrategia, a la que el diccionario define como “arte de dirigir operaciones militares en una guerra”, y “estrategas” a “personas expertas en el ardid de la guerra, fingimiento o astucia”

. Con estrategias, “carrerismos”, chismes y chismosos “en una parroquia o en el Vaticano”, como explica el papa Francisco, no es posible la actividad de la Iglesia al servicio del pueblo de Dios.. Un examen serio de teología, de pastoral y de historia de la Iglesia y de sentido común, no sería fácil de ser aprobado por la mayoría de los miembros del episcopado español en la actualidad.

. A la Iglesia y a sus obispos, no los erigen o manufacturan ni los apellidos ni los comportamientos y estilos renacentistas todavía al uso. La verdadera Iglesia de Cristo no es objeto ni sujeto de herencia, tal y como el mismo reformador Martín Lutero denunció con referencias expresas para los fautores del “Cautiverio Babilónico” en la Roma “ciudad muerta” o “cadáver urbis”, regida y representada en sus supremas instancias por los Borgia –Borja en castellano-, Médicis, Della Róvere, Del Este o Farnesio.
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