OTRAS ESPECULACIONES SALMANTICENSES
Con alentadores e inequívocos signos de buena esperanza, la en otros tiempos sorprendente noticia de la elección de una mujer como “Rectora Magnífica” de una Universidad Pontificia, de tanta alcurnia y representación en la historia de la Iglesia española y universal, era de suponer que su discurso programático en la solemne inauguración del curso académico, y la lección magistral sobre la idea de Dios, habrían de proporcionar titulares atractivos y conmovedores para los medios de comunicación
social populares. Interesados estos en temas de tanta actualidad e importancia como la presencia-ausencia de la mujer en la Iglesia, un nombramiento para cargo y misión de tanto relieve “intra” y “extra” eclesial, -en los órdenes supremos de la docencia universitaria-, aún en el rutinario acto de de la apertura oficial, no habrían de faltar sugerencias que proclamaran en todas las direcciones de los vientos la renovación que hoy se percibe, concentradas una buena parte de ellas precisamente en la relación mujer-Iglesia e Iglesia-mujer.
Releído el texto de la nueva “Rectora Magnífica”, me limito a subrayar el siguiente párrafo:” Sin renunciar a nuestro ideario católico, esta Universidad ha de vivir y competir en el siglo XXI, lo cual no resulta tarea simple. Por ello hemos de replantearnos nuestros objetivos, especialmente aquellos relacionados con la innovación, la gestión del talento o la oferta en función de la demanda empresarial. Nuestra vocación docente exige un gran compromiso y muchas renuncias, pero el esfuerzo merece la pena”.
Por esta vez, y quiera Dios que sea la penúltima, tantos y tan fervientes interesados en los cambios que demandan la Iglesia y la vida, lamentan faltarles fuerzas e imaginación para descubrir en las citadas palabras, proyectos y propósitos concretos, o en camino de audaz concreción, para encarnarse en el tiempo del recién estrenado rectorado.
. A la teología de la mujer le falta por recorrer largo y escabroso camino para que su misión en la Iglesia se asimile y valore exactamente como la del hombre- varón. A simple vista, y en consonancia con determinaciones disciplinares, basadas en ciertos textos bíblicos, en tradiciones y en principios que se dicen dogmáticos, la referida a la mujer no es teología, con dudas serias y legítimas acerca de su condición y consideración evangélicas, interpretadas y vividas por el mismo Cristo Jesús.
. Esta sensación, creciente y apremiante más cada día en la Iglesia, precisa de seguridades teológicas, que sólo, o en gran parte y proporción, aportarían estudios, investigaciones y reflexiones universitarias, con la autoridad, ciencia, sabiduría y experiencia de centros como el amparado con las siglas de la “UPSA”, y más en el marco y jurisdicción del reciente nombramiento de su “Rectora Magnífica”.
. Pensar a estas alturas que tal nombramiento- elección pueda confundirse e interpretarse como un “brindis al sol” de los tiempos modernos, con lejano y protocolario reconocimiento a la presencia y gestión espectaculares de la mujer en el resto de las actividades políticas, económicas, empresariales, educativas y profesionales en general, resultaría anticristiano y antisocial, absurdo y ofensivo.
. Preocupante por demás sería comprobar que la tarea de la reivindicación de la mujer como persona y sujeto de la creación- recreación y humanización del mundo universo, se propiciara en mayor grado, proporción y argumentos en centros, universitarios o no, pero increyentes o laicos, convertida la Iglesia en refugio de ideas y comportamientos machistas de la peor catadura. A los supremos responsables jerárquicos jamás les podrá ser ajeno descubrir, y tomar conciencia, de que el trato y misión que los mismos partidos políticos anticlericales o “ ateístas”, les reservan y asignan a la mujer, por mujer, es tanto o más humano que el que recibe en la Iglesia, con dramática excepción para el que todavía rige sus vidas en consonancia con principios “religiosos” de otras creencias, como las islámicas en sus interpretaciones más inclementes y estrictas.
. Optimista precisamente por formación universitaria salmantina pontificia – “Iterum Salmántica docet”- , me recreo en la seguridad de que la “Rectora Magnífica”, profesores/as y alumnos/as de la “UPSA” la convertirán bien pronto en ejemplar referencia de redención- replanteamiento desde sus propias raíces bíblicas y teológicas, que sigue necesitando hoy la mujer en la Iglesia. La “Pontificia” de Salamanca fue, y es. nidal y tahona de obispos para España y América, por lo que la información- formación que en ella se imparte acerca de la relación mujer- Iglesia tiene, y tendrá, decisiva influencia.
social populares. Interesados estos en temas de tanta actualidad e importancia como la presencia-ausencia de la mujer en la Iglesia, un nombramiento para cargo y misión de tanto relieve “intra” y “extra” eclesial, -en los órdenes supremos de la docencia universitaria-, aún en el rutinario acto de de la apertura oficial, no habrían de faltar sugerencias que proclamaran en todas las direcciones de los vientos la renovación que hoy se percibe, concentradas una buena parte de ellas precisamente en la relación mujer-Iglesia e Iglesia-mujer.
Releído el texto de la nueva “Rectora Magnífica”, me limito a subrayar el siguiente párrafo:” Sin renunciar a nuestro ideario católico, esta Universidad ha de vivir y competir en el siglo XXI, lo cual no resulta tarea simple. Por ello hemos de replantearnos nuestros objetivos, especialmente aquellos relacionados con la innovación, la gestión del talento o la oferta en función de la demanda empresarial. Nuestra vocación docente exige un gran compromiso y muchas renuncias, pero el esfuerzo merece la pena”.
Por esta vez, y quiera Dios que sea la penúltima, tantos y tan fervientes interesados en los cambios que demandan la Iglesia y la vida, lamentan faltarles fuerzas e imaginación para descubrir en las citadas palabras, proyectos y propósitos concretos, o en camino de audaz concreción, para encarnarse en el tiempo del recién estrenado rectorado.
. A la teología de la mujer le falta por recorrer largo y escabroso camino para que su misión en la Iglesia se asimile y valore exactamente como la del hombre- varón. A simple vista, y en consonancia con determinaciones disciplinares, basadas en ciertos textos bíblicos, en tradiciones y en principios que se dicen dogmáticos, la referida a la mujer no es teología, con dudas serias y legítimas acerca de su condición y consideración evangélicas, interpretadas y vividas por el mismo Cristo Jesús.
. Esta sensación, creciente y apremiante más cada día en la Iglesia, precisa de seguridades teológicas, que sólo, o en gran parte y proporción, aportarían estudios, investigaciones y reflexiones universitarias, con la autoridad, ciencia, sabiduría y experiencia de centros como el amparado con las siglas de la “UPSA”, y más en el marco y jurisdicción del reciente nombramiento de su “Rectora Magnífica”.
. Pensar a estas alturas que tal nombramiento- elección pueda confundirse e interpretarse como un “brindis al sol” de los tiempos modernos, con lejano y protocolario reconocimiento a la presencia y gestión espectaculares de la mujer en el resto de las actividades políticas, económicas, empresariales, educativas y profesionales en general, resultaría anticristiano y antisocial, absurdo y ofensivo.
. Preocupante por demás sería comprobar que la tarea de la reivindicación de la mujer como persona y sujeto de la creación- recreación y humanización del mundo universo, se propiciara en mayor grado, proporción y argumentos en centros, universitarios o no, pero increyentes o laicos, convertida la Iglesia en refugio de ideas y comportamientos machistas de la peor catadura. A los supremos responsables jerárquicos jamás les podrá ser ajeno descubrir, y tomar conciencia, de que el trato y misión que los mismos partidos políticos anticlericales o “ ateístas”, les reservan y asignan a la mujer, por mujer, es tanto o más humano que el que recibe en la Iglesia, con dramática excepción para el que todavía rige sus vidas en consonancia con principios “religiosos” de otras creencias, como las islámicas en sus interpretaciones más inclementes y estrictas.
. Optimista precisamente por formación universitaria salmantina pontificia – “Iterum Salmántica docet”- , me recreo en la seguridad de que la “Rectora Magnífica”, profesores/as y alumnos/as de la “UPSA” la convertirán bien pronto en ejemplar referencia de redención- replanteamiento desde sus propias raíces bíblicas y teológicas, que sigue necesitando hoy la mujer en la Iglesia. La “Pontificia” de Salamanca fue, y es. nidal y tahona de obispos para España y América, por lo que la información- formación que en ella se imparte acerca de la relación mujer- Iglesia tiene, y tendrá, decisiva influencia.