EVANGELIO EN CUATRO VERSIONES
Por sorprendente que pueda parecerles a algunos, a la Iglesia actual le hace falta evangelio. Le sobran cánones, normas, procesiones, ceremonias, ritos y posiblemente liturgias, o al menos, estas demandan renovación urgente y profunda. A tan obstinada, sacrosanta y decidida tarea les está dedicando el Papa Francisco palabras y adoctrinamientos múltiples y oportunos.
Como la falta de evangelio es tan notoria en el organigrama y praxis de la Iglesia -jerarquía y laicos- , cualquier iniciativa catequística como aportación para su iniciativa y mantenimiento, tendrá cálida acogida en las lecturas y relecturas de libros que la inspiren y suplan.
Tal es la justificación primordial de la presente reseña de “Un único evangelio: cuatro evangelios”, de la editorial CCS, cuyo autor es Juan José Bartolomé, sacerdote salesiano, profesor de Sagrada Escritura, quien acerca a los lectores con sencillez divulgativa y acierto la información histórica de “cómo se llegó a la formación de los actuales cuatro evangelios, en el corazón de la Iglesia, y de las comunidades cristianas primitivas “, a lo que responde el subtítulo “desde la predicación apostólica a los cuatro evangelios canónicos”.
El índice sigue el “iter” adoctrinador, son el desarrollo siguiente: “Anuncio de Buenas Noticias”, “origen no cristiano”, “uso cristiano”, “relato del ministerio público de Jesús de Nazaret”, “rasgos típicos “, “pautas para su lectura hoy”, “Marcos: un manual para la educación de discípulos”, “Mateo: catequista para una comunidad de discípulos mensajeros”, “ Juan: en evangelio para cristianos adultos” y “Lucas: crónica de la historia de la salvación” .
A título de ejemplo, subrayo con cierta detención las palabras y apartados de las “razones del éxito de un evangelio peculiar como el de la crónica de Lucas” con su “considerable influencia en la vida de la Iglesia“, y “el interés por la figura de María “. El capítulo sigue con devoción y detenimiento los pasos dados por la comunidad de Lucas, una salvación enraizada en la historia, consciente de su debilidad, necesitada de la gradual inser5ción en el mundo como misión, retrato de Jesús, muy humano y no menos divino, el Espíritu como legado, la alegría como forma de vida cristiana y María, modelo de creyentes”, con mención pormenorizada para los primeros conflictos intra- comunitarios, insistiendo en los episodios de “ideas y comportamientos relativos a la autoridad constituida al servicio de la fraternidad” y en la de “una autoridad al servicio de la palabra”.
Con libros como el de Juan José Bartolomé -“Claves cristianas: Serie Minor”, el acceso al evangelio y a su contenido están mucho más al alcance de la mano, sin excusas ni pretextos para recusar su lectura, por muchas o pocas que sean sus páginas. El libro está exento del lenguaje exótico, clerical, foráneo y advenedizo. La sencillez catequística es norma sagrada en la educación de la fe, y a ella se acoge el autor, convencido de que la buena noticia que entraña “el único evangelio en sus cuatro versiones jamás llegará salvadoramente a cristianos y a aspirantes a serlo”, si emplea términos, comparaciones, tesis y doctrinas propiamente evangélicas.
¡Felicidades por el epítome doctrinal ilustrativo del que es fiel mensajero y portador este libro, en unos tiempos en los que tan necesitada se encuentra la Iglesia, de enseñanzas y ejemplos que la reconstruyan y reconviertan a los tiempos primeros, mucho más virginales, en los que aún no se le habían añadido las adherencias de intereses propios, tanto personales como colectivos…¡
Como la falta de evangelio es tan notoria en el organigrama y praxis de la Iglesia -jerarquía y laicos- , cualquier iniciativa catequística como aportación para su iniciativa y mantenimiento, tendrá cálida acogida en las lecturas y relecturas de libros que la inspiren y suplan.
Tal es la justificación primordial de la presente reseña de “Un único evangelio: cuatro evangelios”, de la editorial CCS, cuyo autor es Juan José Bartolomé, sacerdote salesiano, profesor de Sagrada Escritura, quien acerca a los lectores con sencillez divulgativa y acierto la información histórica de “cómo se llegó a la formación de los actuales cuatro evangelios, en el corazón de la Iglesia, y de las comunidades cristianas primitivas “, a lo que responde el subtítulo “desde la predicación apostólica a los cuatro evangelios canónicos”.
El índice sigue el “iter” adoctrinador, son el desarrollo siguiente: “Anuncio de Buenas Noticias”, “origen no cristiano”, “uso cristiano”, “relato del ministerio público de Jesús de Nazaret”, “rasgos típicos “, “pautas para su lectura hoy”, “Marcos: un manual para la educación de discípulos”, “Mateo: catequista para una comunidad de discípulos mensajeros”, “ Juan: en evangelio para cristianos adultos” y “Lucas: crónica de la historia de la salvación” .
A título de ejemplo, subrayo con cierta detención las palabras y apartados de las “razones del éxito de un evangelio peculiar como el de la crónica de Lucas” con su “considerable influencia en la vida de la Iglesia“, y “el interés por la figura de María “. El capítulo sigue con devoción y detenimiento los pasos dados por la comunidad de Lucas, una salvación enraizada en la historia, consciente de su debilidad, necesitada de la gradual inser5ción en el mundo como misión, retrato de Jesús, muy humano y no menos divino, el Espíritu como legado, la alegría como forma de vida cristiana y María, modelo de creyentes”, con mención pormenorizada para los primeros conflictos intra- comunitarios, insistiendo en los episodios de “ideas y comportamientos relativos a la autoridad constituida al servicio de la fraternidad” y en la de “una autoridad al servicio de la palabra”.
Con libros como el de Juan José Bartolomé -“Claves cristianas: Serie Minor”, el acceso al evangelio y a su contenido están mucho más al alcance de la mano, sin excusas ni pretextos para recusar su lectura, por muchas o pocas que sean sus páginas. El libro está exento del lenguaje exótico, clerical, foráneo y advenedizo. La sencillez catequística es norma sagrada en la educación de la fe, y a ella se acoge el autor, convencido de que la buena noticia que entraña “el único evangelio en sus cuatro versiones jamás llegará salvadoramente a cristianos y a aspirantes a serlo”, si emplea términos, comparaciones, tesis y doctrinas propiamente evangélicas.
¡Felicidades por el epítome doctrinal ilustrativo del que es fiel mensajero y portador este libro, en unos tiempos en los que tan necesitada se encuentra la Iglesia, de enseñanzas y ejemplos que la reconstruyan y reconviertan a los tiempos primeros, mucho más virginales, en los que aún no se le habían añadido las adherencias de intereses propios, tanto personales como colectivos…¡