HOMBRE Y CON BARBAS

Las noticias referentes al número, circunstancias y condiciones de las muertes de mujeres, por el hecho de serlo, catalogadas como “violencia de género” en España, son dramáticamente espeluznantes. Este dato explica en plenitud la asiduidad de estos comentarios, con dolor y sin filias o fobias monotemáticas de ninguna clase.

. Todavía no hay conciencia social generalizada acerca de la monstruosidad que significan y comportan estos datos, que dan la impresión de que, al ritmo que llevan en el año presente, llegarán a superar a los registrados oficialmente en el año pasado, porque no se cumplen las leyes con efectividad y urgencia, no se acertó en la redacción y aprobación de las mismas o porque se aplaza su aplicación “sine die” o “vuelva usted mañana”, en el caso en el que las denuncias sean cursadas reglamentariamente.

. El machismo impera en todos los niveles sociales, profesionales y laborales, aunque sobre todo en horas y tiempos ·electoralistas” se muestre sumo cuidado y discreción al presentar y destacar los logros, en parte alcanzados con nuevas e indignas promesas, indecentes y oportunistas, carentes de efectividad.

. El hecho de que, en ocasiones y por diversidad de las razones- sinrazones, no pocas mujeres sean, y aún se proclamen, no partidarias de su promoción como personas, instaladas en sus casas y cosas respectivas, con “la pata quebrada”, encarece y agrava mucho más el problema, sin que a nadie, y menos a los propios legisladores, pueda servirles de justificación o de excusa. No tomar conciencia de un problema de tanta envergadura e importancia por parte de los – y las- protagonistas, es desmoralizador y desolador.

. Entre las personas mayores, y también entre los, y las, jóvenes el machismo apenas si cede parte de las conquistas de los consuetudinarios privilegios, que históricamente les pertenecieron como patrimonio familiar y social. Con excepción de algún raro gesto, al dictado de romanticismos insulsos, o de intereses comerciales “sanvalentinescos”, la condición de la mujer en la mayoría de los ámbitos, ha cambiado todavía muy poco, pese a que su presencia y sus éxitos profesionales y políticos resulten tan notorios y con claros relieves noticiosos.

. Lo de “varón frustrado”, persona de segunda o tercera división, sierva y esclava del hombre, “tú te callas”, “me casé con Dios”, “señora de”, “la maté porque era mía” y frases y actitudes similares, tienen punzante y activa vigencia en la vida con multitud de reflejos fiables y ejemplos denigrantes, sin excluir los más altos niveles de la alta sociedad, de los colorines revisteros y de las secciones reservadas para sus exhibiciones como objetos- sujetos de apetencias masculinas, cien por cien machistas.

. En esto, como en todo, la educación impartida en los centros de formación y colegios, religiosos, confesionales o no, rezuma machismo por todos sus costados, idearios y programas, lo que en parte completa la labor destructiva de algunos medios de comunicación social y de los propios padres, a la hora de los planteamientos familiares en los que a las madres se les reservan una tareas, y otras a los padres, coincidiendo estas siempre con las consideradas socialmente como más nobles, dignas y apreciadas ante propios y extraños.

. En una publicación de carácter educativo y religioso como RD., con sana libertad y con la confianza de ser correctamente entendido por sus lectores, es indispensable dejar clara constancia de que también, y de modo singular, la Iglesia, sus instituciones organismos e intérpretes oficiales y oficiosos de su doctrina, canonizaron de por vida el machismo hasta sus penúltimas y degradantes consecuencias. Según la “doctrina cristiana”, la mujer fue, es y será “pecado”, con aportación de argumentos senescentes, sin consistencia evangélica alguna, sino todo lo contrario.

. De esa misma doctrina se desprenderá necesariamente que Dios habrá de presentarse, y representarse, aún iconográficamente, como “un hombre con barbas”, tachando de ateo, hereje, fanático y falto de juicio a quien se le ocurriera sugerir que la “figura de una madre que abraza” es cabal expresión de la verdadera imagen de Dios que en Cristo Jesús es la que de verdad se nos adoctrina en los evangelios…
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