INTERPELACIONES SAGRADAS (2)
1. Se asegura, con fiabilidad oficial, que ocho de cada diez de los euros percibidos por la Iglesia vía IRPF, se dedican a PAGAR EL SUELDO DE LOS SACERDOTES Y OBISPOS. Lo del “sueldo” o “remuneración pagada a un individuo por el desempeño de un cargo o servicio profesional”, así como lo de “pagar” –“dar uno a otro lo que le debe”-, no parecen ser términos muy ministeriales en la Iglesia, por mucha imaginación y humildad que tengan los beneficiarios…¿Cuando términos como carrera, profesión u oficio dejarán de ser aplicados a la actividad pastoral? ¿Cuándo y cómo, esta se podrá –y deberá- simultanear con otras actividades, profesiones o laborales “civiles”, en las que el “sueldo” y el “pago” se empleen con legitimidad y precisión, y los privilegios económicos de los que disfruta la Iglesia católica en España sean compartidos por otras religiones e Iglesias?
2. Del listado de ÓRDENES Y CONGREGACIONES RELIGIOSAS de la Iglesia, no pocas desaparecieron, o se dedicaron a otros menesteres como la enseñanza, algunas, por aquello del cambio de las circunstancias de lugar y de tiempo…Son muchas –muchísimas- las personas que hoy viven solas. Y su número se acrecentará aún más, por ahora. ¿Para cuando una o más Órdenes o Congregaciones Religiosas se dedicarán vocacionalmente a esta pastoral, teniendo en cuenta que toda reforma, para que lo sea de verdad, ha de proceder de la periferia?
3. Entre unas cosas y otras, algunas instituciones, movimientos piadosos y personas y colectivos religiosos en los que el pueblo-pueblo y los medios de comunicación identifican a la Iglesia católica, con predilecta mención para el OPUS DEI, “Obra de Dios” por antonomasia, se hacen frecuentes noticias y no precisamente constructivas y ejemplares. Las áreas relacionadas con la economía, las sexualerías, las discriminaciones femeninas, laborales y aún políticas, anidan en sus siglas, de una o de otra manera, destacándose siempre su condición de eclesiásticas o eclesiales. El hecho es, día a día, constatable y con la debida aportación de datos y figuraciones. Así las cosas, ¿no sería justo, razonable y procedente, que representantes jerárquicos contribuyeran ya con su adoctrinamiento “oficial”, a clarificar tal situación, incómoda y arriesgada para la propia religión cristiana y sus fundamentos evangélicos? ¿Resultarían provechosas para todos estas aclaraciones, o complicarían aún más las cosas, corriéndose el riesgo de que “quien calla, otorga”, de que es “es mejor no meneallo”, y de que “a la bondad- a lo bueno- algún día, tarde o temprano, habrá de abrírsele paso, por la gracia de Dios y los merecimientos de sus principales agentes?
4. ¿Cuándo desaparecerán de nuestros devocionarios las imágenes de un solo DIOS, VARÓN Y BARBUDO; OMNIPOTENTE, PREPOTENTE, ANCIANO y, por más señas, sempiternamente iracundo, vehemente, encolerizado y odioso? ¿Cuándo se abrirán paso en las páginas de los libros de religión en los catecismos y en las predicaciones y adoctrinamientos, las representaciones de Dios – Padre y Madre, a la vez- , en fiel consonancia con el Dios de los evangelios, encarnado, vivido, testimoniado y predicado por Cristo Jesús, y más con la colaboración adoctrinadora de la Virgen María? ¿Acaso resultan cristianas, divinas y humanas, todas las imágenes de Dios que nos son oficialmente ofrecidas aún con el “Nihil obstat” correspondiente, pero paganas-paganas por donde quiera que se las mire, sin posibilidad alguna de ser portadoras de la fe cristiana?
5. Del escudo de armas que se mantiene e impera en los organismos y documentos oficiales de la Iglesia –Estados Pontificios, sobran signos tan elocuentes, definitivos y obsoletos como el de la triple corona llamada tiara, en desuso ya desde los tiempos del papa Pablo VI. “De procedencia persa y otros países paganos de la antigua Asia, insignia de la suprema autoridad y dignidad pontificias, como signo y símbolo de su condición de dueño y señor del mundo universo, a la vez que de la Iglesia universal y de la de Roma”, la triple corona ducal que la forma suscita entre los entendidos en heráldica, y ya entre los analfabetos, ríos caudalosos de hilaridad que rondan, sobrepasan, los linderos de la burla, de la ridiculez, del anacronismo y de la extravagancia. Para la tiara, la mitra y tantos otros SÍMBOLOS LITÚRGICOS “RELIGIOSOS”, no hay ya lugar en la Iglesia, por mucha piedad, comprensión y misericordia que les sean exigidas a los fieles devotos. La reforma de la liturgia es un deber perentorio y urgente. Decisivo e inaplazable. No es cristiano exponer a la desacralización y a la paganía, ciertos símbolos y a sus porteadores, por rutinas, por falta de información o por vanidades solapadas.
6. A muchos se les olvida pensar que el hombre contemporáneo cree más en el testimonio y en el ejemplo, que en las prédicas, escritos, Cartas Pastorales y adoctrinamientos de los que los sacerdotes, obispos y educadores son sus ministros. “Fray Ejemplo” sabe y practica en mayor proporción la doctrina de la fe y el evangelio que sus predicadores por oficio y aún, por vocación y más si al final de mes tienen asegurado su sueldo- estipendio. El evangelio se hace machaconamente eco del convencimiento popular de que “una cosa es predicar y otra, dar trigo”, por aquello de que “haced lo que ellos hagan, pero no lo que diga” y redundantemente “obras son amores que no buenas razones”, por lo que LOS TESTIGOS Y NO LOS MAESTROS son los que hacen y son de verdad la Iglesia de Cristo.
2. Del listado de ÓRDENES Y CONGREGACIONES RELIGIOSAS de la Iglesia, no pocas desaparecieron, o se dedicaron a otros menesteres como la enseñanza, algunas, por aquello del cambio de las circunstancias de lugar y de tiempo…Son muchas –muchísimas- las personas que hoy viven solas. Y su número se acrecentará aún más, por ahora. ¿Para cuando una o más Órdenes o Congregaciones Religiosas se dedicarán vocacionalmente a esta pastoral, teniendo en cuenta que toda reforma, para que lo sea de verdad, ha de proceder de la periferia?
3. Entre unas cosas y otras, algunas instituciones, movimientos piadosos y personas y colectivos religiosos en los que el pueblo-pueblo y los medios de comunicación identifican a la Iglesia católica, con predilecta mención para el OPUS DEI, “Obra de Dios” por antonomasia, se hacen frecuentes noticias y no precisamente constructivas y ejemplares. Las áreas relacionadas con la economía, las sexualerías, las discriminaciones femeninas, laborales y aún políticas, anidan en sus siglas, de una o de otra manera, destacándose siempre su condición de eclesiásticas o eclesiales. El hecho es, día a día, constatable y con la debida aportación de datos y figuraciones. Así las cosas, ¿no sería justo, razonable y procedente, que representantes jerárquicos contribuyeran ya con su adoctrinamiento “oficial”, a clarificar tal situación, incómoda y arriesgada para la propia religión cristiana y sus fundamentos evangélicos? ¿Resultarían provechosas para todos estas aclaraciones, o complicarían aún más las cosas, corriéndose el riesgo de que “quien calla, otorga”, de que es “es mejor no meneallo”, y de que “a la bondad- a lo bueno- algún día, tarde o temprano, habrá de abrírsele paso, por la gracia de Dios y los merecimientos de sus principales agentes?
4. ¿Cuándo desaparecerán de nuestros devocionarios las imágenes de un solo DIOS, VARÓN Y BARBUDO; OMNIPOTENTE, PREPOTENTE, ANCIANO y, por más señas, sempiternamente iracundo, vehemente, encolerizado y odioso? ¿Cuándo se abrirán paso en las páginas de los libros de religión en los catecismos y en las predicaciones y adoctrinamientos, las representaciones de Dios – Padre y Madre, a la vez- , en fiel consonancia con el Dios de los evangelios, encarnado, vivido, testimoniado y predicado por Cristo Jesús, y más con la colaboración adoctrinadora de la Virgen María? ¿Acaso resultan cristianas, divinas y humanas, todas las imágenes de Dios que nos son oficialmente ofrecidas aún con el “Nihil obstat” correspondiente, pero paganas-paganas por donde quiera que se las mire, sin posibilidad alguna de ser portadoras de la fe cristiana?
5. Del escudo de armas que se mantiene e impera en los organismos y documentos oficiales de la Iglesia –Estados Pontificios, sobran signos tan elocuentes, definitivos y obsoletos como el de la triple corona llamada tiara, en desuso ya desde los tiempos del papa Pablo VI. “De procedencia persa y otros países paganos de la antigua Asia, insignia de la suprema autoridad y dignidad pontificias, como signo y símbolo de su condición de dueño y señor del mundo universo, a la vez que de la Iglesia universal y de la de Roma”, la triple corona ducal que la forma suscita entre los entendidos en heráldica, y ya entre los analfabetos, ríos caudalosos de hilaridad que rondan, sobrepasan, los linderos de la burla, de la ridiculez, del anacronismo y de la extravagancia. Para la tiara, la mitra y tantos otros SÍMBOLOS LITÚRGICOS “RELIGIOSOS”, no hay ya lugar en la Iglesia, por mucha piedad, comprensión y misericordia que les sean exigidas a los fieles devotos. La reforma de la liturgia es un deber perentorio y urgente. Decisivo e inaplazable. No es cristiano exponer a la desacralización y a la paganía, ciertos símbolos y a sus porteadores, por rutinas, por falta de información o por vanidades solapadas.
6. A muchos se les olvida pensar que el hombre contemporáneo cree más en el testimonio y en el ejemplo, que en las prédicas, escritos, Cartas Pastorales y adoctrinamientos de los que los sacerdotes, obispos y educadores son sus ministros. “Fray Ejemplo” sabe y practica en mayor proporción la doctrina de la fe y el evangelio que sus predicadores por oficio y aún, por vocación y más si al final de mes tienen asegurado su sueldo- estipendio. El evangelio se hace machaconamente eco del convencimiento popular de que “una cosa es predicar y otra, dar trigo”, por aquello de que “haced lo que ellos hagan, pero no lo que diga” y redundantemente “obras son amores que no buenas razones”, por lo que LOS TESTIGOS Y NO LOS MAESTROS son los que hacen y son de verdad la Iglesia de Cristo.