Ipso Facto
Así, “ipso facto”. En latín, con rotundidad religiosa y como “palabra de Dios”, justiciero “por esencia, presencia y potencia”, y sin lugar y tiempo para misericordias y excusas piadosas. “Todos los que colaboren de alguna manera en la práctica de cualquier aborto, “ipso facto”, es decir, automáticamente, y sin excusa ni pretexto, quedarán excomulgados –fuera de la Iglesia”- , con todas sus tremebundas consecuencias en esta vida y también en la otra”. Así acaba de recordarlo Mons. Juan Antonio Martínez- Camino, obispo auxiliar de Madrid, quien fuera portavoz, y a la vez, Secretario, de la Conferencia Episcopal Española, en la Universidad Católica de Valencia, en acto solemne presidido por el arzobispo de la diócesis levantina, Mons. Carlos Osoro.
No es mi intención más remota cuestionar la veracidad del aserto, y menos en el contexto de la “defensa de los más débiles” que inspiró y definió la citada intervención de quienes durante un buen puñado de años fue, y actuó, como imagen y “palabra de Dios” oficialmente proclamada en la Iglesia. Me conformo con poner de relieve el tono, por supuesto que no excesivamente diferente al empleado en sus intervenciones durante los años de su “magisterio- portavocía” en las “ruedas de prensa” al uso, en las que cualquier `pregunta no programada, o no de su agrado -”intereses de la Iglesia”- suponía acentuar el volumen de su antipatía, y hasta de su falta de respeto, con los profesionales de la información llamada “religiosa”.
. ¿Pero es que “ipso facto” no se puede, y se debe pronunciar, con más piedad, humildad y misericordia, y sin que de por sí conlleve una decisión irrevocable de maldición y condenación eterna, y sin posibilidad de redención, y, en no pocos casos, hasta de exculpación y descargo?
. ¿Es que la misma formulación del “ipso facto”, y su diagnóstico episcopal, carecen de normas, de reglas y procedimientos ciertamente pastorales y perdonadores, ya de antemano?
.¿No da la impresión de que el “ipso facto” tan rotundamente diagnosticado, no comporta algo- o un mucho- de seguridad y de cierta satisfacción inquisitorial , presentándose quien lo recuerda, comunica y denuncia como único y deputado defensor- paladín y campeón de la fe y de la ortodoxia, e intérprete de los derechos y exigencias de la misma?
. ¿Cuántas veces, y cómo, pronunciaría Jesucristo los “ipso facto”, los “líbera nos, Dómine”, los “¡sursum corda¡, “no pequéis más”, “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra” y ¿”anda, que tu fe te ha salvado¡”?
. La pastoral del terror, del miedo, del acoquinamiento y, en general, del temor y de la condenación- reprobación del “ipso facto”, no es evangélica y, por supuesto, de la misma no es devoto el Papa Francisco, sin que esto quiera decir, que en la Iglesia “nueva” quepa todo, o casi todo”, que “ancha es Castilla” y hasta “que salga el sol por Antequera” y ya está. ..
.¿Están también “ipso facto” excomulgados quienes de alguna manera colaboran, o colaboraron, en las guerras y en las hambres que asolan y siembran de cadáveres el mundo universo?¿Se nos recuerda en la Iglesia con similar insistencia, y aún más cruda,
Insistencia?
.Y ahora, una pregunta “pastoralmente” indiscreta, cuya respuesta habría de condicionar el nuevo destino, ya próximo, de Mons. Juan Antonio Martínez- Camino, ¿Serán consultados los sacerdotes, y movimientos religiosos seglares, en relación con su nombramiento como obispo de la diócesis? ¿Habrá llegado felizmente la hora de que, contra la opinión de los sacerdotes y laicos, no prevalecerán los “intereses“ oficiales, por muy episcopales que se presenten y sean?.
. De todas maneras, las soluciones como las renuncias a las mitras, por santas que imposiblemente estas sean, los monasterios y casas de retiro, con sus actos litúrgicos, tiempos de oración y contemplación y de ejercicio y ministerio a la caridad y atención a los pobres , son permanentes reclamos religiosos, a la espera de que a los mismos se acojan aquellos a quienes la experiencia de sus supertítulos episcopales y otras baratijas no les aportaron suficiente seguridad de que a la Iglesia se la puede y debe servir no solo con atuendos “ilustrísimos”, sino con los que confieren el bautismo y el sacramento del Orden Sagrado.
En la edificación del pueblo de Dios, las renuncias de no pocos obispos actuales resultan ser mucho más positivas y efectivas, que pudieran ser la entrega y el servicio “oficial” a los otros. El equipaje canónico que les fue exigido a la mayoría de nuestros obispos resulta hoy estremecedoramente indigente, escaso e inadecuado. Los casos son muchos, y sus frutos, patentes y palmarios, si bien, y por ahora, será preferible “no meneallos”
No es mi intención más remota cuestionar la veracidad del aserto, y menos en el contexto de la “defensa de los más débiles” que inspiró y definió la citada intervención de quienes durante un buen puñado de años fue, y actuó, como imagen y “palabra de Dios” oficialmente proclamada en la Iglesia. Me conformo con poner de relieve el tono, por supuesto que no excesivamente diferente al empleado en sus intervenciones durante los años de su “magisterio- portavocía” en las “ruedas de prensa” al uso, en las que cualquier `pregunta no programada, o no de su agrado -”intereses de la Iglesia”- suponía acentuar el volumen de su antipatía, y hasta de su falta de respeto, con los profesionales de la información llamada “religiosa”.
. ¿Pero es que “ipso facto” no se puede, y se debe pronunciar, con más piedad, humildad y misericordia, y sin que de por sí conlleve una decisión irrevocable de maldición y condenación eterna, y sin posibilidad de redención, y, en no pocos casos, hasta de exculpación y descargo?
. ¿Es que la misma formulación del “ipso facto”, y su diagnóstico episcopal, carecen de normas, de reglas y procedimientos ciertamente pastorales y perdonadores, ya de antemano?
.¿No da la impresión de que el “ipso facto” tan rotundamente diagnosticado, no comporta algo- o un mucho- de seguridad y de cierta satisfacción inquisitorial , presentándose quien lo recuerda, comunica y denuncia como único y deputado defensor- paladín y campeón de la fe y de la ortodoxia, e intérprete de los derechos y exigencias de la misma?
. ¿Cuántas veces, y cómo, pronunciaría Jesucristo los “ipso facto”, los “líbera nos, Dómine”, los “¡sursum corda¡, “no pequéis más”, “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra” y ¿”anda, que tu fe te ha salvado¡”?
. La pastoral del terror, del miedo, del acoquinamiento y, en general, del temor y de la condenación- reprobación del “ipso facto”, no es evangélica y, por supuesto, de la misma no es devoto el Papa Francisco, sin que esto quiera decir, que en la Iglesia “nueva” quepa todo, o casi todo”, que “ancha es Castilla” y hasta “que salga el sol por Antequera” y ya está. ..
.¿Están también “ipso facto” excomulgados quienes de alguna manera colaboran, o colaboraron, en las guerras y en las hambres que asolan y siembran de cadáveres el mundo universo?¿Se nos recuerda en la Iglesia con similar insistencia, y aún más cruda,
Insistencia?
.Y ahora, una pregunta “pastoralmente” indiscreta, cuya respuesta habría de condicionar el nuevo destino, ya próximo, de Mons. Juan Antonio Martínez- Camino, ¿Serán consultados los sacerdotes, y movimientos religiosos seglares, en relación con su nombramiento como obispo de la diócesis? ¿Habrá llegado felizmente la hora de que, contra la opinión de los sacerdotes y laicos, no prevalecerán los “intereses“ oficiales, por muy episcopales que se presenten y sean?.
. De todas maneras, las soluciones como las renuncias a las mitras, por santas que imposiblemente estas sean, los monasterios y casas de retiro, con sus actos litúrgicos, tiempos de oración y contemplación y de ejercicio y ministerio a la caridad y atención a los pobres , son permanentes reclamos religiosos, a la espera de que a los mismos se acojan aquellos a quienes la experiencia de sus supertítulos episcopales y otras baratijas no les aportaron suficiente seguridad de que a la Iglesia se la puede y debe servir no solo con atuendos “ilustrísimos”, sino con los que confieren el bautismo y el sacramento del Orden Sagrado.
En la edificación del pueblo de Dios, las renuncias de no pocos obispos actuales resultan ser mucho más positivas y efectivas, que pudieran ser la entrega y el servicio “oficial” a los otros. El equipaje canónico que les fue exigido a la mayoría de nuestros obispos resulta hoy estremecedoramente indigente, escaso e inadecuado. Los casos son muchos, y sus frutos, patentes y palmarios, si bien, y por ahora, será preferible “no meneallos”