OTROS MARTIROLOGIOS
Todas –casi todas- las mujeres, por mujeres, son, ejercen, y la sociedad y la Iglesia les obligan a actuar, como “mártires”, término que en rigurosa acepción académica “por extensión quiere decir persona que muere en defensa de otras, o de sus convicciones o afectos”, además de “persona que padece grandes afanes o trabajos”. En el ámbito estrictamente religioso, y a la luz de interpretaciones teológicas tradicionales, el “católico, apostólico y romano” le añadirá el plus de veracidad y resignación a su vocación de “sacrificada”, por aquello de que “mujer y pecado” establecieron bíblicamente relaciones de indisolubilidad, y más en los casos definidos y establecidos como “canónicos”.
. Los datos y las estadísticas configuran largas y dolorosas letanías martiriales femeninas, ciertamente alarmantes, degradantes y desprestigiadoras, con la dramática constatación de que su número es cada día más creciente …El calendario llegó, por ejemplo, a registrar una muerte diaria en España en determinadas semanas otoñales, con referencias puntuales a sus nombres, apellidos, lugares y otras circunstancias, con, o sin suicidio, de sus parejas o ex parejas y con expresa mención a si los hijos estuvieron o no presentes en la “ejecución” de sus respectivas madres.
. La sociedad parece sensibilizarse ante tan tremenda e irracional tragedia, y den algunos de sus sectores, organismos y organizaciones se levantan voces de protesta que convocan a un determinado número de “militantes” en tan elemental reivindicación del derecho a la vida que le asiste a la mujer, por mujer, y por su calidad de persona. Es de destacar que, pese al eco que de la noticia a veces se hacen los medios de comunicación, palabras y proclamaciones se las lleva el viento, y más en los tiempos estratégicos de las elecciones.
. Las leyes siguen siendo las mismas, su aplicación ineficaz con desdichada y denodada frecuencia, y el hecho de las denuncias por vía legal, y en conformidad con las normas y recomendaciones, apenas si aminora el listado de mujeres “mártires” a las que sus parejas, o ex parejas, eligieron “porque sí”, para erigirles el recuerdo perpetuo en el altar del sacrificio familiar y social.
. Bucear, con el fin de remediar el problema, en las razones- sinrazones que expliquen con cierta aproximación el hecho de tantas muertes de mujeres a manos de “sus” hombres, es tarea ardua y difícil, sobre todo por la clara y contundente irracionalidad que definen a las que se aportan. Reducirlas al desbarajuste de la educación impartida en los siglos de incivilizados comportamientos, considerados como “educadores” con carácter familiar, cívico, social, y aún “religioso”, llevaría necesariamente consigo la auto- confesión por parte del hombre, en cuyas manos “legales” residió tal potestad, habiendo sido él mismo su principal beneficiario. La mujer, objeto, sierva, “cosa” y esclava del hombre, ha sido, y es, principio y fundamento de planteamientos ético- sociales, con carácter inamovible y hasta dogmático, y consecuentes repercusiones en la vida en la pluralidad de sus acepciones.
. Al menos resultaría incongruente y pecaminoso dejar de acentuar la gravedad que entraña el dato de que precisamente el hecho religioso sea tan determinante en el diagnóstico de la discriminación radial de la mujer por parte del hombre. Del estudio y praxis de la misma, en tiempos presentes y pasados, y sin exclusión de cuanto se relaciona y se vive en la Iglesia, sobre todo “oficial”, se desprende con lógica escalofriante, que leyes y comportamientos jerárquicos, y aún laicos, se asientan con comodidad y toda clase de bendiciones e indulgencias en interpretaciones bíblicas, teológicas y ético- morales del papel y esencia de la mujer en la “sociedad ejemplar y perfecta” enmarcada en el cuadro de la existencia y actividad de un Dios -varón por más señas-, que a la luz del evangelio y de su palabra –Verbo- encarnada en Cristo Jesús, no es posible mantener con la soberana y suprema convicción de cuanto comportaría una consideración y definición “religiosa”.
. Sí, con objetividad y realismo, y con todas sus consecuencias, “todos somos París”. También “todos, con inclusión de los obispos, somos mujeres”. El número de féretros ni pesan ni más ni menos, ni son fuentes de sangre y de lágrimas, por el hecho de no contabilizarse internacionalmente de una sola vez, cuando el resultado es idéntico y aún superior, aunque sea preciso, por ahora, esperar a que transcurran dos o tres años en la confección del martirologio en su edición exclusivamente femenina solo en España..
. ¿Qué algunas mezquitas y sus respectivos imanes serían candidatas a que se les echara el cierre en evitación de convertirse en otros tantos centros de anti- convivencia y contravalores propias de la civilización occidental? Es una sugerencia propuesta por algunos, que a su vez completan otros mencionando centros de adoctrinamientos religiosos en los que la figura de la mujer no se parece en absoluto a la predicada y vivida en los santos evangelios.
. Los datos y las estadísticas configuran largas y dolorosas letanías martiriales femeninas, ciertamente alarmantes, degradantes y desprestigiadoras, con la dramática constatación de que su número es cada día más creciente …El calendario llegó, por ejemplo, a registrar una muerte diaria en España en determinadas semanas otoñales, con referencias puntuales a sus nombres, apellidos, lugares y otras circunstancias, con, o sin suicidio, de sus parejas o ex parejas y con expresa mención a si los hijos estuvieron o no presentes en la “ejecución” de sus respectivas madres.
. La sociedad parece sensibilizarse ante tan tremenda e irracional tragedia, y den algunos de sus sectores, organismos y organizaciones se levantan voces de protesta que convocan a un determinado número de “militantes” en tan elemental reivindicación del derecho a la vida que le asiste a la mujer, por mujer, y por su calidad de persona. Es de destacar que, pese al eco que de la noticia a veces se hacen los medios de comunicación, palabras y proclamaciones se las lleva el viento, y más en los tiempos estratégicos de las elecciones.
. Las leyes siguen siendo las mismas, su aplicación ineficaz con desdichada y denodada frecuencia, y el hecho de las denuncias por vía legal, y en conformidad con las normas y recomendaciones, apenas si aminora el listado de mujeres “mártires” a las que sus parejas, o ex parejas, eligieron “porque sí”, para erigirles el recuerdo perpetuo en el altar del sacrificio familiar y social.
. Bucear, con el fin de remediar el problema, en las razones- sinrazones que expliquen con cierta aproximación el hecho de tantas muertes de mujeres a manos de “sus” hombres, es tarea ardua y difícil, sobre todo por la clara y contundente irracionalidad que definen a las que se aportan. Reducirlas al desbarajuste de la educación impartida en los siglos de incivilizados comportamientos, considerados como “educadores” con carácter familiar, cívico, social, y aún “religioso”, llevaría necesariamente consigo la auto- confesión por parte del hombre, en cuyas manos “legales” residió tal potestad, habiendo sido él mismo su principal beneficiario. La mujer, objeto, sierva, “cosa” y esclava del hombre, ha sido, y es, principio y fundamento de planteamientos ético- sociales, con carácter inamovible y hasta dogmático, y consecuentes repercusiones en la vida en la pluralidad de sus acepciones.
. Al menos resultaría incongruente y pecaminoso dejar de acentuar la gravedad que entraña el dato de que precisamente el hecho religioso sea tan determinante en el diagnóstico de la discriminación radial de la mujer por parte del hombre. Del estudio y praxis de la misma, en tiempos presentes y pasados, y sin exclusión de cuanto se relaciona y se vive en la Iglesia, sobre todo “oficial”, se desprende con lógica escalofriante, que leyes y comportamientos jerárquicos, y aún laicos, se asientan con comodidad y toda clase de bendiciones e indulgencias en interpretaciones bíblicas, teológicas y ético- morales del papel y esencia de la mujer en la “sociedad ejemplar y perfecta” enmarcada en el cuadro de la existencia y actividad de un Dios -varón por más señas-, que a la luz del evangelio y de su palabra –Verbo- encarnada en Cristo Jesús, no es posible mantener con la soberana y suprema convicción de cuanto comportaría una consideración y definición “religiosa”.
. Sí, con objetividad y realismo, y con todas sus consecuencias, “todos somos París”. También “todos, con inclusión de los obispos, somos mujeres”. El número de féretros ni pesan ni más ni menos, ni son fuentes de sangre y de lágrimas, por el hecho de no contabilizarse internacionalmente de una sola vez, cuando el resultado es idéntico y aún superior, aunque sea preciso, por ahora, esperar a que transcurran dos o tres años en la confección del martirologio en su edición exclusivamente femenina solo en España..
. ¿Qué algunas mezquitas y sus respectivos imanes serían candidatas a que se les echara el cierre en evitación de convertirse en otros tantos centros de anti- convivencia y contravalores propias de la civilización occidental? Es una sugerencia propuesta por algunos, que a su vez completan otros mencionando centros de adoctrinamientos religiosos en los que la figura de la mujer no se parece en absoluto a la predicada y vivida en los santos evangelios.