MONARQUÍA ABSOLUTA Y ANTIDEMOCRÁTICA

Raro es el día en el que los medios de comunicación no se sienten profesionalmente obligados a hacerse eco, con difusión de noticias o con comentarios, de informaciones en las que la Iglesia y sus hombres más representativos no se hagan presentes como otras tantas justificaciones de la necesidad de reforma-refundación que precisa.

. La palabra del Papa Francisco emerge con sonoridad, lamento y santo evangelio en la tarea de urgir correcciones y enmiendas, sin salirse del marco de la misericordia, pero con invocación y puesta en práctica de reconvenciones y castigos canónicos y civiles.

. Esto no obstante, y en desacuerdo frontal con el comportamiento y denuncias del Papa, todavía muchos jerarcas, sacerdotes y laicos muestran su disconformidad con esta visión “franciscana”. En pocas épocas de la historia eclesiástica, se registró una nómina tan cuantiosa, y tan bien abastecida y remunerada, como la constituida por los “panegiristas” –“discurso, escrito o sermón de alabanza de algo o de alguien”- , con referencias directas a personas o a colectivos que encarnaron y encarnan la Iglesia “tradicional”, aun cuando esta ni haya sido, ni sea, fiel a la idea fundacional, expresada en los evangelios.

. Por citar algunos ejemplos, la Iglesia –por “nuestra por santa y por madre”, como es invocada-, no es pobre. Mienten, no conocen o no saben de cuentas, ni de signos de riquezas y bienes externos, “inmatriculados” o no- y con titulaciones pontificias, diocesanas, de Órdenes y Congregaciones Religiosas, colegios, fundaciones y cuantos sodalicios y otras modalidades canónicas o seudo canónicas, quienes aun con la mejor de las intenciones, siguen apostando por la pobreza como característica esencial en la Iglesia.

. Ni de los Papas, de los cardenales, arzobispos y obispos, ni de quienes de alguna manera aseguran ser y representar “infaliblemente” a la Iglesia, es posible aseverar con decencia intelectual y fe religiosa, que son pobres, por mucha capacidad de persuasión que crean que tiene la disciplina eclesiástica distinguiendo entre las instituciones y las personas. Estos juegos “decretales” no los entiende ni los practica el Pueblo de Dios, escandalizado de que la palabra “pobre” no se escriba si se pronuncie siempre en la Iglesia con letras mayúsculas.

. En los territorios de la moral sexual, y de la interpretación y práctica de esta asignatura por parte de algunos clérigos, con escalofriante mención para tantos tan “comprensibles” excesos- delitos, prefiero hoy rozar el tema, limitándome a reseñar que las denuncias ante instancias judiciales de carácter civil resulten ser más justas y efectivas, que su trato correspondiente por parte de los Tribunales Eclesiásticos, por muy “santos y sagrados” que se intitulen.

. La humildad- humanidad verdadera, carencia de privilegios, honradez, normalidad ciudadana, sentido común, ejercicio de la autoridad y no de la potestad y del “ordeno y mando” y además ”en el nombre de Dios”, los hombres representativos de la Iglesia no son modelos, paradigmas o ejemplos de vid profesional..

. Viviendo la mayoría de ellos alejados del pueblo y ajenos a los problemas del “mundo”, al que considera y presenta como “enemigo del alma”, junto con el “demonio y la carne”, la encarnación en el mismo y el compromiso con su redención integral, es tan solo, un dorado, o pesado, sueño.

. La burocracia y el carrerismo, los nombramientos, las oposiciones, los “grados”, el amiguismo, la consaguinidad, el “sobrinazgo” y el compadreo, así como los intereses de la Congregación o del grupo, no son “razones” para acceder a cargos y puestos eclesiásticos en esta vida y menos en la otra, valiéndose de las formas canónicas de beatificaciones y canonizaciones.

. Las alianzas con el poder estatal, político, económico o social, hasta las cumbres de los llamados “Estados Pontificios”, ser y actuar como Papa , y a la vez, como Presidente de Gobierno –“monarquía absoluta y antidemocrática”-, no pertenece al orden establecido en el Occidente Cristiano.

. Seguir prescindiendo de la presencia de la mujer en el ordenamiento eclesiástico , además de una obtusa, irreligiosa, ofensiva e indecente discriminación de la misma, impensable en el siglo XXI, le roba a la Iglesia lindas posibilidades de maternal y misericordiosa capacidad de continuidad, progreso y proyección de futuro, además de interpretarse por parte de algunos como libidinosa exculpación de los “malos tratos- violencia de género”.

. La falta federalizada de formación y actualización de la fe, es gravísimo mal, cuya solución contribuiría a la renovación- refundación de la Iglesia con criterios salvadoramente “franciscanos”.
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