MÁS “OPUSDEIZACIÓN” DE LA IGLESIA

Con ingenuidad, buena intención y sin artificio alguno publiqué en RD. Hace días un artículo con el título “Rebelión en la sanrtería oficial”, con ocasión de la canonización ya próxima de Santa Teresa de Calcuta. Muestro mi sorpresa al comprobar que la mayoría de los “comentaristas” y adyacentes, forzaron su imaginación concretándola precisamente en los correspondientes procesos que San Josemaría, fundador del “Opus Dei”, que decidieron y definieron su beatificación y canonización, seguidos hasta su culminación, alcanzando “el honor de los altares” y la inserción de un nuevo nombre en la nómina oficial –“Sancta sanctorum” del Año Cristiano. Es posible que las siguientes reflexiones contribuyan al mejor esclarecimiento de un tema de tan singular y devocional importancia.

. “Opusdeización”, en este caso, de la Iglesia, es un barbarismo semántico con tantas o similares posibilidades de atrevidas, irregulares y misteriosas interpretaciones teológicas sobre el término “Obra de Dios” por antonomasia, como si otras obras, como Congregaciones, Órdenes Religiosas, instituciones y la misma creación en general no participaran en plenitud de condición y reconocimiento tan sagrados.

. La clarificación de los nombres y apellidos, así como el respeto y exigente adecuación a los tiempos y ritmos establecidos en los códigos, y más si este es el Canónico, se estima imprescindibles a la hora de la reforma litúrgica, que en no pocos casos reclama hasta la revisión y substitución de nombres y sobrenombres coincidentes, por ejemplo, con “Legionarios”, “Compañías”, “Ejércitos”, “Cruzadas” y “Cruzados, con misiones, procedimientos, ideales e idearios impropios de los tiempos, de la teología, de la pastoral y de la ascética y mística que califica e inspira a la Iglesia.

. Volver a invocar y añorar situaciones, procedimientos y estilos eclesiales en los que el pueblo- pueblo (pueblo de Dios) participa más directa y personalmente en el reconocimiento devoto del culto público a beatos y a santos , no dejando toda su responsabilidad y ritos en manos de decisiones burocráticas de las Curias –romana y diocesanas- , es –será- tarea renovadoramente litúrgica.

. Esto no obstante, el mismo pueblo de Dios, al margen de campañas promocionadoras de nombres y misiones adscritas a determinados santos modernos, muestra su devoción y culto masivamente, ajustado al “sensus fidelium” que no llegaron a suplantar los procedimientos más actualizados y en consonancia con las nuevas técnicas.

. Hay romerías, festividades y fiestas tradicionales populares patrocinadas por advocaciones de “Cristos”, “Vírgenes”, santos y santas, con o sin fama de “milagreros” y “conseguidores”, cuyo número, rasgos y gestos devocionales quisieran para sí Órdenes, Congregaciones y movimientos religiosos, con medios humanos y divinos sobrados para haber logrado ya rebasar las estadísticas y números tradicionales con sus lecciones de ejemplaridad y rentabilidad limosnera, que imágenes y santuarios generan con legitimidad y sagradas intenciones.

. Por esos pueblos de Dios, la verdadera devoción sagrada llena templos y ermitas con indefinida frecuencia y justifica la constante y sacrificada presencia masiva de fieles en determinados días del año, sin que en el resto de los días falten guardianes – cofrades dispuestos a vigilar a favor del respeto a lugares tan sagrados, a la vez que expresan su devoción, culto y fervor entrañables.

. Mientras que unos piensan que la Iglesia y su esquema oficial en España se ha “opusdeisado” de tan notoria manera que “fuera de ella no hay salvación”, y que apenas si es concebible vivirla con módulos, formas y criterios distintos, a otros les asalta la tentación de pensar que exactamente su vivencia y la de una buena parte de su jerarquía e incipiente laicado, es –son- los que suelen tener bien presentes el papa Francisco al clamar y reclamar para ella una pronta y profunda reforma, ajustándola a los postulados del santo evangelio , al espíritu verazmente cristiano y a las demandas de los tiempos nuevos.

. Apasionante programa de revisión eclesial, con la esperanza limpia, transparente y flamante de que este papa no cejará en el empeño de ser y ejercer de pastor, de compañero y de guía.
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