LOS ESTADOS PONTIFICIOS Y OTRAS COSAS
A nadie, católico o no, habrá de parecerle incorrecto, mal visto o inadecuado, que en relación con el Estado independiente del Vaticano, ex antiguos y todopoderosos Estados Pontificios, se refieran datos, informaciones y reflexiones como las siguientes:
. Se trata del país- Estado más pequeño del mundo, con una extensión de medio kilómetro cuadrado, equivalente a alrededor de medio Parque del Retiro de Madrid, unos 800 habitantes, que mantiene relaciones diplomáticas con 180 países y del que propios y extraños afirman que, pese a todo, es uno de los más influyentes de la tierra.
. Se destaca que su dirigente supremo, el Papa, concentra el poder ejecutivo, legislativo y judicial, -monarquía absoluta-, en unos tiempos en los que tal circunstancia política resulta ciertamente insólita, inexplicable y además rechazada por el resto de los regímenes de cualquier condición o signo.
. La historia de su reinició el 11 de febrero de 1929 sobre la base de los “Pactos Lateranenses” y, por ejemplo, sin salida geográfico- administrativa al mar, tal vez por aquello de la simbología de la nave piscatoria del apóstol Pedro, cuenta con buques propios, no siendo justo dejar inédita la alusión al “Instituto Para las Obras Religiosas”, cuyas iniciales –IOR- sustituyeron a las malignas, desacralizadas y desacralizadotas de un “banco”, con apellidos extraídos del santoral, y con actividades no siempre santas, ejemplares, transparentes y menos, evangélicas.
. Por fin, y en tiempos abiertamente conciliares, transidos del más limpio y mejor intencionado “franciscanismo” eclesial, se abre paso, o al menos no son ya de por sí inmisericordemente rechazadas y excomulgadas, las ideas de que Papa y Jefe de Estado jamás configurarán una realidad cristiana. Ni así aconteció en épocas pasadas, y menos lo harán en las actuales, en las que gestos, signos y comportamientos democráticos intentan inspirar modos y maneras de gobierno al servicio del pueblo que, si no son perfectos, son los más adecuados, lo mismo en conformidad con las apariencias, que con la doctrina católica.
. Planteamientos teológicos enraizados en citas evangélicas, con frontal rechazo de otras puramente administrativas, civiles y, a veces, feudales, contribuirían decisivamente a la renovación de la imagen de la Iglesia a lo largo del tiempo, comenzando por su jerarquía, en un intento imposible de acomodarla al evangelio y a la doctrina y ejemplos de la vida de Jesús y de sus primeros discípulos.
. ¿Cómo se explica que teólogos y canonistas de relieve, y aún facultades universitarias católicas, y Órdenes y Congregaciones Religiosas, hayan mantenido, y mantengan, ideas poco o nada homologables con las de los Santos Padres de la Iglesia, y aún con las de los evangelios?. De la respuesta certera a tal interrogante, no se podrá prescindir en absoluto de cuantos elementos curiales, que en diversas proporciones, condicionaron y condicionan de por vida los comportamientos humanos, por científicos y “espirituales” que estos sean. Razones áulicas, al servicio e quienes mandan, y aseguran hacerlo “en el nombre de Dios”, desenredan y desenmarañan arcanos y misterios que parecían insondables o incomprensibles.
. Los teólogos, por teólogos, serán servidores de la Verdad, y libres, por encima de cualquier contingencia. Teólogos de profesión, cátedras en propiedad, votos de obediencia ciega a los superiores de sus respectivas Órdenes y Congregaciones y, por tanto, asignación de determinados, pero siempre tan parcos, emolumentos, tornarán mínimamente fiables sus enseñanzas y adoctrinamientos “oficiales”, resultándoles difícil en esta vida y en la otra abrirse caminos en paz y con tranquilidad de conciencia.
. A la teología oficial es obligado adscribirle y hacerla responsable, de parte importante de cuantas lagunas, charcos y engañifas la distingue y define, con sus consecuentes repercusiones en la sociedad y en la convivencia civil.
. La Curia Romana y el Estado Vaticano, al que sirven y del que se sirven quienes la configuran y confieren vida y justificación, con muy serias dificultades, aceptarán las aplicación de las conclusiones radicales a las que llegaron y llegan los teólogos. Prueba fehaciente de cuanto sugiero, son los frecuentes y dolorosos exilios de sus cátedras de que fueron sujetos los cultivadores de la ciencia de Dios, no coincidentes exigentemente con la oficial y administrativa.
. A la altura de estos tiempos, tener que llegar a la conclusión, -y tener que defenderla-, de que en toda la faz de la tierra nadie como el Papa, por Papa, cuente, o haya contado, con poder tan omnímodo, absoluto y absolutista, resulta poco, es decir, nada- humano, y menos, cristiano.
. Se trata del país- Estado más pequeño del mundo, con una extensión de medio kilómetro cuadrado, equivalente a alrededor de medio Parque del Retiro de Madrid, unos 800 habitantes, que mantiene relaciones diplomáticas con 180 países y del que propios y extraños afirman que, pese a todo, es uno de los más influyentes de la tierra.
. Se destaca que su dirigente supremo, el Papa, concentra el poder ejecutivo, legislativo y judicial, -monarquía absoluta-, en unos tiempos en los que tal circunstancia política resulta ciertamente insólita, inexplicable y además rechazada por el resto de los regímenes de cualquier condición o signo.
. La historia de su reinició el 11 de febrero de 1929 sobre la base de los “Pactos Lateranenses” y, por ejemplo, sin salida geográfico- administrativa al mar, tal vez por aquello de la simbología de la nave piscatoria del apóstol Pedro, cuenta con buques propios, no siendo justo dejar inédita la alusión al “Instituto Para las Obras Religiosas”, cuyas iniciales –IOR- sustituyeron a las malignas, desacralizadas y desacralizadotas de un “banco”, con apellidos extraídos del santoral, y con actividades no siempre santas, ejemplares, transparentes y menos, evangélicas.
. Por fin, y en tiempos abiertamente conciliares, transidos del más limpio y mejor intencionado “franciscanismo” eclesial, se abre paso, o al menos no son ya de por sí inmisericordemente rechazadas y excomulgadas, las ideas de que Papa y Jefe de Estado jamás configurarán una realidad cristiana. Ni así aconteció en épocas pasadas, y menos lo harán en las actuales, en las que gestos, signos y comportamientos democráticos intentan inspirar modos y maneras de gobierno al servicio del pueblo que, si no son perfectos, son los más adecuados, lo mismo en conformidad con las apariencias, que con la doctrina católica.
. Planteamientos teológicos enraizados en citas evangélicas, con frontal rechazo de otras puramente administrativas, civiles y, a veces, feudales, contribuirían decisivamente a la renovación de la imagen de la Iglesia a lo largo del tiempo, comenzando por su jerarquía, en un intento imposible de acomodarla al evangelio y a la doctrina y ejemplos de la vida de Jesús y de sus primeros discípulos.
. ¿Cómo se explica que teólogos y canonistas de relieve, y aún facultades universitarias católicas, y Órdenes y Congregaciones Religiosas, hayan mantenido, y mantengan, ideas poco o nada homologables con las de los Santos Padres de la Iglesia, y aún con las de los evangelios?. De la respuesta certera a tal interrogante, no se podrá prescindir en absoluto de cuantos elementos curiales, que en diversas proporciones, condicionaron y condicionan de por vida los comportamientos humanos, por científicos y “espirituales” que estos sean. Razones áulicas, al servicio e quienes mandan, y aseguran hacerlo “en el nombre de Dios”, desenredan y desenmarañan arcanos y misterios que parecían insondables o incomprensibles.
. Los teólogos, por teólogos, serán servidores de la Verdad, y libres, por encima de cualquier contingencia. Teólogos de profesión, cátedras en propiedad, votos de obediencia ciega a los superiores de sus respectivas Órdenes y Congregaciones y, por tanto, asignación de determinados, pero siempre tan parcos, emolumentos, tornarán mínimamente fiables sus enseñanzas y adoctrinamientos “oficiales”, resultándoles difícil en esta vida y en la otra abrirse caminos en paz y con tranquilidad de conciencia.
. A la teología oficial es obligado adscribirle y hacerla responsable, de parte importante de cuantas lagunas, charcos y engañifas la distingue y define, con sus consecuentes repercusiones en la sociedad y en la convivencia civil.
. La Curia Romana y el Estado Vaticano, al que sirven y del que se sirven quienes la configuran y confieren vida y justificación, con muy serias dificultades, aceptarán las aplicación de las conclusiones radicales a las que llegaron y llegan los teólogos. Prueba fehaciente de cuanto sugiero, son los frecuentes y dolorosos exilios de sus cátedras de que fueron sujetos los cultivadores de la ciencia de Dios, no coincidentes exigentemente con la oficial y administrativa.
. A la altura de estos tiempos, tener que llegar a la conclusión, -y tener que defenderla-, de que en toda la faz de la tierra nadie como el Papa, por Papa, cuente, o haya contado, con poder tan omnímodo, absoluto y absolutista, resulta poco, es decir, nada- humano, y menos, cristiano.