PUBLICIDAD IRRELIGIOSA

Tanto o más que los textos, las ilustraciones y aún las intenciones, lo que de verdad define a las revistas y al resto de publicaciones, es la publicidad que las acompaña, las mantiene y las hace posibles. Gracias a los recursos publicitarios con que cuenten, con las correspondientes limitaciones y compromisos impuestos o “aconsejados”, las publicaciones, que son su escaparate, tienen su pervivencia asegurada.

Con referencia explícita al número 41 de “Misión”, que tal y como se destaca con énfasis y humildad, es ”la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España, editada por la Fundación Logos vinculada al Movimiento Regnum Christi”, consciente de la importancia “evangelizadora” de la que alardea, en conformidad elocuente con lo que “enseña y vive el Papa Francisco”, me limito a dejar constancia de las reflexiones siguientes:

. Todas sus inserciones publicitarias son de “alto standing”, con menciones a diversas entidades bancarias, entre las que encuentra una que “con paso firme”, menciona y destaca su “Oficina de Instituciones Religiosas” (tel. 915207040)

. El dato de que una publicación familiar “religiosa” proporcione privilegiada cabida a firmas comerciales de productos- bebidas alcohólicas, sin limitación alguna y sin faltarles un solo atractivo para convencer a sus lectores de las “ventajas” que tiene su consumo, es como para no tener dudas sobre la veracidad del dicho popular que refiere que “una cosa es predicar y otra, dar trigo”

. Somos muchos los sorprendidos de que toda una página en la que aparecen datos y señales inequívocas referidas a la Conferencia Episcopal Española –C. Añastro 1, 28035 Madrid- , se haga presente en tal publicación, promocionando los libros de la “Biblioteca de Autores Cristianos” –BAC-. Si la inserción hubiera sido “gratis et amore”, peor que peor, tanto o más que la de las “Misas Gregorianas”, a cuya promoción se les consagrada otra página, con todo lujo de leyendas e historias pías, que rondan los territorios de la simonía.

. Pero lo que sobrecogedoramente llama la atención, hiriendo sensibilidades elementalmente cristianas, es el uso y disfrute comercial con que se presenta y ofrece los “productos” la página 47, con el fascinante “encanto” y atractivo “ángel” del titular “Las cruces más bellas de nuestra historia, con cuatro cadenas intercambiables” y la anotación de que “se trata de las 16 joyas acabadas en ORO (oro se escribe aquí con mayúscula), para vivir la propia fe con mayor elegancia”.

. La explicación “pastoral” para convencer a los posibles clientes acerca de la necesidad de su compra “con regalo exclusivo de un bolígrafo de Pierre Cardin”, se expone y adoctrina de esta manera: “Estas cruces son símbolo de fe y devoción. Están acabadas en Oro amarillo y rosa, y embellecidas con cristales auténticos de Swaroski, tallados como piedras preciosas. En cualquier situación, para cualquier momento del día, estas 16 joyas espirituales (¡¡) le brindan un amplio abanico de diseños y materiales para crear un estilo propio y lleno de elegancia”.

. El “Vía Crucis” áureo que forma la colección publicitada, está salmodiada por las de Santiago (con un “charm” de concha de peregrino)), Caravaca (con seis cristales e color amatista), de san Benito (a la que se atribuyen poderes curativos),, Marinera (con siete cristales azul zafiro), de Tau o de san Francisco (madreperla), de la Virgen de Fátima (con doce perlas), de Jesús de Medinaceli, o “Cruz del Señor de Madrid”), de la Victoria (símbolo de España), de Guadalupe (en Oro rosa y con 72 genuinos cristales), de la Sagrada Familia (con cristales que arropan la imagen más tierna del Cristianismo), de Mallorca (con detalles de esmalte), del Papa Francisco (el Buen Pastor), del Ave María (con perla de fantasía), de Calatrava (con cuatro cristales), de Jerusalén (símbolo del Reino de Jerusalén) y Jesús del Gran Poder (nazareno y Oro)

. ¿Hay quién dé más, con menos elegancia, respeto, devoción, espiritualidad, ascética y mística, indulgencias parciales o plenarias, pero con mayor profanación de signo tan sagrado? ¿Puede cohonestarse, sin rubor humano y divino, el signo de la cruz con los “diseños y materiales para crear un estilo propio”, que no es otro que el del catecismo y el del evangelio? Pero podrá aseverarse de una publicación que cobija semejantes mensajes publicitarios que “es la más leída por las familias católicas españolas? ¿Acaso el Oro (con mayúsculas) nos volvió “locos de remate”??¿Es que a la mentira se le rinde entre los católicos culto y veneración, y no a la Verdad, que en cristiano y “por esta Cruz”, hay que expresarla con todas sus letras mayúsculas, pese a que la colección de las 16 piezas les sea enviada al cliente comprador, “libre de gastos, para que la examine durante quince días y sin compromiso”? ¿No se levantará alguna voz jerárquica que clame y denuncie estos y otros procedimientos simoníacos?
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